miércoles, 27 de abril de 2016

Tres meses en Bolivia compartiendo (1)

Impartición de un seminario de formación a profesores de Secundaria y Universidad

Por José Antonio Adell

El pasado mes de septiembre me jubilé, tras treinta y ocho años dedicado a la docencia. Uno de mis ilusiones era, ahora que tenía tiempo, acudir a algún país en vías de desarrollo para ayudar en lo que he realizado toda mi vida: enseñar.

Había estudiado en los Salesianos y sabía del gran trabajo que desarrollan en diferentes lugares del mundo. Así que hablé con mi buen amigo Josan Montull, salesiano de San Esteban de Litera, en la actualidad director de la comunidad de Huesca.

Tras hablar con el responsable de la inspectoría salesiana consideraron que por mi formación podría apoyar en la Universidad Salesiana de Bolivia. Acepté al momento y tuve los primeros contactos por correo electrónico con el rector de la universidad, el salesiano mejicano P. Thelian Argeo Corona.

El 24 de enero por la mañana mi esposa María Jesús y mi hija pequeña Ana me despedían en el AVE en Lleida. Y unas horas después lo hacía en el aeropuerto de Barajas de mi hija mayor María, que se había trasladado desde Talavera de la Reina.

El viaje en avión es duro. Son doce horas con en reducidos espacios. Primera escala en Santa Cruz y otro vuelo que te lleva hasta El Alto a 4.000 m. Allí me estaban esperando en el aeropuerto los dos únicos salesianos que están en esta universidad, el padre rector y el padre Marcelo, boliviano.

La universidad se encuentra a 3.800 m. de altitud y los dos primeros días pagué el no hacer caso a los consejos. Paseé por las calles paceñas el segundo día y no tendría que haberlo hecho. El mal de altura o “soroche” me llegó y lo pase mal: dolor de cabeza, fiebre, enfriamiento, gastritis. A pesar de todo no guarde cama. Me dieron unas pastillas y lo que es tradicional aquí el mate de coca, una infusión que te ayuda a superar los efectos de la altitud.

Otro problema fue en los días siguientes que no había calefacción ni en las clases ni en la residencia. Durante el día la temperatura no es excesivamente fría, pero por la noche puede bajar a los dos o tres grados. Así que mantas y edredón y recordaba que en infancia en la torre de campo que vivía con mis padres y mi hermano tampoco tenía calefacción. Al final me acostumbré.

Continúa:
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Tres meses en Bolivia compartiendo. Una universidad en uno de los barrios más pobres, Achachicala (2)

Grupo de alumnos de uno de los turnos de noche

Por José Antonio Adell

(Ver apartado anterior)

Una universidad en uno de los barrios más pobres, Achachicala

La universidad se ubica en el barrio de Achachicala en la zona Norte de la Paz, camino de El Alto, que se encuentra tan solo a cinco kilómetros. Esta ciudad ha crecido espectacularmente en los últimos treinta años y ahora llega al millón de habitantes.

La zona Norte de la capital de Bolivia es más pobre y la zona Sur, más moderna. Las casas de Achachicala son de ladrillo y no están pintadas. Los edificios se empiezan a construir pero nunca se terminan.

Le llaman a esta universidad “la joya del barrio” y asisten a ella muchos alumnos en turnos de mañana y noche, la mayoría tras haber trabajado ocho o más horas y algunos llegan cansados. La universidad realiza una gran labor social y académica con estos jóvenes.

Achachicala, en quechua, significa “la piedra vieja”. Algunas zonas del barrio son peligrosas en lo avanzado de la noche. En este barrio fue torturado y asesinado hace cuarenta años el sacerdote jesuita español Luis Espinal, que impartía clases en la Universidad Católica de La Paz.

A esta universidad acuden en torno a cinco mil alumnos que estudian cinco carreras. Yo colaboré en la de Sicomotricidad, Salud, Educación y Deportes, y también en los posgrados y maestrías de los docentes que luego se dedican a la docencia.

Impartí varias asignaturas siempre de forma altruista, pues esa era mi colaboración. Estas asignaturas formaban parte de un programa completo semestral, por lo que yo daba la parte del temario que consideraba el profesorado que podía aportarles a los alumnos nuevas ideas.

Grupo de alumnos de primero de Sicomotricidad del turno de mañana

Existen en esta universidad dos turnos. El de mañana comienza a las 7:30 y termina a las 12:30 y el de tarde se inicia a las 18:30 y concluye a las 22:30. Una buena parte de los alumnos trabajan en diversas ocupaciones, especialmente los del turno de tarde y deben compatibilizar su trabajo con la universidad. Con una parte de lo que ganan en su trabajo pueden pagar sus estudios. Normalmente los precios de las carreras no son altos, incluso los que no pueden llegar a pagar la matrícula entera se les da una beca a cambio de que colaboren en el mantenimiento de las instalaciones o en algún trabajo puntual.

En el turno de tarde, los alumnos cenan en el aula pues si no, no pueden hacerlo. Ellos se traen sus alimentos que consumen mientras se imparte la docencia. Sin embargo son muy respetuosos con el profesor. Hay jóvenes universitarias que han sido mamas y traen su bebes a clase, pues no lo pueden dejar con nadie. A veces el niño llora y en el aula las explicaciones del profesor se mezclan con los llantos del niño. Los compañeros les apoyan y se turnan, normalmente, las chicas en cuidar al bebe, además de la madre.

Recuerdo que una de estas chicas me comentó que el padre del niño se desentendió de él y que ella estaba sacando adelante al hijo trabajando y estudiando. Otro alumno de los Yungas me comentó que se pagaba sus estudios trabajando de minero en sus vacaciones.

A pesar de todas estas circunstancias, los alumnos son muy agradecidos y adoran a sus profesores. A mí me pidieron que me quedara más tiempo y puedo decir que en la despedida salí emocionado de todas las aulas. Además de todos los agradecimientos que expreso al final debo reconocer también la excelente colaboración y actitud de la profesora Miriam Cejas con la que compartí varias de sus asignaturas.

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Tres meses en Bolivia compartiendo. Experiencias en otras universidades (3)


Alumnos de Sicología de la UMSA

Por José Antonio Adell

(Ver apartado anterior)


Experiencias en otras universidades

Los sábados colaboré en cursos para docentes. Recuerdo un grupo de profesores de El Alto que me comentó que estaban amenazados por grupos que se dedicaban a la venta de drogas a alumnos de secundaria, a pesar de lo cual seguían impartiendo sus clases con valentía y dignidad. 
Me solicitaron de otras dos universidades que pudiera impartir algunos cursos, lo que también realice de forma altruista. Era para lo que había venido.

Curso a profesores de la UMSA

Una de ellas fue la UMSA, es la mayor universidad pública de Bolivia con 90000 alumnos y la de mayor prestigio. Aquí di un curso para los profesores que se incorporaban a la universidad (había médicos, arquitectos, periodistas, profesores, etc.) y otro para profesores y estudiantes de Sicología. En todos los casos encontré profesores ilusionados con su trabajo y convencidos que en las manos de sus alumnos estaba el futuro de Bolivia.

Otra de las universidades a la que acudí fue la Universidad Católica San Pablo donde impartí algunas conferencias en diferentes cursos acompañado por el padre Marcelo.

Colaboré también con programas de radio educativa de la Universidad Salesiana y di algunas conferencias en la ciudad que me solicitaron sobre el santo Grial.

Con profesores y compañeros en el Centro Boliviano Americano

Mi esposa me acompañó en los últimos veinte días de estancia y con ella dimos un curso de formación a profesores del Centro Boliviano Americano y otro a los maestros de las Escuelas Populares Don Bosco.

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Tres meses en Bolivia compartiendo. La Paz: Una ciudad de múltiples contrastes (4)


Desfile de las fraternidades en el carnaval paceño

Por José Antonio Adell

(Ver apartado anterior)

La Paz: Una ciudad de múltiples contrastes

La Paz está ubicada en un valle que, aquí, denominan la Hoyada. Se extiende de forma alargada a uno y otro lado de la ladera. Las calles son empinadas y la única forma de poder desplazarte es lo que aquí se denomina movilidad. La conforman vehículos bastante anticuados que ante el caos circulatorio hacen sonar sus cláxones y bocinas de manera estridente. La circulación es caótica y desorganizada.

No se respetan los pasos de cebra para los peatones que están casi borrados. Los semáforos, en ocasiones, parece que estén por demás. En la calle se observan puestos de diferentes mercancías y familias enteras vendiendo esos productos. Las cholas son las mujeres con indumentaria tradicional de Bolivia: falda ancha y sombrero tipo bombín que cargan a su espalda pesados fardos o a sus propios hijos pequeños. Es curiosa esa indumentaria de estas mujeres que usan el aguayo como manta de pecho prendida a un hombro que colocan por encima de la chaquetilla, ambas de vivos colores, al igual que la falda o pollera. Muchas llevan a espaldas a sus hijos u otras veces pesados fardos.

Llaman la atención las cebras, estudiantes que disfrazados de este animal intentan buscar el civismo y que se respeten las señales. Les paga el ayuntamiento de la ciudad. Los limpiadores de zapatos esconden su rostro tras un pasamontañas. Son estudiantes o personas que no quieren ser reconocidas pues consideran deshonroso su oficio.

El corazón de la ciudad lo marca el tumulto de la calle Murillo y al fondo se divisa el majestuoso Illimani nevado. Es un macizo que consta de cinco picos, el más alto, el Sur, supera los seis mil cuatrocientos metros. Forma parte de la identidad paceña y su visión al fondo de la ciudad encandila.

La iglesia de San Francisco es el edificio más significativo de la capital. Se construyó sobre una primitiva iglesia que fundaron los franciscanos y se desplomó a comienzos del siglo XVII a consecuencia de una nevada. Aquí se dividía La Paz. Hacia el Norte estaban los indios y de aquí hacia el Sur los españoles. La iglesia se terminó en 1784. Corresponde al arte barroco, pero el espesor de sus muros es de dos a tres metros. Es la iglesia más importante de Bolivia.

En la cripta de la basílica aparece la tumba de Diego Baena y también los héroes de la revolución boliviana, que liberaron la ciudad en 1809. Destacan también el claustro antiguo y el claustro mayor.

Puesto de venta en la popular calle de las brujas

En la plaza de acceso puedes encontrar personas pidiendo, malabaristas, mujeres que te venden diferentes productos, pero lo interesante es adentrarse en las calles aledañas a la iglesia y especialmente en lo que aquí se denomina Mercado de las Brujas o Mercado de la Hechicería. Ocupa cuatro calles, dicen que procede de la cultura aymara, pero es bien exótico.

Por un lado hay productos para realizar rituales de agradecimiento a la “pachamana” (la madre tierra), amuletos y objetos tradicionales, plantas curativas, y lo que más me llama la atención los fetos de llama que dice que sirven para proteger las casas nuevas. Están colgados en cestos o penden de cordeles. Parece ser que el ritual consiste en enterrar el feto en la tierra sobre la que se va construir la nueva vivienda.

Se ven también ratas, ranas y sapos disecados. Los bolivianos suelen ser muy supersticiosos. Quizás les venga de la cultura del mundo indígena. Creen que los amuletos o remedios pueden curar enfermedades, cambiar la suerte de la vida, triunfar en el amor o conseguir dinero.

La “pachamama” es una figura que recuerda la madre tierra y que, según las vendedoras con esta figura va bien la familia, el trabajo, el amor, la energía, Algunos curanderos indígenas predicen el futuro y curan males del alma. Sin duda llegar aquí es sumergirte en la cultura ancestral de los pueblos indígenas bolivianos.

Otro centro neurálgico es la Plaza Murillo que lleva el nombre de Pedro Domingo Murillo héroe de la independencia boliviana. Allí se encuentra el palacio de gobierno o palacio Quemado por el incendio que sufrió en 1875. En su puerta da colorido la guardia presidencial con chaqueta y gorras rojas. Son amables y dejan que les fotografíes.

Vista parcial de la ciudad

Al lado está la catedral, del año 1835, un edificio de grandes dimensiones de cinco plantas y a la derecha el parlamento boliviano. El poder judicial permanece en Sucre que es la capital constitucional de Bolivia. Numerosas palomas encontramos en la ajardinada plaza en cuyo centro se erige el monumento a Pedro Murillo.

En dicha escultura encontramos una imagen de una mujer que simboliza la madre patria, a su lado, un león símbolo de victoria. El libertador se representa con una capa en el brazo y en la mano un sombrero. La plaza se completó con esculturas femeninas que representan las cuatro estaciones del año y las cuatro musas de las artes.

Recuerdo en esta estancia la celebración del lunes de carnaval o fiesta de la Jiska Anata, celebración que deriva de la tradición aymara de la llegada de las primeras cosechas. Desfilan cerca de cincuenta grupos o fraternidades como les llaman aquí. Es un placer para los sentidos. Qué riqueza étnica y multicultural tan impresionante. Más de veinte danzas nacionales y con atuendos representativos de diferentes zonas y etnias del país.

Tres meses en Bolivia compartiendo. Un país de grandes encantos y tradiciones ancestrales (5)


Con mi esposa María Jesús en el salar de Uyuni

Por José Antonio Adell

(Ver apartado anterior)

Un país de grandes encantos y tradiciones ancestrales

Algunos fines de semana, o cuando llegó mi esposa, he podido recorrer algunos lugares de este inmenso país (es el doble de España en extensión, pero solo viven diez millones de personas). Algunos de estos espacios que pudimos visitar son:


En el salar se pueden realizar fotografías jugando con las distancias

A) Salar de Uyuni

Son diez mil kilómetros cuadrados de sal, dos terceras partes de la provincia de Huesca, lo que supone un lugar único en el mundo. De los visitantes que llegan algunos eligen la opción de tres días que les lleva, además del salar, a los geiseres y al parque Avaroa.

Nosotros estuvimos solo un día disfrutando de ese paisaje excepcional. Vistamos el cementerio de los ferrocarriles, Colchani (el pueblo construido con sal) o la isla del pescado, donde los cactus llegan a los doce metros de altura.

Islas flotantes en el lago Titicaca

B) Lago Titicaca y Copacabana

El lago Titicaca es el más alto del mundo. Se encuentra ubicado a tres mil ochocientos metros de altitud y este espacio lo comparten Bolivia y Perú. Tiene más de un kilómetro de costa y en su mayor profundidad está próximo a los trescientos metros. Su extensión es la mitad de la provincia de Huesca.

Recuerdo que en la escuela, en los primeros años, en los mapas de América siempre hablábamos del lago Titicaca. Nunca pensaba que estaría aquí. Más de veinticinco ríos desaguan sus aguas al lago. El estrecho de Tiquina que se cruza con barca divide sus aguas en lo que aquí denominan lago Mayor y Menor.

En la orilla del lago se encuentra la población de Copacabana. La joya es la basílica de la Virgen, patrona de los bolivianos. Es de estilo renacentista y morisco. A mí me recordaba el mudéjar aragonés. Fuera se encuentra la capilla abierta o también llamada de indios, ya que aquí se realizaban celebraciones al aire libre donde acudían los indígenas.

Las islas del Sol y de la Luna son otro de los atractivos del lago. En la primera de ellas no circulan los coches y todo el transporte se realiza con asnos. Aquí está el origen de la civilización inca y nos acercamos hasta el templo que el emperador visitaba para realizar su ofrenda todos los años.

Las islas flotantes construidas con totora es otra de las ofertas turísticas del lago. Fueron levantadas por los uros, pueblo indígena de la zona.

Puerta del Sol. Tiwanaku

C) Tiwanaku

Fue el centro de una importante civilización, anterior a los incas, que se inició en el 1000 antes de Cristo y duró casi dos mil años. Se extendió por el Altiplano andino y observando sus restos arqueológicos nos induce a pensar que poseían una tecnología muy avanzada, patente en los grandes monolitos, en los estudios sobre el movimiento de lo sol o la incidencia de sus rayos o en la perfección de los ángulos rectos tallados en la piedra.

Casa de la Libertad en Sucre, donde en 1825 se firmó la independencia de Bolivia

D) Sucre

Fue declarada, al igual que Potosí, patrimonio cultural de la humanidad por la UNESCO. Es la capital constitucional de Bolivia y aún permanece aquí el poder judicial, mientras que el legislativo y el ejecutivo fueron trasladados a La Paz en 1899 tras la llamada Guerra Federal entre los liberales paceños y los conservadores de Sucre. Se le denomina también la ciudad blanca y nos recordaba los pueblos blancos de Andalucía. Antes de la llegada de los españoles su nombre era Choquechaca y esta era la tierra de los charcas que mantenían cierta autonomía con respecto a los incas.

Sus calles empedradas o pavimentadas y bien alineadas, sus fachadas encaladas, sus fuentes, sus plazas ajardinadas le confieren una singular belleza. En su gastronomía destacan los chorizos chuquisaqueños, la cazuela de maní y como bebida la chicha criolla. Además sus ricos chocolates y bombones.

En la casa de la Libertad se proclamó la independencia de Alto Perú el 6 de agosto de 1825. Tiene un patio cuadrado en cuyos lados aparecen las distintas estancias: Salón de la Independencia, Salón del Senado, Sala Virreinal, Sala del mariscal Sucre, Sala de los guerrilleros, etc. La historia de Bolivia está reflejada en los diferentes paneles y recuerdos.

Otros lugares de la ciudad que nos resultaron de gran interés fueron la Recoleta, la iglesia de San Francisco, el museo etnológico, el cementerio y por supuesto el recorrido por las calles y plazas del centro histórico.

Alrededores de Coroico

D) Coroico 

En el camino hacia Los Yungas te encuentras con un paisaje espectacular conformado por montañas de gran altitud y tierras inhóspitas con una vegetación tropical. La población de Coroico está considerada como la más turística de Bolivia


Valle de la Luna

E) Valle de la Luna


El lugar semeja un desierto o paisaje lunar que ha sido resultado de la erosión de la arcilla en el cañón del río Choqueyapu. Esta erosión se ha producido por la lluvia, el viento y la acción de las aguas subterráneas. Los sabios le llaman a esto “badland”, es decir un paisaje en el que aparecen barrancos, cañones, cárcavas, chimeneas de hadas y otras formas todas ellas presentes en el recorrido.

El astronauta Amstrong, dicen que estuvo aquí y fue quien le dio ese nombre por su parecido con la superficie lunar.

Rincón de Cuzco

F) Cuzco ( Perú)

La ciudad sorprende rodeada de montañas, pero ubicada en un valle. Tras la llegada a la estación de autobuses tomamos una larga avenida que se denomina Sol. Atravesamos monumentos dedicados a los incas, jardines, fuentes y una ciudad muy limpia y cuidada. Está habitada por unas cuatrocientas mil personas, una buena parte de las cuales viven del turismo. A ambos lados de la avenida se levantan una buena cantidad de hoteles de tres, cuatro y hasta cinco estrellas. Algunos conservan su arquitectura colonial y otros son más modernos. Paneles con motivos culturales incaicos y forjados en hierro para separar los dos carriles con otros motivos de la misma temática me van causando una excelente impresión.

Llegamos a una zona con un césped muy cuidado, al final de la cual se ve el impresionante convento de los dominicos que fue construida sobre edificaciones incas. Aquí le denominan el Qorikancha.

Después llegamos a la plaza de Armas, corazón de la ciudad y aquí ya es muy difícil describir toda la maravilla que aparece ante nuestros ojos. La plaza es enorme y me recuerda a las de Castilla, pero aún más enorme. En medio destaca una zona ajardinada muy bien cuidada y luego frente a mí veo al catedral que me parece inmensa, junto a las iglesias del Triunfo y de la Sagrada Familia. En otro lado se eleva la iglesia de la Compañía y completan el rectángulo que forma la plaza diferentes edificios de época colonial todos con sus porches.

En las afuera de la ciudad visitamos diversas construcciones de la apoca de los incas. Desde aquí parte la excusión al mítico Machu Pichú.

Tres meses en Bolivia compartiendo. Y una despedida con lágrimas (y 6)

Monumento a los incas en el estrecho de Tiquina

Por José Antonio Adell

(Ver apartado anterior)

Y una despedida con lágrimas

Fueron tres meses los que estuve de voluntario y en los últimos veinte días me ha acompañado, como he dicho, mi esposa María Jesús que también colaboró con un centro de Primaria y con charla a docentes.

Cuando llegó el momento de regresar ansiaba ese momento por estar con mis hijas, con mi hermano, con mis amigos y compañeros; pero no podía imaginar lo que me iba a ocurrir.

En casi todas las despedidas en la universidad, con los profesores, con los alumnos, en la comunidad, con personas que conocí, terminé con lágrimas en los ojos. Viene a enseñar y soy yo el que ha aprendido de todos ellos. Son personas que se manifiestan humildes, sencillos, y que luchan por sacar adelante a su familia, por labrarse un futuro. Son personas que te quieren y valoran tu compromiso. Por eso al abandonar Bolivia me doy cuenta que he vivido una gran experiencia y que el reto no ha sido fácil, pero ha valido la pena.
Con el rector, el padre Thelían Argeo Corona

Finalmente quiero agradecer a todas las personas con las que compartí esta experiencia en tierras bolivianas. A las personas de la Universidad Salesiana de Bolivia en la Paz por haberme acogido y confiado en mí desde el primer momento de mi llegada: al rector, a la comunidad, a los voluntarios y a los profesores, administrativos y a los alumnos, en especial a aquellos que recibieron mis enseñanzas como voluntario. Todos ellos consiguieron que, tras mi estancia en Bolivia, abandonase el país con lágrimas en los ojos.

También a la Universidad Pública San Andrés (UMSA), a la Universidad Católica, al Centro Boliviano Americano y a las Escuelas Populares Don Bosco agradeciéndoles las invitaciones que me realizaron para impartir cursos y conferencias (impartidas de forma altruista) y la buena valoración que realizaron de éstas.

También a las gentes paceñas que pude conocer por su hospitalidad, por su amabilidad, por su gentileza y por el buen trato que siempre me dieron. Y a tantos amigos y compañeros que me apoyaron con sus palabras desde España durante la estancia.

A mi esposa María Jesús, que me acompañó las últimas semanas, a mis hijas María y Ana y a mi hermano Javier por la comprensión que han tenido por mi experiencia.