domingo, 23 de abril de 2017

La XXXV Carrera de la Solidaridad, con participación de lujo y más de 1300 euros recaudados

Solidaria con la Asociación Down de Huesca en Zaidín

Grupo de cabeza en las primeras vueltas de la "XXXV Carrera de la Solidaridad": Mustapha Sabhi, Sergio Mallada, Juan Luis Pérez y Sergio Supervía; detrás, Noureddine Naggazi y Marc Aranda

Servicio Comarcal Deportes Bajo Cinca

Tras el desarrollo de todo el programa de carreras de la milla urbana se daba paso al broche final de la jornada, con la celebración de la XXXV Carrera de la Solidaridad, que este año fijaba la localidad de Zaidín y el marco de su prueba atlética como sede de esta tradicional cita en el atletismo aragonés.

Fieles a su cita Celedonio García y José Antonio Adell se convertían en maestros de ceremonias y tras el pregón de la carrera se pasaba presentar a todos los corredores participantes, amenizado por música tradicional de las carreras de “pollos”.

La carrera de la Solidaridad surgió en 1994, tras la catástrofe de Ruanda. Un grupo de corredores fondistas, ligados al C.A. Monzón, secundados por otros habituales en las “Carreras Pedestres” (antiguas “Corridas de Pollos”) que tradicionalmente se disputan por toda la geografía aragonesa durante las fiestas patronales, destinaron todo el presupuesto de una carrera (aquél año fue la celebrada en la localidad altoaragonesa de Santalecina) para ayudar a los afectados.

Aquella carrera fue el inicio de un compromiso anual, consolidado dos años después con motivo de la trágica riada que afectó al Camping “Las Nieves” de Biescas. A partir de entonces los atletas tomaron la decisión de celebrar una o dos Carreras de la Solidaridad anuales.

En Zaidín se dieron cita casi 30 atletas que, a modo de invitación, acudían a disputar esta tradicional prueba en la que en esta ocasión todos los premios en primas económicas se donaban a una causa benéfica, en este caso a la Asociación Down de Huesca para la construcción de una residencia en la localidad de Fonz. Por ese motivo estuvo presente también su presidente Máximo López que conjuntamente con el alcalde de Zaidín Marco Antonio Ibarz daban la salida de forma conjunta.

Frenético el ritmo desde sus inicios, con deportistas con muchos títulos regionales y nacionales es sus espaldas, que hicieron vibrar de nuevo al numeroso público que aplaudía cada uno de los sprints para disputar las primas que se les iban proponiendo.

Tras las veinte vueltas del trazado y más de 5000 metros recorridos las victorias recaían en Sergio Supervía y Nuria Sierra, que bailaban la tradicional jota como campeones.

Más de 1300 euros se recaudaban para la causa solidaria, cantidad que seguramente pueda verse incrementada con las aportaciones de última hora y que tendrán un uso inmediato a través de la Asociación Down de Huesca.

Tras todo el programa de carreras se pasaba de forma inmediata al reparto de premios en todas las categorías en la zona de podium y la posterior merienda en el Polideportivo para todos los atletas, se cerraba una brillante edición que dejó muy buenas sensaciones a todos los asistentes y con ganas de repetir en el año que viene.

Comarca del Bajo Cinca.
Area de Deportes.
22 Abril 2017

Participantes en la "XXXV Carrera de la Solidaridad"

HOMBRES:
  1. Sergio Supervía Pocino, de Aínsa
  2. Juan Luis Pérez Cruz, de Lleida
  3. Marc Aranda, de Lleida
  4. Sergio Mallada, de Monzón
  • Noureddine Neggazi, de Lleida
  • José Luis Alós, de Monzón
  • Omar Sancho, de Monzón
  • Israel Tena, de Monzón
  • Héctor Calvo, de Lleida
  • José Ramón González Cámara, Monzón
  • Juan Antonio Agustín, de Fraga
  • Juan Chicano, de Monzón
  • Mustapha Sabhi, de Córdoba
  • Julio César Simbaña, de Zaragoza
MUJERES:
  1. Nuria Sierra, de Monzón
  2. Mónica Saludas, de Monzón
  3. Nuria Esteve, de Lleida
  4. Angélica Damoc, de Rumanía
  • Laura Rosell Lozano, de Lleida
  • Andrea Barranco, de Monzón
  • Alegría Vargas, de Monzón
  • Mª Carmen Caballero, de Monzón
Crónica de la VII Milla de Zaidín:
http://aragonia-pedestrismo.blogspot.com.es/2017/04/nuria-esteve-y-marc-aranda-se-imponen.html
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martes, 11 de abril de 2017

La cultura del agua en Aragón, con sus tradiciones y leyendas, en El Grado

El Grado - Lo Grau
VIII FIESTA DEL CRESPILLO

Charla con proyección y música en vivo

AGUA, CULTURA Y TRADICIÓN ARAGONESA
El agua en las leyendas y tradiciones de Aragón 

El Grado, 15 de abril de 2017
18:00 horas
Local Social
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José Antonio Adell Castán y
Celedonio García Rodríguez

MÚSICA
Hermanos Enrique y Santiago LLEIDA LANAU
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ORGANIZA: 
Asociación de Vecinos y Amigos de El Grado-Lo Grau
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Acompañados en El Grado con la música de los hermanos Lleida,  haremos un recorrido sobre la Cultura Tradicional del Agua en Aragón: Patrimonio hidráulico, agua para calmar la sed, agua para redimir la tierra, agua del cielo, oficios del agua, corrientes y masas de agua, y agua salud y ocio.


Los hermanos Santiago y Enrique Lleida complementarán la imagen y la palabra con música original. Los dichos, refranes, adagios, aforismos, coplas, rogativas, romances y leyendas, de la cultura popular del agua nos guiarán en el recorrido por Aragón.

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Santiago Ramón y Cajal y el ejercicio físico: Infancia

Ayerbe, lugar donde pasó su infancia Santiago Ramón y Cajal

DEPORTES Y JUEGOS TRADICIONALES

Por José Antonio ADELL CASTÁN y Celedonio GARCÍA RODRÍGUEZ

Durante toda su vida don Santiago Ramón y Cajal, nacido el 1 de mayo de 1852, tuvo gran afición a la gimnasia y al deporte. Su padre ya fue un consumado andarín, aunque su práctica fuera muchas veces efecto de la necesidad. Don Justo Ramón Casasús, padre de Santiago, a los veintidós años realizó a pie, por ahorrarse unas pesetas, el recorrido desde Javierrelatre hasta Barcelona (1).

También tuvo que recorrer a diario los montes del término de Peraltilla siendo médico de esta población; era de los que llamaban de espuela. Las caminatas y la abundante y variada caza que encontraba a su paso, despertó en el padre de Santiago las aficiones cinegéticas.

A su abuelo paterno tampoco le faltaron cualidades, como podemos apreciar en la descripción que de él hizo Ramón y Cajal: "un montañés rubio, casi gigante (...), admirable por su agilidad y su fuerza".

La fuente que nos aporta mayor información sobre la actividad física de Santiago Ramón y Cajal es una autobiografía de su infancia y juventud (2); en esta obra nos cuenta que su verdadero maestro, en los primeros años de educación e instrucción, fue su padre; en él veía Santiago a un "fabricante de cerebros originales", resultado de lo que entendía como el gran triunfo del pedagogo.

Su padre ejercitaba la placentera función del docente; esa natural vocación a la enseñanza la explicaba con las siguientes palabras: "Hay, realmente, en la función docente algo de la satisfacción altiva del domador de potros; pero entra también la grata curiosidad del jardinero, que espera ansioso la primavera para reconocer el matiz de la flor sembrada y comprobar la bondad de los métodos de cultivo".

Juegos de la niñez en Ayerbe

Los conocimientos precoces que adquirió con su padre le servirían para sobresalir en las diversiones de su infancia, transcurrida en Ayerbe, "tomando parte en los juegos colectivos, en las carreras y luchas de cuadrilla a cuadrilla y en toda clase de maleantes entretenimientos con los que los chicos de pueblo suelen solemnizar las horas de asueto".

Independientemente del resultado que pudiera alcanzar en esos juegos de la niñez, que más adelante citaremos, Ramón y Cajal destacaba positivamente la virtud educadora de la combinación proporcional de ejercicio físico y mental: "En esos certámenes de la agilidad y de la fuerza, en esos torneos donde se hace gala del valor, de la osadía y de la astucia, se valoran y contrastan las aptitudes, se templa y robustece el cuerpo y se prepara el espíritu para la ruda concurrencia vital de la edad viril".

Cajal parecía estar de acuerdo con aquellos educadores que aseguraban que todo el porvenir de un hombre está en su infancia, y con Rod, Fröebel, Gros, France, Giner, Letamendi, Castillejo, y otros muchos, que concedían al juego de los niños gran importancia para el desarrollo físico y para el adiestramiento y la formación del carácter.

Ramón y Cajal siempre creyó que los juegos de los niños eran una preparación absolutamente necesaria para la vida. Merced a ellos, el cerebro infantil apresura su evolución. Cajal recoge la definición expresada por Thomas de lo que significa jugar: "es aplicar los propios órganos, sentirse vivir y procurarse la ocasión de conocer los objetos que rodean al niño, objetos que son para él un perpetuo milagro".

Llegó con ocho años a la villa Ayerbe, donde su padre había obtenido la plaza de médico. Allí compartió con los niños de la villa sus juegos del peón, del tejo, de laespandiella, del marro, a las carreras, luchas y saltos en competencia, y no faltaron las zalagardas. Los inocentes juegos del marro y el tejo alternaban con las pedreas, el merodeo y la rapiña, "sin consideración a nada y a nadie". Las ocupaciones favoritas de los "zagalones del pueblo" consistían en descalabrarse mutuamente a pedrada limpia, romper faroles y cristales, asaltar huertas, hurtar uvas, higos y melocotones.

Causas del inquieto comportamiento de Cajal

Sin duda estas acciones eran una huída de lo que Cajal consideraba la mayor de las torturas: el reposo. Ya de mayor se dio cuenta de la verdad que recogían las palabras de Bouillier, emulando a Aristóteles: "Hay placer cuantas veces la actividad del alma se ejerce de acuerdo con su naturaleza y según el sentido de la conservación y desenvolvimiento del ser". Pasados unos años tendría la oportunidad de comprobar como con las peleas entre muchachos "se afina la atención vigilante y se fortalece la aptitud para rechazar agresiones inopinadas e injustas".

La respuesta a tan inquieto comportamiento infantil la encontró leyendo libros que trataban del gran problema de la educación y de la psicología de los juegos; la clave estaba en "el ansia de emoción y en la atracción irresistible del riesgo". Herbert Spencer comparaba al niño con el salvaje: "A semejanza del indio bravo, el niño es todo voluntad. Ejecuta antes que piensa...".

Ramón y Cajal aún añadía otros dos instintos que consideraba propios del perfecto anarquista que hay en el fondo de cada cabeza juvenil: la crueldad y la inclinación al dominio. La opinión que le merece el comportamiento de los niños es un reflejo de su propio carácter infantil; el abuso de la fuerza con el débil, así como la agresión injusta y cruel que sufre en sí mismo, influirían en él con más fuerza y espíritu de imitación que los sabios consejos de su padre.

Sin embargo, los conocimientos adquiridos de las enseñanzas de su padre en geografía, gramática, cosmografía, física, así como el hábito de reflexión, le sirvieron para sobresalir rápidamente entre los "ignorantes pilluelos" que le rodeaban, y que en un principio le habían rechazado, en la maquinación de ardides, picardías y diabluras como en el dominio de los juegos y luchas más o menos brutales.

En este sentido, Cajal recordaba una frase de Quevedo, que le parecía una chuscada, pero que encerraba un fondo de verdad; decía a Pablos su tío el verdugo de Segovia: "Mira, hijo, con lo que sabes de latín y retórica, serás singular en el arte de verdugo".

La persistencia en la ejercitación gimnástica, "manía" que arrastraría hasta bien entrada su juventud, le proporcionaría músculos vigorosos, agilidad y perspicacia en la vista; Cajal manifestaba: "Brincaba como un saltamontes; trepaba como un mono; corría como un gamo; escalaba una tapia con la viveza de una lagartija, sin sentir jamás el vértigo de las alturas, aun en los aleros de los tejados y en la copa de los nogales, y, en fin, manejaba el palo, la flecha, y sobre todo la honda, con singular tino y maestría".

Cajal para todo

Por sus aptitudes y disponibilidad para participar en todo tipo de travesuras y algaradas, su concurso era solicitado por muchos y como él decía, no para cosa buena: "¿Había que armar una cencerrada contra viejo o viuda casados en segundas o terceras nupcias? Pues allí estaba yo dispuesto de tambores y cencerros y fabricando flautas y chifletes, que hacía de caña, con sus correspondientes agujeros, lengüetas y hasta llaves (...) ¿Disponíase una pedrea en las eras cercanas o camino de la fuente? Pues yo cargaba con el delicado cometido de fabricar las hondas, que hacía de cáñamo y de trozos de cordobán traídos por los camaradas (...) ¿Jugábase a guerreros antiguos? Pues a mi industria se acudía para yelmos y corazas, que fabricaba de cartón o de latas viejas, y sobre todo para labrar las flechas, en cuya elaboración adquirí gran pericia (...) Cazábamos con ellas pájaros y gallinas, sin desdeñar los perros, gatos y conejos, si a tiro se presentaban".

Ramón y Cajal creía que todas estas chiquilladas tenían, y así sucedería con su persona, decisiva importancia "no sólo para la formación del carácter, sino hasta para la conducta ulterior durante la edad viril".

Estas reflexiones "cajalianas" estarían motivadas por el irritante matonismo que se encontraría a su llegada al Instituto de Huesca. Ante estas agresiones, según Cajal, sólo se podían adoptar una de estas tres actitudes: "el halago y la lisonja hacia los atropelladores, la invocación a la autoridad de los superiores o, en fin, el ejercicio supraintensivo de los músculos combinado con la astucia".

Esta última sería la actitud adoptada por nuestro personaje, ya que las otras dos las consideraba deshonrosas. "Para tener a raya a los fuertes -pensaba- es preciso sobrepujarlos o por lo menos igualarlos en fortaleza".

CITAS BIBLIOGRÁFICAS

(1) ANTÓN DEL OLMET, Luis y DE TORRES BERNAL, José: Los grandes españoles. Cajal. Editorial Magna Iberia, Madrid, 1918, p. 25, y GRACIA VICIÉN, Luis: Juegos aragoneses. Historia y tradiciones. Mira Editores-DGA, Zaragoza, 1991, p. 197.

(2) RAMÓN Y CAJAL, Santiago: Mi infancia y juventud. Espasa Calpe, Madrid, 1961 (séptima edición). Obra fundamental para conocer sus andanzas relacionadas con el ejercicio físico y el deporte.

Publicado en “Cuadernos Altoaragoneses” del Diario del Altoaragón, Domingo, 9 de junio de 1996
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Santiago Ramón y Cajal y el ejercicio físico: Juventud

Cajal en pose atlética

DEPORTES Y JUEGOS TRADICIONALES

Por José Antonio ADELL CASTÁN y Celedonio GARCÍA RODRÍGUEZ


A principios del año 1864, sin haber cumplido todavía los doce años, Santiago Ramón y Cajal fue matriculado en el Instituto de Huesca. Nada más llegar, el sentimentalismo soñador, el carácter altivo y la intolerancia contra las humillaciones del "carne de cabra" (o "carnicraba", apodo burlesco que se da a los ayerbenses con el que le mortificaron nada más llegar al Instituto), le llevó a enfrentarse con los "gallitos" de los últimos cursos.

Uno de los que más maltrataron a Santiago fue un tal Azcón, natural de Alcalá de Gállego. Era un vigoroso joven de dieciocho o diecinueve años que había endurecido sus músculos con el arado y la azada. Los matones eran muchos y Santiago había entrado con mal pie al Instituto, así que la única manera de que fueran aliados suyos era triunfar con Azcón. La tarea no era nada fácil.

Efectos tónicos de la gimnasia

Ramón y Cajal conocía bien los efectos tónicos de la gimnasia y del trabajo forzado. En la autobiografía que nos sirve de guía para este artículo (1), nos dice que "había observado cuánta ventaja llevan siempre en las riñas, pedreas, saltos y carreras los muchachos recios y trigueños recién llegados de la aldea y acostumbrados al peso de la azada, a los señoritos altos y pálidos, de tórax angosto, zancas largas y delgadas, criados en las abrigadas calles de la ciudad y al suave calor del halda maternal".

"La gimnasia y el amor propio exasperado hicieron milagros", según pudo comprobar Cajal, después de seguir el método de entrenamiento que nos describe: "Resolví entregarme sistemáticamente a los ejercicios físicos, a cuyo fin me pasaba solitario horas y horas, en los sotos y arboledas del Isuela, ocupado en trepar a los árboles, saltar acequias, levantar a pulso pesados guijarros, ejecutando, en fin, cuantos actos creía conducentes a acelerar mi desarrollo muscular, elevándolo al vigor máximo compatible con mis pocos años".

El resultado de su "entrenamiento" (término moderno en la época por la coletilla que lo acompaña, "como ahora se dice") fue magnífico: "Desde el tercer curso, mis puños y mi habilidad en el manejo de la honda y del palo infundieron respeto a los matones de los últimos años, y hasta el atlético Azcón tuvo que capitular, acabando por hacerse amigo mío". Cajal le había advertido que en cuanto se insolentase con él le incrustaría en la cabeza una "peladilla" de arroyo.

Incidentes y desventuras

El riesgo fue una contingencia constante en muchas de sus aventuras; de las reflexiones sobre lo acontecido solía sacar abundantes enseñanzas útiles. Entre los episodios que le dejaron huella en Cajal, recuerda lo mal que lo pasó un día de enero, que se divertía patinando en una balsa helada, al caer por un agujero hundiéndose en el agua; sus camaradas creyéndole ahogado le abandonaron.

En otra ocasión se libró por piernas, después de una agotadora carrera perseguido por dos gañanes, por intentar coger una hermosa rosa que en Huesca llamaban deAlejandría. Sus compañeros de faena no fueron tan afortunados y la formidable y desproporcionada paliza que recibieron les hizo faltar varios días a clase.

También tuvo que correr por el deseo de tener, entre la colección de sus dibujos, un ejemplar de rosas de té que se cultivaban en los jardines de las estación; fue sorprendido por el guardafrenos, quien, con escopeta en mano, hizo correr a Cajal a campo traviesa y, cuando se creía salvado, al saltar una ancha acequia bordeada por bancos de cieno, cayó en el légamo hundiéndose hasta medio cuerpo. Tuvo la suerte de que unas mujeres acudieran en su ayuda y le lavaron la ropa. Antes de ser rescatado, narraba Cajal, "llegó el furioso guarda, quien al verme en aquel talante y no sabiendo por dónde asirme sin detrimento de su limpio uniforme, acabó por soltar el trapo y taparse las narices. En realidad, mi coraza de pestilente légamo hacíame invulnerable".

Cajal también fue un consumado jinete, según reconocía al relatar el pavor que sentía por el tren cuando subió por primera vez, hacia 1865 o 1866.

Pedreas

Terminados los estudios de Bachillerato, Santiago llega a Zaragoza donde su padre le matricula con la intención de convertirlo en un galeno. En Zaragoza sufrió su primer desengaño de la amistad con sus viejos amigos de Huesca, que, con dos años de adelanto en los estudios, le recibieron con indiferencia. El consuelo lo buscó en la naturaleza, "bañando el alma en plena naturaleza", "conforme suelo consolarme siempre", decía. De la misma manera que en Huesca acudía a las orillas del Isuela, en Zaragoza calmó sus emociones recorriendo las frondosas alamedas de las orillas del Ebro. Allí acudía también llevado por sus inclinaciones artísticas y por su naciente afición naturalista.

En su etapa universitaria todavía conservaría el típico rasgo que le había acompañado en la niñez y adolescencia, el de su incontenible tendencia a la travesura infantil (pedreas, burla de profesores, etc.). Realmente, cuenta que en esta época aprovechó bastante en sus estudios gracias a tan buenos maestros que tuvo.

Sólo regresó una vez a sus viejas "calaveradas" a petición de un camarada de Huesca llamado Herrera, mozo algo camorrista "(tuerto de resultas de una travesura), gran admirador de mi honda, rogóme encarecidamente que (...) le prestase mi concurso en cierto encuentro que debía efectuarse en las eras del barrio de la Magdalena, entre estudiantes y femateros, o entre pijaitos y matracos".

Santiago le escuchó y cayó en la tentación, aunque ya no volvería a reincidir. Contaba entonces con dieciséis años y como era de esperar, su honda fue decisiva: "descalabré a unos cuantos enemigos y contribuí al triunfo de losseñoritos, a pesar del refuerzo que a última hora recibieron los femateros de sus congéneres de la parroquia de San Pablo" (2).

La manía gimnástica

Una de las aficiones, o «manías», como él la llama, que marcan su fuerte voluntad de auto-afirmación sería la gimnástica, con su apasionado cultivo del vigor muscular. Su amor propio se vio afectado al ser derrotado en un pulso.

Cajal nos narra lo acontecido: "Criado en los pueblos y endurecido al sol y al aire libre, era yo a los dieciocho años un muchacho sólido, ágil y harto más fuerte que los señoritos de la ciudad. Jactábame de ser el más forzudo de la clase, en lo cual me engañaba completamente. Harto, sin duda, de mis bravatas, cierto condiscípulo de porte distinguido, poco hablador, de mediana estatura y rostro enjuto, invitóme a luchar al pulso, ejercicio muy a la moda entre los jóvenes de entonces. Y con gran sorpresa y dolor sufrí la humillación de la derrota. Quise averiguar cómo había adquirido mi rival aquella musculatura, y me confesó sinceramente que el secreto consistía en que desde hacía años cultivaba fervientemente la gimnástica y la esgrima. «Si en hacer gimnasia consiste el tener fuerza -contesté con arrogancia-, continúa preparándote, porque antes de seis meses habrás sido vencido.»".

Al día siguiente comenzó a trabajar dos horas diarias en un gimnasio, imponiéndose, además del programa oficial, un programa progresivo añadiendo cada día peso a las bolas, aumentando el número de contracciones en las barras o en las paralelas. También cultivó los saltos de profundidad y toda clase de volatinerías en las anillas y en el trapecio.

Con su enorme fuerza de voluntad, no sólo cumplió la promesa de vencer a su amigo, sino que antes de finalizar el año se convirtió en el campeón más fuerte del gimnasio. El aspecto de sus músculos había respondido al estímulo del sobretrabajo. Nos podemos hacer idea de su aspecto por la descripción del propio Cajal: "Al andar mostraba esa inteligencia y contoneo rítmico y característicos del Hércules de feria". 

CITAS BIBLIOGRÁFICAS

(1) RAMÓN Y CAJAL, Santiago: Mi infancia y juventud. Espasa Calpe, Madrid, 1961 (séptima edición).

(2) Opus citat, p. 169. Esta aventura también la recordaba Cajal en un artículo de Dámaso Castejón, titulado "Los nombres de Aragón. Santiago Ramón y Cajal", publicado en el Heraldo de Aragón del 12 de octubre de 1919.

Publicado en “Cuadernos Altoaragoneses” del Diario del Altoaragón. Domingo, 16 de junio de 1996

martes, 4 de abril de 2017

Historias y leyendas de los castillos de Aragón en Peralta de la Sal


CHARLA PRESENTACIÓN CON PROYECCIÓN

Historias y leyendas de los castillos de Aragón 

Por
José Antonio Adell Castán y
Celedonio García Rodríguez

Peralta de la Sal
Jueves, 13 de abril de 2017
18,45 horas

XXII Jornadas Culturales

Organiza:  ASCR "Castell de la Mora"


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XXXV Carrera de la Solidaridad y VII Milla de Zaidín 2017

El sábado 22 de abril ce celebrará en Zaidín/Saidí la XXXV Carrera de la Solidaridad conjuntamente con la disputa de laVII Milla Popular.

La Carrera de la Solidaridad surgió en 1994, tras la catástrofe de Ruanda. Un grupo de corredores fondistas, ligados al C.A. Monzón, secundados por otros habituales en las “Carreras Pedestres” (antiguas “Corridas de Pollos”) que tradicionalmente se disputan por toda la geografía aragonesa durante las fiestas patronales, destinaron todo el presupuesto de una carrera (aquél año fue la celebrada en la localidad altoaragonesa de Santalecina) para ayudar a los afectados.

Aquella carrera fue el inicio de un compromiso anual, consolidado dos años después con motivo de la trágica riada que afectó al Camping “Las Nieves” de Biescas. A partir de entonces los atletas tomaron la decisión de celebrar dos Carreras de la Solidaridad anuales.

Más información sombre la La "Carrera de la Solidaridad":
http://garcia-adell.blogspot.com.es/2007/08/qu-es-la-carrera-de-la-solidaridad.html

La "Milla Popular de la Villa de Saidí" es una carrera que transcurre en la población de Saidí (Bajo/Baix Cinca), situada en el margen izquierdo del río Cinca. Esta prueba, de carácter popular, es muy apreciada por el mundo atlético, debido al exquisito trato que dan los "saidinésses" a los deportistas y por la gran afluencia de publico con la que cuenta el evento. Una auténtica olla de presión que te hará vivir una tarde inolvidable.

Más información e inscripciones:
http://www.atletismofraga.com/p/milla-urbana-zaidin.html
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