José Antonio Adell y Celedonio García publican
un libro sobre los bandidos de los siglos XIX
y XX en el que recogen más de 40 personajes
Hay aragoneses como el monegrino Cucaracha;
Teixidó, de Mequinenza; el Floro, de La Cerollera, y
Margarita Cisneros, una mujer en la gavilla
ANTÓN CASTRO
ZARAGOZA. Los bandoleros están impregnados de idealización y romanticismo. Era delincuentes, ladrones o asesinos, vivían al margen de la ley, pero el bandolero también era, «casi siempre, un héroe para las gentes humildes, quienes los admiran por haberse rebelado contra un orden social opresivo y caciquil», tal como escriben los historiadores y profesores José Antonio Adell y Celedonio García, que publican ‘Bandoleros’ (Ediciones de la Torre, 2014. 238 páginas), una mirada a eso que se denominó el mundo de gavilla de los siglos XIX y XX. El bandolerismo, salvo algunas excepciones como Luis Candelas y otros en Madrid, es un fenómeno rural, que no pertenece a un país específico ni a una época concreta, sino que se «trata de un fenómeno social y universal».
Continúa:
Heraldo de Aragón, domingo 4 de mayo de 2014
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