Manuel Benito Moliner. Foto: neofato.es/
Nuestro común amigo Eugenio Monesma nos ha comunicado la noticia del fallecimiento de Manuel Benito Moliner. Desde hacía dos años había convivido con su enfermedad en lucha diaria, hasta que finalmente ella se lo llevo. En estos días en el hospital de San Jorge han sido muchos los que han acudido a visitarle. Allí estaba con su amabilidad y aceptación de los hechos, él como médico conocía perfectamente todo lo que le ocurría. Laura, su fiel compañera, no se movía de su lado.
En este momento se agolpan los recuerdos hacia su persona, que son evocaciones de admiración y de gratitud, y de momentos agradables vividos junto a él.
Era fácil sentir admiración por su persona. Su formación era notable, médico y licenciado en Humanidades, pero su conocimiento del mundo de la historia, de la etnología y antropología era impresionante. Había pateado el Altoaragón, especialmente la Hoya y los Monegros. Era difícil nombrar un rincón que él no hubiera conocido o estudiado. Todos los domingos el Diario del Altoaragón nos ofrecía uno de sus brillantes artículos donde, en profundidad, trataba un tema inédito: arte, fiestas, ritos, mitos, Guerra Civil y posguerra u otros aspectos. Además, ha publicado infinidad de artículos y algunos libros sobre Azara, Castejón del Puente, Huesca y él último: Orwell en tierras de Aragón.
Impartió muchas conferencias. Lo hacia sin apuntes con un conocimiento digno de admiración. Interrelacionaba unos temas con otros, conocía ampliamente los aspectos que trataba. Gracias a él descubrimos el mito de las abuelas, conocimos en profundidad el carnaval altoaragonés, supimos de la ruta de la fertilidad, accedimos a los hechos acaecidos en el Altoaragón en la Guerra Civil y posguerra. En Benabarre con su apoyo se recuperó el baile de los salvajes y en el Centro de Interpretación de Adahuesca existen múltiples referencias a sus estudios sobre la mitología.
Además Manuel Benito era un hombre comprometido. Fundó con Ángel Gari, Eugenio Monesma y otros el Instituto Aragonés de Antropología, y fue también su presidente. Desarrolló una eficaz labor. Pasó fugazmente por la política. Era un hombre de gran honestidad y nunca estuvo dispuesto a renunciar a sus ideales y eso le honra.
Los recuerdos se agolpan. Desde aquel 2 de enero que con Eugenio Monesma y con él visitamos la Litera Alta, recorriendo Baldellou, Nachá, Camporrells, Estopiñán…, y Eugenio trajo una botella de champán que descorchamos tras la comida en un descampado junto a Saganta..., hasta este verano, cuando compartimos unas horas en su piso de trabajo, un lugar en el que pasaba horas rodeado de libros, fotos antiguas, trabajos de campo e infinidad de documentos. Era una persona que ponía todo tu material a disposición de quien quisiera emplearlo. Recordamos que cuando en los años noventa estábamos realizando un trabajo sobre fiestas del Altoaragón nos pasó unos datos inéditos de un trabajo suyo sobre el Montsech del Estall para que tomásemos los datos necesarios.
Pudimos oír una de sus últimas conferencias en Sariñena y en Zaragoza presentando el libro sobre Orwell. La enfermedad actuaba, pero una vez más nos sorprendió a todos con su entereza y su empuje. Sin duda seguía siendo una mente privilegiada.
Nunca ha querido reconocimientos, ha huido de ellos, ha sido honesto y fiel a sus principios de los que ha dado ejemplo, ha sido el amigo y compañero que nunca falla. Las personas como Manuel no pasan en balde por esta vida. Dejan una profunda estela. Hoy lloramos su ausencia, pero nos conforta saber que se ha sido una persona extraordinaria que ya forma parte de la historia de esta tierra.
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