lunes, 30 de julio de 2012

Leyendas de brujas, demonios, encantarias y otros seres mágicos de Aragón, en Barluenga

CHARLA CON PROYECCIÓN Y ACOMPAÑAMIENTO MUSICAL 
(Para todos los públicos)
BRUJAS, DEMONIOS, ENCANTARIAS, GIGANTES Y SERES MÁGICOS DE ARAGÓN
LEYENDAS ARAGONESAS
José Antonio ADELL CASTÁN  y      
Celedonio GARCÍA RODRÍGUEZ
María Adell  al piano
Barluenga, viernes 3 de agosto de 2012, 20 horas
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jueves, 26 de julio de 2012

“Cucaracha”, un héroe popular

Alcubierre, localidad natal de "Cucaracha". Foto: C. García

José Antonio Adell Castán y Celedonio García Rodríguez

A finales de 1933, el escritor y periodista Felipe Aláiz de Pablo (Belver de Cinca, 1887 - París, 1959) glosaba en las páginas de La Revista Blanca sobre la vida de “un héroe popular que luchó denodadamente por la libertad”, según sus palabras. El artículo, dedicado a “Cucaracha”, lo titulaba: “Mariano Gavín, el guerrillero que murió de una vez”.
Su trabajo se basa fundamentalmente en la tradición oral, transformando al famoso bandido o bandolero en un auténtico guerrillero, aunque en su época también fuera considerado por muchos como un cabecilla carlista.
Según Aláiz, “Cucaracha” fue un insurrecto social contra la mansedumbre de sus semejantes, encarándose contra la autoridad y contra la rapacidad de Camacho el Rico (1); que no trataron de ejercer dominio alguno. “Dejaron ejemplo de dignidad y desinterés, y murieron asesinados por las fuerzas malditas”.
Felipe Aláiz tenía una sensibilidad especial por los héroes populares y reivindica a estos personajes, cuyas vidas quedan reducidas a leyendas y mentiras, frente a los personajes de relumbrón que aparecen en las biografías.
A continuación reproducimos su artículo aportando algunas notas, que clarifican algunos errores propios de la tradición oral y completan la información de su texto.
“Hacia el año 70 del siglo pasado, los Monegros eran las mismas tierras desoladas y esteparias de hoy (2). Extensión de términos comprendida entre el Ebro y el Cinca, la población vivía esperando siempre el agua del cielo. Sesenta o setenta mil campesinos se limitaban al cultivo de cereales y al pastoreo.
En medio de la miseria general he aquí que aparece por la sierra de Alcubierre, uno de los pueblos de los Monegros, el valiente guerrillero de manta y trabuco, Mariano Gavín.
Diez años seguidos anduvo rondando por la zona esteparia de Aragón que eran los Monegros (3). Hombre grato a la simpatía popular figuró en relatos y romances como personificación de valor, entereza y picardía. Diez años anduvo por montañas y llanos, vegas y poblados a salto de mata.
Su historia no salió del archivo comarcal. Con «dijendas»(4) y narraciones de viejos campesinos y valiéndome, además, de algún archivo no muy asequible por cierto, pude reconstituir la vida de Mariano Gavín, a quien llamaban por apodo «Cucaracha».
— ¿Conoció a Gavín?
— Sí, en Albalate.
— ¿Qué hacía allí?
— Estaba herido. Por cierto que el médico del pueblo, un tal Luis Valdaura, curaba a «Cucaracha» «de escondidas». Tenía mucho temple Gavín y era algo socarrón.
— ¿Y cómo se echó al monte?
—«Cucaracha» era cazador. Tenía mujer guapa y fantasiosa. Ella se dejó querer por un propietario rico, lo supo el marido y mató al seductor...
— Esa versión no es la verdadera, amigo. Gavín no mató al seductor porque no hubo seducción (5). Gavín no mató a nadie antes de echarse al monte ni después tampoco... Se apartó de la vida, conformado porque tal fue su voluntad...
Casa de Mariano Gavín en Alcubierre (reformada en la actualidad). Foto: C. García

Contaría a la sazón unos treinta y ocho años (6). Era de poca estatura y de no mucho cuerpo. Los mozos cantaban en el coro de ronda, años después de la muerte de Gavín:
Por la sierra de Alcubierre
se pasea «Cucaracha»,
siendo un hombre tan pequeño
¡cuánto respeto que causa! (7).
Tenía merecida fama de generoso. Daba trigo a los pobres y no acumulaba riqueza más que para apaciguar el hambre de los campesinos.
Otra copla clásica en aquella parte de Aragón dice así:
Aunque tenga mala fama
«Cucaracha» es un buen hombre,
porque el trigo de los ricos
lo reparte entre los pobres.
He aquí el relato de un viejo, chaval en la época de Gavín:
— En los Monegros, tierra de «Cucaracha», hay muchos años de escasez absoluta y pocos de escasez relativa. Hubo muchos años malos seguidos y los labradores tenían que comprar el trigo a medias talegas. Envió un aldeano a su hijo al molino para que comprara trigo y le dio el dinero de media talega. Encontró «Cucaracha» al mensajero.
— ¿Qué camino llevas, pequeño?
— Al molino voy.
— ¿A comprar trigo?
— Por «mandao» de mi padre.
— ¿Ya llevas los cuartos?
— Escondidos los llevo.
— ¿Por qué los escondes?
— Podría salir «Cucaracha» de cualquier barranco y «sácamelos».
— Tu padre te «malimpone...»
— ¡Y pobres que somos!
— Pues dile a tu padre que «Cucaracha» no les hace nada a los que trabajan. ¿Cuánto trigo has de comprar?
— Media talega.
— Pues toma esas monedas y puedes comprar talega entera.
Rasgos de este carácter eran frecuentes en la vida de Mariano Gavín. El viejo baturro hace una pausa corta. Pregunta:
— ¿Qué gente llevaba en la cuadrilla?
— Ferruchón el de Belver, el Zerrudo de Lalueza, un tal Valentín, el Porgadoraire de Albalate y Carlos el de Almudáfar. A Carlos lo mataron por la espalda en el camino viejo de Zaragoza (8).
— ¿Y no recuerdas el caso del «desorejao»?
Tengo oído que era un confidente.
— ¡Ya lo creo que recuerdo aquel caso! Se presentó a «Cucaracha» uno de esos sujetos echadizos que empleaban los enemigos del guerrillero contra este. Se alistó con Gavín con intención de matar a este; pero ¿sabes lo que consiguió?
— Quedarse sin orejas.
— ¡Justo! 
Cuevas de San Capasio. Por los alrededores se escondía “Cucaracha”. Foto: C. García

 — ¿Cómo fue?
— Estábamos en las trilleras. Era yo chulo (criado joven de labor, especie de aprendiz) de un propietario de cinco pares... Gavín y los que iban con él se acostaron al raso, a la luz de las estrellas. Cada cual se acostó donde quiso y como quiso. «Cucaracha» se hizo la cama junto a un montón de fajos de garba (mies segada), que en el país llaman «fajina». No se acostó. Algo turbio había visto en los ojos de un guerrillero. ¿Qué hizo? Pues se escondió detrás de la fajina, dejando la manta tendida sobre un hato de ropa, como si él estuviera debajo. Cuando calculó el hombre echadizo que dormían todos los guerrilleros se levantó con tiento, llegó hasta la cama de «Cucaracha» y disparó un trabucazo... Pero «el muerto» salió por detrás de la fajina. ¡Ya estaban frente a frente! En dos cuchilladas le cortó Gavín las dos orejas al echadizo, que escapó como lo que era.
— Como una liebre... ¿Sería un andarín «Cucaracha»?
— ¿Que si andaba? Doblaba las horas tres veces. Cuando tenía que pasar el Cinca, siempre a deshora, mandaba llamar al barquero del marqués de Ayerbe.
— ¿Ayerbe?
— Sí... tenía el marqués una barca de sirga y aún cobraba derecho de pago como hace cuatro siglos los antepasados. El barquero era un tal Salas, y se levantaba a la hora que fuera sin pereza... Los pobres querían a «Cucaracha» como a un buen hermano.
— ¿Y los cucaracheros?
— Eran los que sabían nadar y guardar la ropa sin exponer la piel, los que guardaban dobletas para emprender negocios cuando «Cucaracha» les daba alguna miseria a guardar...
No mató a nadie...
— ¿Y cómo murió?
— De una vez.
— ¿Cómo «de una vez»?
— Lo envenenaron. Ninguna tropa del Gobierno se atrevía con él, ningún civil se le acercaba, los chupatintas le temblaban. Si se quería ver correr a un escribano o a un alguacil sólo había que decir: «¡Que viene «Cucaracha»!» Tenía tan buena puntería, cazador de afición, que a cuarenta varas rompía un alambre de un balazo.
— ¿Y dice que murió envenenado?
— Fue un mozo a buscar vino a Alcubierre.
El vino era para «Cucaracha» y el mozo cometió la imprudencia de decirlo. Inmediatamente se prestó un boticario a «arreglar» el vino con narcótico en ausencia del mozo. Bebió «Cucaracha» y cayó dormido como un tronco, igual que la gente que iba con él en el corral de una «paridera» (majada). Llegaron los civiles al mando de un sargento que se llamaba Salanova, y dispararon contra los que dormían a una distancia de seis o siete metros (9). Los acribillaron a balazos...
El oír al viejo baturro evoca la muerte de Sacha Yegulev de Leónidas Andeief, el mismo salvaje encono, la misma cobardía.
— El cadáver de Gavín con los de cuatro que le acompañaban fue expuesto en la plaza de Lanaja —dice el viejo—. Cuatro días estuvieron allí con las armas que llevaban: cinco trabucos, una tercerola, un sable, cinco puñales, un zurrón de pastor lleno de cartuchos y un saco de pólvora y municiones.
Y el viejo entorna los ojos como si quisiera atalayar el tiempo.
En los Monegros, tierra frecuentada por «Cucaracha», hay grandes macizos montañosos que Gavín conocía a palmos, lo que le permitió burlar toda vigilancia en un período de diez años (3). Contaba, además, con la ayuda del estado llano: pastores, labradores, barqueros y cazadores. En la ribera del Cinca y en el monte, «Cucaracha» «mandaba a decir» lo que quería a sus perseguidores mediante carteles de desafío y fachenda. Fue un proscrito en todo. No acabó su vida en la cárcel como tantos guerrilleros convertidos la acaban cubiertos de papel sellado, indultos y hasta oraciones. No se hubiera dejado cazar vivo. Era áspero y socarrón cuando otros eran desleídos sentimentales. ¡Caso raro! En la vida de «Cucaracha» no hay lances amatorios ni novelería por entregas. Hubiera sido hoy un guerrillero admirable de la revolución social. Después de su vida entre riscos, rechazó toda invitación de indulto y murió de una vez”.

“Cucaracha” murió en el corral de La Nica, próximo a Peñalbeta, en el término de Lanaja. Foto: C. García

NOTAS
1.- “Camacho el rico” personaje que aparece en El Quijote, es el prototipo de la ostentación económica, basada en la posesión de grandes riqueza.
2.- El artículo lo escribe a finales de 1933.
3.- En realidad fueron cinco años, desde finales de agosto de 1870 hasta el 28 de febrero de 1875, fecha en la que muere en el corral de la Nica, perteneciente al poblado de Penalbeta, en el término de Lanaja.
4.- “Dijendas” o habladurías.
5.- Hemos recogido diversas explicaciones sobre los motivos que impulsaron a “Cucaracha” a echarse al monte. El hambre o el enfrentamiento con algún ricachón pudieran ser las verdaderas causas de su decisión.
6.- Mariano Gavín Suñén nació en Alcubierre en el año 1838 y murió el 28 de febrero en Lanaja. Cuando se fue a la sierra tendría 32 años.
7.- Era pequeño, muy moreno y vestía de negro. Habitualmente llevaba dos trabucos y en ocasiones una escopeta de dos cañones o una carabina Remington. Otra variante de la copla dice:
“Se pasea Cucaracha
por la Sierra de Alcubierre,
un hombre como un tomillo
y todo el mundo le teme”.
8.- Tras la muerte de “Cucaracha” siguieron los robos y asaltos por la comarca, hasta que poco a poco se fue desperdigando la cuadrilla; al mismo tiempo, muchos de sus secuaces e imitadores fueron cayendo en manos de la Guardia Civil. El 24 de marzo de 1875, una pequeña fuerza de seis guardias civiles llevaba preso a Manuel Isábal y Comín, desde el pueblo de Almudáfar, donde estaba avecindado, a las cárceles de Zaragoza. Se le acusaba de ser compañero de “Cucaracha” y de haber participado en el secuestro de D. Juan Ruata. Al llegar la patrulla al punto denominado Casa de Lasierra, lindante con el monte de Leciñena, les salieron diez o doce hombres armados que comenzaron a dar voces a la Guardia Civil para que soltasen al preso mientras disparaban. La fuerza pública consiguió ahuyentar a los bandidos e Isábal resultó muerto. El hecho tuvo transcendencia, ya que fue la propia Guardia Civil quien acabó con la vida del preso.
9.- Al mando de los guardias iba el capitán teniente Vicente Lafuente y Pueyo, le acompañaban el sargento segundo Carlos Rodríguez, cabo primero Francisco Salanova y los guardias José Pastor, Lorenzo Laclaustra y Fermín Catalán.

* Artículo publicado en la revista Guaraguás (Boletín informativo de la Asociación), Aguas, julio de 2012. Año XVI, Nº 24.
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lunes, 23 de julio de 2012

Jornadas Culturales de Fiscal 2012

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Jornadas Culturales de Fiscal 
Fiscal, del 6 al 10 de agosto de 2012
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Brujas, demonios, encantarias, gigantes y otros seres mágicos en Vencillón

CHARLA CON PROYECCIÓN Y ACOMPAÑAMIENTO AL PIANO
Brujas, demonios, encantarias, gigantes y otros seres mágicos 
Vencillón, jueves, 26 de julio de 2012
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jueves, 19 de julio de 2012

Charla sobre bandoleros románticos aragoneses en Aguas


Cita con los bandoleros románticos aragoneses en Aguas


CHARLA CON PROYECCIÓN
Bandoleros románticos aragoneses
Aguas, miércoles 25 de julio de 2012, a las 20,30 h.

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domingo, 1 de julio de 2012

Las carreras pedestres de Huesca

Carrera pedestre de Grañén, 25 de julio de 1935. Foto Archivo C. García

José Antonio ADELL CASTÁN y 
Celedonio GARCÍA RODRÍGUEZ

Las fiestas patronales y otras celebraciones festivas, han sido el escenario en el que se ha dado a conocer el deporte moderno, tal como podemos observar en algunos carteles festivos. Igualmente lo fue, mucho antes, el espacio en el que se desarrolló el deporte tradicional.

La carrera pedestre es uno de los deportes más típicos de Aragón cuyo principal marco de exhibición han sido las fiestas patronales y de cofradía. Su denominación más habitual ha sido la de “corrida de pollos”, por los premios que se entregaban a los vencedores: tres pollos al primer clasificado; dos, al segundo, y uno al tercero. Sin embargo, en la ciudad de Huesca, en la comarca de la Hoya y en otras próximas, las carreras pedestres también recibieron otras denominaciones en épocas concretas: “Corrida de la manzana”, “del arra”, “de la torta” o “del roncón”.

Frecuentemente esta prueba tomaba el nombre de varias carreras que se incluían en la genérica denominación de “corridas al estilo del país”: “corridas pedestres”, de diferentes edades, “de sacos o entalegados”, “de burros”, etc.

Anuncio de las Ferias y Fiestas de Huesca, 1935

 La corrida de pollos de Bolea

La referencia más antigua que hemos encontrado con la denominación de “corrida de pollos” data de 1609, y se celebró muy cerca de la capital, en Bolea, con motivo de la traslación de las reliquias del prelado oscense San Orencio, desde Aux (Francia) hasta Huesca. Por todos los lugares de paso se organizaban festejos; en Bolea se celebró una gran misa y después hubo “corridas de pollos” y otros actos.

Esta crónica que recogía Cosme Blasco, en un artículo titulado “Narración de las fiestas que Huesca hizo en la traslación de las reliquias del oscense prelado San Orencio”, nos hace pensar que en el siglo XVI ya se celebraban “corridas de pollos” en Aragón. Otras reseñas posteriores, hasta la actualidad, muestran las peculiaridades de estas carreras en diferentes puntos de Aragón.

En el Libro de Visita de Luesia de 1804 leemos una prohibición muy interesante con alusiones a la indumentaria por no ser del agrado de la autoridad eclesiástica:

“Se prohíben bajo pena de Excomunión Mayor -ipso facto incurrenda- las diversiones públicas que se hacen en los días de la Natividad de Ntra. Sra. y en la festividad del Pilar y consisten en que los hombres corren casi desnudos para ganar un premio estipulado (que suelen ser un pollo) lo cual se hace a presencia de los alcaldes y ayuntamiento y de todo el pueblo: las expresadas carreras no quedan prohibidas si se executasen por hombres enteramente vestidos al uso del país”.

Madoz, en su Diccionario Geográfico de España, publicado en 1850, cita la “corrida de pollos” entre los actos que se celebraban durante las fiestas patronales o de cofradías de los pueblos del partido judicial de Jaca.

El propio Cosme Blasco Val, con el pseudónimo de Crispín Botana, la escenificó en el cuento titulado Las fiestas de mi lugar. La corrida de pollos se celebraba el penúltimo día, con participación de varios mozos del pueblo y de los pueblos inmediatos. El vencedor era el primero que tocaba el palo donde estaban colgados los plumíferos animales.

Carrera pedestre al estilo del país de 2009

 Otros escritores costumbristas altoaragoneses tomaron la corrida de pollos como tema central de sus obras literarias. Enrique Capella escribió el típico “Pregón de fiesta”; Ricardo del Arco la describe en Tierras de maldición, y Luis Lopez Allué publicó el cuento titulado La “corrida de pollos en el Programa Oficial de las Fiestas de San Lorenzo de 1959.

En algunos lugares el premio de los pollos se fue alternado con el “arra” o la “manzana”. El "arra" era una torta muy aderezada o buen pastel de confitura en el que lucían su habilidad los pasteleros. Según la costumbre, el vencedor regalaba el “arra” a una moza o forastero pudiente que recompensara la fineza. En Chimillas la prueba se denominaba “corrida del arra” y consistía en una tarta de varios pisos; el vencedor la compartía con sus amigos. En Tierz, para San Roque, se corría el “arra” o la “manzana”; igual que en Chimillas, era una tarta de varios pisos que elaboraban en alguna afamada pastelería de Huesca. En Montmesa el vencedor solía donar el “arra” a una mairalesa o moza del lugar. La misma denominación tenía en Gurrea de Gállego y el premio era una magnífica torta. En Alcalá de Gurrea se disputaba la “corrida de pollos” o “corrida al estilo del país” y se premiaba con pollos, una torta y un ramillete, que se ofrecía a una moza del lugar.

La “manzana” Era un premio honorífico que se entregaba al vencedor. Se elegía la manzana más encarnada que se encontraba y la llevaban colgada en la punta de una espada adornada con peladillas, caramelos, y con un ramo de albahaca en el remate. Estas carreras las hemos encontrado en Quicena, Alerre, Loporzano, Sesa, Bolea, Grañén, Almudévar, Plasencia, Casbas, Tamarite... En Sangarrén se premiaba con pollos y con la manzana. En Loarre el premio era una manzana, adornada con un ramillete de albahaca, que se llevaba clavada en un palo. En el Barrio Nuevo de Huesca, para la Virgen del Pilar, en la “carrera al estilo del país” el vencedor recibía la clásica fruta y varias pesetas. En las fiestas del Barrio de San Martín de Huesca de 1913, “el vencedor de la carrera pedestre dedicó la clásica manzana al Sr. Gobernador, quien después de corresponder espléndidamente a la delicadeza, la regaló, en un rasgo de simpatía por todos aplaudido, a los niños pobres del asilo de San José”.

Baile de los pollos de los campeones de la carrera pedestre del 2008

La “Tarta Laurentis de la corrida”
Las “corridas de pollos” o “carreras al estilo del país” también se disputaban en las fiestas de San Lorenzo, como uno de los actos destacados, como leemos en la crónica de las fiestas de 1880: “Huesca ha celebrado con mayor brillantez que otros años las fiestas de su patrón San Lorenzo; toros, corridas de pollos, de burros, músicas y fuegos artificiales, con otros más, han sido los festejos profanos que se han ofrecido”.

En la “carrera de mozos al estilo del país” de 1906 venció Roque Lafuente, de Callén, obteniendo la “manzana”, tres pollos y diez pesetas; el segundo, José Ubieto, de Bentué de Rasal, dos pollos y seis pesetas, y el tercero, José Revuelta, de Robres, un pollo y cuatro pesetas.
En estos años se consolidaron los premios en metálico y los diplomas, coincidiendo con la influencia del deporte moderno en el tradicional. Las incipientes sociedades deportivas comenzaron a hacerse cargo de la organización de estas pruebas. En 1908, el denominado “concurso pedestre” adquiría el carácter de “Campeonato Provincial” y en 1013 de “Campeonato Regional”.

Una interesante crónica de 1913 refleja los cambios que afectaban el deporte tradicional, incluso con la participación de jóvenes deportistas de la buena sociedad oscense, destacados en las carreras ciclistas y partidos de “tennis” o de “football”.

“Las carreras a pie, tan típicas en Huesca y toda su provincia, a parte de los premios que atraen a muchos corredores y dan importancia y animación a las carreras, este año tendrán la novedad de que en ellas tomarán parte distinguidos jóvenes de la buena sociedad oscense, alternando con los profesionales que toman parte en casi todas las corridas de los pueblos comarcanos. Esta circunstancia aumentará la expectación del público..., además, en el caso presente, el sport llevaría a luchar en la misma pista jóvenes de diferentes clases y condiciones sociales”.

Los “deportistas de la buena sociedad oscense” no obtuvieron ningún premio. El vencedor fue Máximo Alamán, de Villamayor, seguido de Manuel Mercadal, de Blesa, y de José Revuelta, de Robres.

Durante varias décadas se dejó de celebrar la típica “carrera al estilo del país” de las Fiestas de San Lorenzo, hasta su recuperación en 1999 por iniciativa del Club Atletismo Huesca. Las gaitas, dulzainas y tamboriles volvieron a sonar al paso de los corredores y cada año se intenta incorporar aspectos de la tradición, adaptados a los nuevos tiempos. En la edición del 2010 el vencedor recibió una tarta bautizada con el nombre de "Tarta Laurentis de la corrida", elaborada por la pastelería Ortiz, con el deseo de que también se convierta en un postre típico oscense.

Artículo publicado en el "Especial de San Lorenzo 2011" del Diario del Altoaragón, 10 de agosto de 2011

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