martes, 26 de febrero de 2013

José Antonio Adell presentó "Heridas de Guerra en un corazón altoaragones" en Zaragoza

José Antonio Adell, acompañado de Celedonio García, en la presentación de su tercera novela histórica

Adell dedicando un libro a la escritora Asun Velilla, especialista en novela juvenil

José Luis Añaños, responsable de Editorial Pirineo (http://www.editorialpirineo.com/), acompañado de José Antonio Adell en Ámbito Cultural de El Corte Inglés
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lunes, 25 de febrero de 2013

Marzo, la fiesta de la Naturaleza

En Aínsa celebraban la “Fiesta del Árbol y del Pájaro”. (Foto: C. García)

EL CICLO FESTIVO ANUAL EN EL ALTO ARAGÓN

José Antonio ADELL CASTÁN y Celedonio GARCÍA RODRÍGUEZ

"Marzo marcero,
que faiga güen sol
y caiga un aguacero...".

Para los romanos era el primer mes del año. En este mes los efectos climatológicos se observan en las expresiones de las gentes; así, suele decirse que empieza a "marcear" cuando corren vientos revueltos. Es un mes desconcertante, como se refleja en el siguiente refrán:

"Marzo marcero;
por la mañana cara de perro,
y por la tarde guapo mancebo".

Las siembras ya se han efectuado casi en su totalidad durante el mes de febrero, excepto la avena en Matidero y otros lugares; como señalan Arazo y Cañas (1), que recogen el dicho popular:

"La avena de febrero
llena el granero,
pero no en Matidero".

Las marzas

En este lugar en febrero todavía quedaba bastante nieve en los campos. Era la época en la que los labradores se dedicaban al duro trabajo de cavar las viñas. Ahora éstas ya escasean.

Según cuenta Antonio Beltrán, en Ansó hacían en el río una de las tres coladas anuales, utilizando ceniza por lejía; la anterior había sido en adviento, preparando la ropa para Navidad.

Arnal Cavero narra que en la montaña, en torno a Alquézar, "marzo es el mes de las novenas: la de San Miguel, la de San Antonio, la de San José y la de San Francisco Javier" (2).

El primer viernes de marzo se decía que el diablo celebraba su santo o su cumpleaños. En Huesca este día hacían la procesión del Vía-Crucis, partiendo de la iglesia parroquial de San Pedro el Viejo, con el Nazareno, hasta la ermita de Salas.
.Alquézar (Foto: C. García)
También había alguna feria. En 1932 se crea una nueva feria de ganados de todas clases en Barbastro, para los días 20, 21 y 22 de marzo. Próxima en fechas, en Sariñena se celebraba la feria de caballerías del domingo de Ramos.

La Cuaresma

El entierro de la Sardina (Goya)
.Terminado el tiempo de Carnaval, llega la Cuaresma. Son cuarenta días de ayunos y penitencias, marcados por la Iglesia. Su celebración es variable en función de la Semana Santa. Se inicia el Miércoles de Ceniza y finaliza el Domingo de Ramos, aunque los días de austeridad se prolongan hasta el Viernes Santo. En los primeros siglos se colocó el tiempo de Cuaresma desde un domingo hasta el Viernes Santo, pero luego se adelantó al miércoles para no considerar los domingos, días en que la Iglesia no concebía el ayuno.

Esta fiesta surgía, por imperativo eclesiástico, para una mejor preparación de la Pascua. El número de cuarenta se estableció en función de ser un "número" muy utilizado en el Antiguo y Nuevo Testamento. Cuarenta fueron los días que Jesús permaneció en el desierto antes de comenzar sus tres años de al denominada "vida pública".

Doña Cuaresma es uno de los personajes simbólicos que figura en el Libro del Buen Amor, del Arcipreste de Hita. Es la contraposición a Don Carnal, cada uno con sus tiempos de reinado.
La Cuaresma está situada entre la fiesta del Carnaval de tipo pagano y la fiesta de la Pascua, la celebración más importante del mundo cristiano.

La Pascua es la fiesta central de todo el ciclo: Carnaval-Cuaresma-Semana Santa-Pascua-Ascensión-Pentecostés-Corpus. La Pascua es la fiesta de la Resurrección de Cristo, situada al comienzo de la primavera, mientras la Navidad es la fiesta del Nacimiento, situada al inicio del invierno.

La Cuaresma se representaba en forma de vieja con siete piernas, que significaban las siete semanas que duraba la misma. Los niños cuando volvían el domingo de misa cortaban un pie. Venía a ser un calendario de estos días, con siete arenques que colgaban de él, símbolos de la prohibición de comer carnes.

En estos días no se permitían las representaciones teatrales, no se podía cazar y normalmente tampoco se abrían los cines. El tiempo resultaba más largo, de ahí el dicho "esto es más largo que la Cuaresma".

El ayuno era especialmente riguroso y sólo se evadían de él los enfermos o aquéllos que adquirían la "bula" para comer carne.

En alguna ocasión las normas cuaresmales quedaban transgredidas. Así el día del Miércoles de Ceniza se enterraba la sardina y a pesar de ser día de ayuno y abstinencia, no siempre era respetado. El Domingo de "Piñata" era el primer domingo de la Cuaresma y en esa jornada se continuaba con los bailes, disfraces y comilonas.

La "Vieja Remolona"
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Alcubierre (Foto: C. García)
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En algunos de nuestros pueblos aún pervive el "viejo remolón" o "la vieja remolona", que suele celebrarse el tercer miércoles de Cuaresma. Según Manuel Benito "sirve para recordar a la naturaleza la victoria de la naciente primavera, simbolizada aquí por los niños, que son los que desarrollan la fiesta, sobre el viejo y remolón invierno que no quiere acabar de irse y que se ve pergeñado por un muñeco semejante al de carnaval" (3).

En Alcubierre los niños de la escuela salen en cuadrilla, durante toda la mañana, a pedir por las casas, con una escoba cubierta con un pañuelo negro, a la que llaman "vieja remolona". En cada casa van cantando:

"La vieja remolona
no quiere comer pan,
sólo chocolate
y chulla si le dan.
Los chicos de lo escuela,
todos suplicamos,
que cuando cante el gallo
nos den lo que pidamos.
Quiquiriquííí".
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Torres de Montes (Foto: C. García)
En Torres de Montes los niños construyen un muñeco o "pelele", con el que también recorrerán las casas.

La fiesta del "viejo remolón" enlaza con la de "serrar la vella" que existe en Cataluña. El cuarto miércoles de Cuaresma los chiquillos salen en grupos de cuatro o cinco con una sierra una cesta y un palo grueso que fingen serrar en cada puerta, cantando una copla. Recogen huevos, butifarra, frutos secos, etcétera, y al finalizar celebran una merienda. Quizá sea una forma de expresar que la Cuaresma es muy larga y hay cierta alegría por haber llegado a la mitad de la misma.

Antaño la Cuaresma venía cargada de prohibiciones de todo tipo y abundancia de ayunos, abstinencias y sermones. Algunos ayuntamientos, como el de Huesca, pagaban al predicador o "cuaresmero", que predicaría en la iglesia o catedral.

En Huesca, según ha estudiado José Antonio Llanas Almudébar hasta "los burdeles de la ciudad permanecían solitarios y las barraganas en la miseria más atroz, pues los doscientos azotes y otras penas al arbitrio de los señores jurados no dejaban de ser un freno total al ímpetu de los jóvenes galanteadores" (4). Esto lo expresa el escritor oscense a raíz de un pregón de 1621, que consta en el Archivo Municipal.

Algo parecido debía ocurrir en otras ciudades españolas. Baste decir que en Salamanca, tras las ordenanzas dadas por Felipe II, que obligaban a que la Casa de Mancebía salmantina fuese desalojada en Cuaresma, el denominado "lunes de aguas", tras la Pascua, los salmantinos traían de nuevo con barcas por el río Tormes a aquellas mujeres, cuyo oficio o beneficio era revisado por el denominado "padre Putas". Aún aparece la figura de un muñeco en esa jornada, al que los niños denominan ahora "padre Lucas".

La Fiesta del Árbol
"El que plantó un árbol antes de morir no ha vivido inútilmente"
(Dante)

En los años veinte, fundamentalmente durante el mes de marzo, se extendió por Aragón la celebración de una simpática fiesta, denominada "Fiesta del Árbol", para rendir "culto" al árbol. Los niños eran los principales protagonistas; se desarrollaba de forma similar en todos los lugares: el día señalado, los niños de las escuelas y el vecindario en general se reunían en la plaza o junto a la Casa Consistorial, esperando el repique de campanas que anunciaba la salida de la comitiva hacia el lugar donde iba a tener lugar la plantación de árboles; allí, el cura párroco los bendecía, las autoridades leían discursos, destacando el amor a los árboles, señalando el benéfico influjo de los árboles en el régimen de lluvias, en la regulación de la temperatura, como previsión de inundaciones, etcétera. Los niños leían poesías alusivas y, después, el Ayuntamiento les ofrecía una merienda.

Con el deseo de inculcar en los niños el respeto al arbolado y estimularles para fomentar esta fiesta, una vez llegados a mayores, se daba cumplimiento al Real Decreto de 5 de enero de 1915.

En 1921 se celebró por primera vez esta fiesta en Laperdiguera; la música de cuerda realizó un pasacalle el día señalado (14 de marzo) y, media hora después, un volteo de campanas concentraba a toda la población en la escuela del pueblo, marchando la comitiva en dirección a la iglesia para participar en la misa. Durante el trayecto los niños y niñas, acompañados del maestro y al son de la música cantaban los himnos de "Los exploradores" y el de "La bandera". A las tres de la tarde un nuevo volteo de campanas anunciaba la salida de los niños de la escuela, con su arbolito al hombro, y las niñas, llevando en la cabeza un bonito estandarte, al lugar de la plantación; los niños depositaron los árboles en los hoyos que sus padres habían hecho por la mañana. A continuación varios niños y niñas, el maestro, el alcalde y el cura hicieron discursos resaltando los beneficios del árbol. Los niños fueron obsequiados con una merienda y, por la noche, salió la ronda de los mozos con el cantador Antonio Bareche.

La Paúl (Foto: C. García)
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En La Paúl, tras el repique de campanas partían desde la plaza de la Justicia, con la bandera de los colores nacionales, dirigiéndose al lugar de la plantación (en 1926 junto al río Gállego, en el punto denominado "Monreal de medio", y el cura bendijo 300 álamos y chopos que con anterioridad había plantado el guarda municipal); tampoco faltaron discursos alusivos, merienda para los niños y cantos de himnos al árbol.

En Aínsa se denominaba "Fiesta del Árbol y del Pájaro". Comenzaba la víspera con un recorrido por las calles cantando himnos, acompañados por la orquesta, que dirigía el violinista de la localidad Pedro Lacambra y en la que se distinguía el notable guitarrista Miguel Monclús, de Morillo de Tou. Todos los balcones lucían hermosos tapices, gallardetes y banderitas españolas; en la plaza se elevaba un vistoso arco de triunfo y en las carreteras colocaban ornatos caprichosos. Los árboles se plantaban en diferentes puntos de la villa, siendo antes bendecidos por el párroco y, como de costumbre, no faltaban los discursos y el banquete.

En Canfranc recordaban las palabras de Costa "España en una nación que, entre otros, padece el mal de piedra", aludiendo a los numerosos calveros. La plantación en 1926 se efectuó en el paseo del río.

Una nutrida rondalla amenizaba el acto en Villanúa. La comitiva se congregaba en la plaza Mayor para escuchar las poesías que recitaban los niños y los himnos, una "Salve al Árbol" y el "Himno al Árbol", original de los oscenses Manuel Montorio y Manuel Banzo Echenique. En 1926 la plantación se efectuó en la partida llamada "La Paúl", colocando 125 chopos canadienses, procedentes del vivero de San Rafael que la Sexta División Hidrológico-Forestal tenía instalado en este término.

En Agüero, después de la plantación (en 1926, en las márgenes de la carretera) la comitiva acudía al lugar denominado "La cochera" donde los niños entonaban cantos alusivos, acompañados por los músicos Manuel Santamaría, Liborio Núñez y Alfredo Curto, y discursos. En febrero de 1926 el Ayuntamiento plantó 12.000 pinos en las proximidades del pueblo.
En la villa de Aragüés del Puerto los niños se dirigían en formación, encabezada por banderas nacionales, cantado composiciones dedicadas al Árbol y a la Patria, al sitio de la plantación (en la "Fuente-nueva" se plantaron en 1927 numerosos tilos).

Los niños de Peñalba acudían a "La Rebalsa", lugar de la plantación en 1926, entonando himnos al árbol y a la bandera. Tras los discursos se repartía entre los niños la tradicional merienda consistente en salchichón, una naranja y el correspondiente panecillo.
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Salas Altas (Foto: C. García)
.Salas Altas celebró en 1920 esta fiesta por primera vez, plantando árboles en la ermita de la Candelaria y en la plaza Mayor. Pomar de Cinca, en 1922. Angüés, Castejón del Puente, Fonz y Javierrelatre la celebraron por primera vez en 1926; en Angüés, en el término "El Rasal", y en Castejón se plantaron cientos de púas de álamo a orillas del Cinca.

En Binaced los niños llevaban su azada al hombro y las niñas unos cántaros con los que se regaban los árboles; todos ostentaban banderitas con los colores nacionales.

Ontiñena (Foto: C. García)
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Otros lugares que demostraron su "culto y patriótico" proceder fueron: La Almunia de San Juan, Alquézar, Arasanz de Benasque, Asín, Bielsa, Bolea, Fiscal (en 1920, en la ribera del río Ara), Huesca (los niños de todos los colegios acudían al cerro de San Jorge o, como en 1920 y en 1922, al camino de Salas, llamado de las Cruces), Javierregay, Peralta de la Sal (en 1926 en los lados de la carretera a la entrada y salida de la villa), Ontiñena (en 1926, en el lugar denominado "Pozo"), Esplús (en 1925, por el camino de Binaced, en el altozano donde está situada la ermita de San Roque), Sariñena, Valfarta, Velilla de Cinca...

CITAS BIBLIOGRÁFICAS
  1. ARAZO, A. y CAÑAS, C.: "Matidero, en la cabecera del Alcanadre", en Cuadernos Altoaragoneses. 29 de abril de 1990.
  2. ARNAL CAVERO, P.: Aragón en alto. Zaragoza, p. 144.
  3. BENITO MOLINER, M: "El ciclo carnavalesco en el Pirineo Central" en Anales del Museo del Pueblo Español. Tomo III. 1990., p. 119 y 12O.
  4. LLANAS ALMUDÉBAR, J.A.: "Glosa número 138: De cuando el Ayuntamiento se metía Cuaresmero" en Folletón Altoaragón. Fascículo 93. Seis de marzo de 1983, p. 9.
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viernes, 8 de febrero de 2013

San Valentín

La inscripción de la piedra recuerda los amores de Rodrigo de Mur, conde de Lapenilla, y Marica, en el Graus de finales del siglo XVI (Foto: C. García)
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EL CICLO FESTIVO ANUAL EN EL ALTO ARAGÓN

Por José Antonio ADELL CASTÁN y Celedonio GARCÍA RODRÍGUEZ

Algunas de las fiestas que celebramos en la actualidad han llegado a perder, en parte, su propio significado, inmersos en una sociedad cada vez más consumista. Es el caso de celebraciones tan universales como el "día de los enamorados".

Muchas de estas fiestas son muy esperadas por los comerciantes porque siempre pueden suponer una fuente de ingresos, pero quizás han perdido parte de su significado real, de su valor, incluso de su romanticismo. El día de San Valentín se conoce popularmente como "día de los enamorados".

San Valentín, sacerdote en Roma en el siglo III, fue detenido, azotado y decapitado en el año 270. Desde muy antiguo se le ha considerado el patrón de los enamorados. En una poesía medieval del francés François Villon, titulada "El San Valentín", expresa los sentimientos del poeta encarcelado y que en esa jornada (el 14 de febrero) recuerda a su amada.

Hablar de los enamorados nos lleva a tratar de aquellas parejas que se hayan distinguido por su amor desafortunado, pasando al campo de lo histórico o de lo legendario. No hablaremos de personajes históricos, de los que ya en la antigüedad se menciona a Marco Antonio y Cleopatra y en nuestra España Medieval al Mío Cid y a Doña Jimena, cuyo matrimonio se produce a pesar de haber dado muerte el Cid al padre de Jimena.

La leyenda de Romeo y Julieta quizá sea la más universal, de tal forma que ha pasado a denominarse a los galanes enamoradizos "romeos". La leyenda procede de un relato de Jenofonte de Efeso, pero entre los muchos autores que tratan el tema ninguno tan magistralmente como Shakespeare en su drama Romeo y Julieta.

También en la España Medieval está basada La Celestina del Bachiller Fernando de Rojas con dos protagonistas: Calixto y Melibea.


Los amantes de Teruel


"Los amantes de Teruel" de Antonio Muñoz Degrain.
En Aragón también tenemos "amantes" y, además, con reconocimiento universal, de tal forma que la ciudad donde sucedieron los hechos ha pasado a denominarse, en algunos folletos, como "Ciudad de los Amantes".

Cartel de las Bodas de Isabel de Segura 2008, por Andrés Chueca
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La leyenda se refiere a los amores de Diego de Marcilla e Isabel de Segura. También numerosos autores han escrito en diversas épocas sobre nuestros amantes, pero quizás la obra más conocida sea la de Juan Eugenio Hartzenbusch Los amantes de Teruel, escrita en 1836. En 1961 el director francés Raymond Rouleau realizó una versión cinematográfica del tema.

La leyenda turolense tiene bases históricas, apoyadas en el hallazgo en 1555 de dos cuerpos momificados en la iglesia de San Pedro de dicha ciudad, supuestos de Diego e Isabel.

Los hechos vienen a ser los siguientes: en 1217 Diego de Marcilla se enamora de la hija de Pedro Segura, Isabel, pidiéndola en matrimonio, pero el padre le recuerda que tiene muchos hermanos y tendrá poca herencia. Acuerdan un plazo de cinco años para que Diego se enriqueciera marchando a la zona de los musulmanes. Cuando se cumple el plazo, Diego regresa y encuentra a Isabel ya casada. Entonces muere y ella, al abrazar su cadáver, también expira. Por este motivo se acuerda enterrarlos juntos en la iglesia de San Pedro. Antonio Ubieto admite el valor histórico de los hechos, fundamentándose en que ambas familias aparecen documentadas en el siglo XIII y en la actuación de Domingo Celadas como juez de Teruel en aquellos años.

En la actualidad los visitantes que acuden a Teruel van a la iglesia de San Pedro, donde se puede ver la capilla de los amantes, y a la sala contigua a la iglesia donde se representa el sarcófago de los amantes, cuyos sepulcros fueron realizados hace unos años por Juan de Ávalos.

Los amantes de Albelda

Albelda (Foto: C. García)

También en la provincia de Huesca podemos hablar de amantes desafortunados. Los lugares donde se sitúan son en Albelda y Graus. En ambos casos la historia, con visos de leyenda, se remonta al siglo XVI.

En el caso de la población literana, el escenario de los amoríos será el castillo de Albelda. Debemos situarnos en la población en aquel período con los Gelabert como señores del castillo. El cronista de Felipe II, el arquero Enrique Cock, a su paso por la villa en 1585 escribe que "la villita, sepultada entre peñascos, cuasi y tiene un castillo cuasi caído en el poniente; al norte en un collado alto, tiene una ermita de San Sebastián. La iglesia de este pueblo es nuevamente fecha de piedra con un campanario, dedicada a San Vicente". Esa iglesia había sido erigida en colegiata por bula papal en 1560.

Albelda (Foto: C. García)

El 1585 es el año en que las Cortes inauguradas en Monzón por Felipe II deben ser trasladadas a Binéfar por enfermedad del rey y clausuradas en esta última población en el mes de diciembre. El monarca se aloja en casa Barber de Binéfar. Posiblemente de allí procediera el bandolero Micer Miguel Juan Barber, que muere en Luesia en 1589.

En el año 1585 Barber se había trasladado con Lupercio Latrás, otro ilustre bandolero, a la ribera del Ebro, donde se une a la banda el sallentino Martón. Asaltan Codo y luego participan en el exterminio de la aljama morisca de Pina de Ebro, matando a doscientos moriscos.

En 1587 Barbastro, Monzón y Tamarite firman un acuerdo de hermandad para luchar contra los bandoleros, ante las actuaciones de Barber y sus compinches por la zona. El castillo de Albelda, en ruinas, pasa a ser cobijo de la banda de Barber.

En Pina de Ebro, Barber había raptado a dos bellas moriscas, que se llevaría al castillo albeldense, donde quedarían retenidas. Un joven albeldense se enamora de una de ellas y en las ausencias de Barber se introduce en el castillo a visitar su amada.

En una ocasión Barber los encuentra juntos y haciendo gala de la dureza que le caracterizaba manda ahorcar a ambos.

El suceso conmocionó a la población y Barber tuvo que huir a Benabarre, mientras que los cuerpos de los dos amantes eran enterrados juntos.

Barber moriría asesinado unos años más tarde por sus compañeros, los Pistoletes, que fueron quienes recibieron la recompensa que por él se ofrecía.

Los vecinos pedirán que el castillo fuera derruido totalmente, puesto que seguía siendo un cobijo de bandoleros. Felipe II quiso salvar la ermita de San Vicente que se encontraba en su recinto, pero el pueblo, temeroso de nuevos asaltos de bandoleros, recibió la orden de su arrasamiento en carta fechada el día 6 de abril de 1593, mientras que don Francisco de Gelabert pediría indemnizaciones como señor del castillo.

Los amantes de Graus
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De la leyenda grausina nos queda la frase "Rodrigo ama a Marica", grabada en la piedra del antiguo palacio de Rodrigo de Mur, Señor de Lapenilla. La inscripción que se encontraba en el interior pasó a la fachada al cambiar de manos el palacio.


Palacio de los Mur, del siglo XV, en Graus (Foto: C. García)
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La dificultad estriba en conocer lo que realmente pasó, pues circulan varias versiones, ninguna con visos históricos, y hasta han existido algunos trabajos que han negado la propia leyenda.

Una de las versiones atribuye los amores a Rodrigo Mur, Conde de Lapenilla, padre, y otra al hijo. El padre participó en las alteraciones de la Ribagorza, al igual que Barber, al lado del Conde Duque de Ribagorza don Hernando de Gurrea y Aragón. Llevó una vida bastante turbulenta, enriqueciéndose con el contrabando de caballos y con el bandolerismo. Al parecer, éste se enamoró de Marica, amor difícil, pues el Conde estaba casado. Sin embargo, por lo menos, pudo dejar sus sentimientos grabados en la piedra. Otros atribuyen los amoríos al hijo. La leyenda dice que el padre quería casar a su hijo con una rica heredera de Graus, pero éste estaba enamorado de María o Marica. Parece ser que el padre y el hijo tendrían sus roces por estos amoríos, pero que finalmente se fijó la boda según las pretensiones de su padre, y ante el asombro de los invitados y el rubor de la novia, Rodrigo enseñó el zócalo de piedra que había mandado grabar para que no quedaran dudas de sus amores. Al final, parece ser, que la boda entre Rodrigo y Marica se produjo y en esta ocasión la historia de los amantes terminaría felizmente, a diferencia de los casos anteriormente mencionados.

Fiestas patronales

En esta jornada algunas pequeñas poblaciones celebran o celebraban su fiesta pequeña. Así, en Lacuadrada, perteneciente al municipio de Torres de Alcanadre, actualmente la fiesta de San Valentín es la única que se festeja. En esta jornada hay misa, procesión, comida popular en la calle, concurso de guiñote y baile.

Javierre del Obispo, con un disminuido censo, en el municipio de Biescas, ya no organiza ningún acto. Abena también festejaba a este Santo en su fiesta invernal.

En Barbastro, el barrio de San Valentín celebra su fiesta, al igual que los otros barrios de la ciudad, en el período estival.

Publicado en “Cuadernos Altoaragoneses”, suplemento del Diario del Altoaragón, Domingo 14 de febrero de 1993
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martes, 5 de febrero de 2013

Presentación de "Heridas de guerra en un corazón altoaragones" en Ámbito Cultural de El Corte Inglés de Zaragoza


Presentación del libro:
HERIDAS DE GUERRA EN UN CORAZÓN ALTOARAGONÉS
de José Antonio Adell Castán
Presenta:
Celedonio García
(profesor y escritor)
Sala ÁMBITO CULTURAL de El Corte Inglés
19:30 horas
Paseo de la Independencia 11, 2ª planta
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Luis Resal, joven estudiante de Huesca, sufre la angustiosa situación de la ciudad en los primeros meses de la Guerra Civil. En esos años vivirá pena­lidades y momentos de indeci­sión, pero sus ideales le ayuda­rán a supervivir. Sus amores, su ímpetu juvenil, su relación con diferentes personas que le ayu­dan o le perjudican en uno u otro bando, le hacen pasar por situaciones peculiares, unas ve­ces dramáticas y otras, incluso, divertidas.
El libro, sin renunciar a la fiabi­lidad de los datos históricos, bucea en las relaciones huma­nas ante circunstancias de difi­cultad extrema y se recrea en aquellos detalles de la vida cotidiana que vivió toda una generación.
José Antonio Adell es licenciado en Historia Contemporánea y Doctor en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte. Ha publicado una treintena de libros de temática aragonesa y ha colaborado en numerosas publicaciones.