domingo, 8 de enero de 2012

San Victorián

Abizanda (Foto: C. García)
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EL CICLO FESTIVO ANUAL

Por José Antonio ADELL CASTÁN y Celedonio GARCÍA RODRÍGUEZ

San Victorián se venera el día 12 de enero. Es un santo de origen italiano que pasó gran parte de su vida en tierras del Sobrarbe. El primitivo cenobio de "San Viturián", como se le conoce en la comarca, pudo estar en la cueva de La Espelunca, en Fosado.

Al parecer los restos del Santo fueron trasladados desde allí al lugar que hoy ocupa el monasterio de San Victorián. Allí se establecieron sus seguidores, una comunidad de monjes que, favorecidos por los reyes de Aragón, llegaron a tener un gran poderío.

La primera noticia documentada que aparece en el Archivo Histórico Nacional de Madrid, donde se conservan quinientos documentos de este monasterio benedictino, es del año 962. Su decadencia se inició en 1571, cuando Pío V aplicó sus rentas a la dotación del nuevo Obispado de Barbastro, y se consumó en 1835 con la Desamortización. Hoy sólo quedan las ruinas, pero las pocas gentes de los lugares próximos de Oncins, El Plano y La Muera siguen celebrando su fiesta en honor al Santo.

Entre los seguidores de San Victorián destaca San Gaudioso (fiesta el 3 de noviembre). La tradición sitúa el enterramiento de este Santo en Fosado de Abajo, donde tiene dedicada la parroquial e incluso el pueblo recibe su nombre por haber sido sepulcro o fosa del Santo. San Gaudioso fue obispo de Tarazona; murió el año 541 y, al parecer, unos aldeanos lo llevaron al lugar de Fosado; años más tarde tres monjes le trasladaron al monasterio de San Victorián.
Santa Maura también siguió al Santo, del que estaba enamorada. La tradición popular cuenta que, cerca de Bruis, San Victorián obró un milagro: Viéndose perseguida por ella, hizo crecer con gran rapidez el mijo que un campesino sembraba; al preguntar la santa al campesino que cuándo pasó San Victorián por allí, le respondió que mientras sembraba el mijo. La Santa, impresionada, se retiró cerca de Campo y a partir de ese momento dedicó su vida a Dios. Una aldea del municipio del valle de Bardají lleva su nombre.

Los "langostos de San Veturián"

Un momento del ritual de los "langostos" en la ermita de San Victorián. Foto: I. Casasnovas.
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En Abizanda aún continúan con la singular tradición de la predicción de las cosechas según el color de los langostos que aparecen sobre una sábana. El ritual se celebraba el día de San Victorián en la ermita que el Santo tiene dedicada en este municipio.

En la actualidad la celebración se ha pasado al fin de semana, y hasta algún año se ha realizado en la parroquia por las inclemencias del tiempo.

Antes de arreglar la pista, se subía a la ermita andando por el barranco, en procesión, encabezada por el sacerdote y dos monaguillos, con cruz alzada y campanilla.
Tras finalizar la misa, los romeros se trasladan a una explanada, detrás de la ermita, donde se extiende un mantel blanco. Encima se colocan las treinta y dos tortas, dos por cada casa del pueblo, y los porrones de vino. El párroco bendice los panes y el vino, y después comienzan a saltar sobre la sábana pequeños saltamontes. Estos sirven para predecir la abundancia o escasez de la cosecha. Los de color negro se identifican con el vino, los verdes con las olivas y los claros con los cereales. Si la mayoría es de un color, la cosecha de ese fruto será buena; si aparecen pocos, será mala; si hay muchos de todos los colores, buena en todos los productos, y si abundan los de un color y escasean los de otros, buena de ese fruto y mala de los otros.
.La Fuensanta

A los pies de la Sierra Montañesa, en el término municipal de Laspuña, próximo a San Lorién y Araguás, se encuentra la ermita de la Fuensanta, con casa de ermitaño y fuente.
El nombre de la ermita se debe, según la tradición, a que pasó por allí San Victorián, procedente de Laspuña y camino de Araguás; como tenía mucha sed y no había encontrado por el camino ninguna fuente, en este lugar golpeó con su bastón en la roca y surgieron tres chorros de agua que aún permanecen.

Antaño se acudía en tres ocasiones a este lugar, una de ellas el día del titular. En la actualidad sólo se va el primer domingo de mayo.

Desde muchos puntos de la comarca y también desde la tierra baja (Berbegal) se acudía en procesión de rogativas para obtener la lluvia en periodos de sequía. Éstas duraban nueve días y se sumergía el arca santa con las reliquias en la fuente para implorar la lluvia. Este ritual sería posteriormente prohibido por la iglesia. Si tras los nueve días no se había obtenido ningún resultado, entonces se llegaba hasta La Espelunca, que era la cueva en la que moró el Santo.
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Berbegal (Foto: C. García).
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En Berbegal se organizaba la procesión de rogativas a la Fuente para implorar las lluvias. El desplazamiento duraba dos o tres jornadas, y a la llegada a las "Güeñas" había saludo de banderas entre los de Laspuña, Banastón, Pueyo de Araguás y Berbegal, además de otros lugares que ocasionalmente acudían.
La devoción al Santo irradió, en los siglos posteriores a su muerte, desde el monasterio de su nombre de la ladera de la Peña Ferrera a toda la comarca, a la vecina Ribagorza y hasta en lugares aislados del llano.

San Victorián es el patrón de la capital del Sobrarbe, Aínsa, pero en la actualidad esta fiesta se ha convertido en la de los jóvenes. Ahora la fiesta de invierno de la villa es la de San Sebastián, "fiesta de los casados", que ha acabado sustituyendo a la de San Victorián.
Cayetano Enríquez de Salamanca dice que en esta jornada uno de los mozos "jinete sobre un macho, y ataviado con amplia capa y ancho sombrero, enarbola gran espadón, en el que los comprensivos vecinos ensartan longanizas y otros productos susceptibles de pegarse al riñón, a la vez que rellenan las albardas que porta la sufrida caballería con los frutos y frutas que producen las huertas ainsetanas" (1).

Son diversas las poblaciones sobrarbesas que, en la víspera de San Victorián, encienden hogueras y preparan viandas y licores para compartir en fraternal ágape. En el barrio del Santo Ángel, de Troncedo, había también celebración importante, a la que acudían las gentes de toda la población y de aldeas próximas.

Otros lugares pirenaicos donde se honraba al Santo eran Asún, Borrés y Víu. El despoblado Asún lo tenía por patrón y en Borrés es la fiesta pequeña. Ambos lugares están en el Serrablo. Víu, en la Ribagorza, dependió del Abadiado de San Victorián, al igual que otras poblaciones de la zona. En la actualidad aún sigue celebrándose su fiesta mayor. El día de "San Viturián" es fielmente respetado, aunque sólo con celebración religiosa, trasladando los llamados festejos profanos al fin de semana más próximo, cuando no hay coincidencia con el calendario. El frío y la nieve no son óbice para que se organicen bailes, concurso de guiñote, cucañas y otros actos festivos.
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Celebraciones en la Tierra Baja

Algunas poblaciones del llano también recibieron la influencia del cenobio de San Victorián y por esa razón lo tiene por patrón. Sin embargo, en Novales ya no se celebran las fiestas pequeñas en su honor y en Laperdiguera han sido totalmente desplazadas por las de verano.
Antaño, en esta última población, la víspera, a pesar del frío, había ronda que se alargaba hasta altas horas de la noche. El día del patrón hacían de nuevo la ronda, tras la misa mayor, y, por la tarde, carrera pedestre en la era, aunque también se corrió en la carretera.
.El segundo día se recogían las tortas en la ronda y se llevaban al "cuarto del gasto", para invitar a todo el pueblo en los descansos del baile. El programa se completaba con carreras de sacos, cucañas y bailes. Las fiestas duraban tres días y en los años de esplendor de Bareche, destacado cantador hijo de la población, había ronda todos los días.
En Berbegal la fiesta de San Victorián sigue siendo la mayor. Antes, dos o tres hombres del pueblo recorrían las calles, acompañados del gaitero de Castillazuelo, cantando el romance del Santo patrón:"Hoy, día doce de enero,día de San Victorián,harán la misa cantadaen la villa de Berbegal".
.El día del patrón, tras la misa mayor, procesión y comida de fiesta, se efectuaba la "corrida de gallos". La afición de los berbegaleses por el acontecimiento era encomiable, tal como lo describe Puyó de Columa en 1880: "Por la tarde, cuando los vecinos han acabado de saborear los ricos manjares, la voz del pregonero anuncia a las dos de la tarde la bulliciosa corrida de pollos. Al instante todos se levantan de la mesa y corren presurosos a presenciar el curioso espectáculo, verdadera lucha de ligereza y agilidad de piernas, en la que toman parte los jóvenes más listos de la villa y de la comarca" (2).
.El segundo día de la fiesta se preparaban tres o cuatro cañizos, recubiertos con manteles, y cada cuadrilla pasaba por las casas de sus miembros para recoger las tortas que habían sido elaboradas por las mozas. En el mismo baile cada cuadrilla tenía el "gasto", que consistía en las tortas recogidas y bebida abundante (vino, anís, ron o cazalla). El último día de la fiesta la torta sobrante se repartía entre los mozos y se pasaban las cuentas de los gastos.
..CITAS BIBLIOGRÁFICAS
  1. ENRÍQUEZ DE SALAMANCA, C.: Aínsa y el Sobrarbe. Madrid, 1982, p. 43.
  2. PUYO DE COLUMA, R.: "Berbegal", en Aragón Histórico, Pintoresco y Monumental. Tomo I. Obra dirigida por Sebastián Monserrat de Bondía y José Pleyán de Porta: Huesca. Zaragoza, Imprenta del Aragón Histórico, 1882, p. 43.
Publicado en “Cuadernos Altoaragoneses”, suplemento del Diario del Altoaragón, Domingo 10 de enero de 1993
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