martes, 21 de abril de 2020

Las "corridas de pollos" de Grañén. Homenaje a Valentín Rodellar (I)

Carrera pedestre de Grañén 

Publicado en la revista Flumen XXI, Nº 2 (Tercer trimestre de 2000)

Celedonio García Rodríguez y José Antonio Adell Castán

En el siglo pasado ya había una gran afición por las carreras pedestres, que se celebraban durante las fiestas patronales de Grañén, en honor de Santiago el Mayor.

Las corridas se disputaban por la tarde. La denominada “corrida de pollos” ocupaba la tarde del día grande, tal como vemos en los programas de fiestas del siglo pasado.

En las fiestas de 1886, el día del patrón, por la tarde, se celebraron varias carreras, la que se denominaba tradicional “corrida de pollos”, la de “la manzana” y carreras de niños.

Estas pruebas pedestres también recibían el nombre de “carreras al estilo del país”; tal como aparecían en el programa de fiestas de 1899, nombre habitual que se daba a las carreras celebradas en las fiestas de los pueblos de la Hoya de Huesca y comarcas limítrofes.

Las carreras estaban organizadas por el Ayuntamiento y bajo su presidencia se disputaban en la plaza Mayor. En 1902, el primer día se celebraron las corridas de pollos y la de chicos en sacos, y el segundo día la de niños. En 1903 también hubo “corridas de pollos”, de entalegados y otras diversiones improvisadas que fueron presenciadas por numerosa concurrencia.

En 1904 el Heraldo de Aragón decía que las fiestas profanas se habían reducido “a las clásicas corridas de pollos en justa y a carrera larga, que despiertan mucho entusiasmo”.

En 1907, el vencedor de las clásicas “corridas de pollos”, en dos días consecutivos, fue el corredor Fernando Val, quien dio cincuenta vueltas en pista (aproximadamente cinco kilómetros), en poco más de quince minutos.

En 1908, B. Pérez relataba con gran precisión de detalles, en el Heraldo de Aragón, el desarrollo de la típica “corrida de pollos”:

“Las corridas de pollos, tan populares y generalizadas en esta región, son los festejos que con más entusiasmo presencia el vecindario. A la hora prefijada suena el redoble del tambor de voz pública anunciando la celebración de la correspondiente corrida. Desde que esto tiene lugar hasta que comienza la función, la animación en las calles es verdaderamente extraordinaria; todos en animado tropel dirígense presurosos a la plaza Mayor y, rodeando la pista, sentados en el suelo unos, en sillas otros, y de pie los más, forman un formidable cordón muy semejante al del tendido de nuestras plazas de toros. Balcones y ventanas se ven atestadas de elegantes señoritas que, resguardadas del sol por multitud de sombrillas, forman un conjunto delicioso y dan gran realce a esta fiesta de sumo popularísima.

Toma asiento el Jurado en la Presidencia y después aparecen los corredores con su traje especial, los cuales son pronto objeto de todas las miradas. Se le toma su filiación y da lectura en su presencia a las condiciones en que va a celebrarse el concurso.

Acto seguido bate de nuevo el tambor en voz pública, se hace el silencio y se fijan las condiciones que para el público siguen durante la fiesta.

Tras estos preliminares comienza la corrida y la animación en el público se hace, por momentos, delirante y por demás entusiasta. Entre los corredores los hay de otros pueblos y sus paisanos y los amigos de unos y otros dirigen sin cesar multitud de exclamaciones para animarles. Cuando un corredor, haciendo un supremo esfuerzo, consigue colocarse el primero, entonces el entusiasmo es indescriptible, el griterío formidable y el regocijo llega a su colmo. Los corredores, sudorosos, se animan más y más; a algunos les emocionan las ovaciones, y nerviosos, se les ve palidecer.

Faltan pocas vueltas y la lucha se hace por momentos más violenta y en medio de ese entusiasmo general termina la corrida, se adjudican los premios y cada corredor se retira rodeado de sus más íntimos amigos y seguidos de multitud de curiosos.

Tras esta corrida se celebra otra de hombres metidos en sacos, los cuales con sus numerosas caídas regocijan también el numeroso concurso”.

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Las "corridas de pollos" de Grañén. Homenaje a Valentín Rodellar (II)

Valentín Rodellar formó parte de la Selección Aragónesa que se clasificó en 2º lugar en el “XXIII Campeonato Nacional de Cross”, celebrado en Zaragoza en 1941

Publicado en la revista Flumen XXI, Nº 3 (Cuarto trimestre de 2000)

Celedonio García Rodríguez y José Antonio Adell Castán

Con el entusiasmo que se vivían las carreras pedestres no es de extrañar que Grañén fuera la población donde nacieran destacados corredores, entre ellos Eugenio Pérez y Valentín Rodellar. Ambos ganaron muchas carreras en los pueblos que participaron.

Valentín, especialmente, se codeó con Dionisio Carreras, de Codo; con Bautista Peralta, de Sariñena; con los hermanos Dionisio y Vicente Magén, de Montañana; con el catalán Jaime Florensa, de Corbins; con Ignacio Latorre, de Santalecina, con José Ponz, de Almuniente; con Alfredo Conte, de Robres, entre otros.

En los años veinte la prueba pasó a denominarse “carrera pedestre” y a los corredores se los premiaba con metálico. En 1926 los premios de la prueba eran de 100, 50 y 25 pesetas, para los tres primeros clasificados, respectivamente.

En 1927, según el corresponsal de La Voz de Aragón, lo más sobresaliente de las fiestas profanas fueron las carreras pedestres que se celebraron los días 25 y 26, debido, principalmente, a la rivalidad entre el corredor Alfredo Conte, de Robres, y Eugenio Pérez, de la localidad.

“Corríase sobre un circuito de 10 km. y tomaron parte el olímpico Dionisio Carreras, Vicente Magén, Alfredo Conte y Eugenio Pérez.

Presentaba la pista un aspecto fantástico de animación extraordinaria convirtiéndola en un jardín de policroma belleza los innumerables racimos de mujeres hermosas.

Las primeras vueltas fueron de tanteo, iniciándose luego una auténtica batalla, llevando la cabeza todos, alternativamente, hasta que se impuso la gran clase de Carreras que a los 5 km. imprimió un tren durísimo que obligó a abandonar a Magén. Continúa la emoción «in crescendo», pues los restantes corredores continúan en sus puestos, aunque se notan visibles muestras de agotamiento en Alfredo Conte, que se ve obligado a ceder y más tarde a retirarse cuando aún faltaban 2 km., llevándole el corredor local cien metros de ventaja. Decrece el interés, terminando la carrera un sprint de Carreras, que se aplaude. También se aplaude a Eugenio Pérez que se revela como un futuro as para próximas contiendas atléticas”.

El día 25 se corrió un distancia de 10 km.; el primer clasificado fue Dionisio Carreras, que hizo el recorrido en 35 m. 10 s., y segundo, Eugenio Pérez, 35,40.

El día 26, el recorrido fue de 6.600 m. El olímpico Carreras también acabó vencedor, en 18 m. y 30 s.; segundo Pérez, en 18 m. 40 s. y tercero, Vicente Magén, en 19 m.

Terminada la corrida comenzaron los bailes a los acordes de las músicas de Barbastro y Ontiñena.

En 1929 participaron en la carrera Eugenio Pérez y Valentín Rodellar, además de Bautista Peralta, de Sariñena, y José Ponz, de Almuniente. Dada la salida, el primero en tomar la cabeza fue el corredor de Almuniente, cobrando una ligera ventaja. La carrera de siete kilómetros se hizo emocionante desde el primer momento, debido al tren endiablado de Ponz. Hasta el final no se vieron claras las posiciones. Cuando Bautista, que tenía energías reservadas, intentó la escapada, pudo verse un duelo delirante entre los locales, que pugnaron por seguirlo. El primero en rezagarse fue Valentín y poco después Eugenio, llegando a meta por este orden. Los tres corredores recibieron los premios de 50, 30 y 20 pesetas otorgados para los vencedores.

Al año siguiente volvió a ganar Dionisio Carreras, del Real Zaragoza, seguido de José Hernández, del Valencia F.C. y de Valentín Rodellar.

En 1931 se celebró otra interesante carrera, en la que después de una reñidísima lucha resultaron vencedores, por el siguiente orden, Bautista Peralta, de Sariñena; el veterano Dionisio Carreras, del Real Zaragoza, y Jaime Florensa, del Barcelona F.C.

En 1933 los premios anunciados eran de 100, 75 y 50 pesetas, para los tres primeros clasificados, respectivamente.

Tras la guerra civil la prueba continuó disputándose con la participación de los mejores corredores aragoneses y catalanes (Pedro Sierra, Luis García, Alberto Murillo, Francisco Binaburo...).

En los años cincuenta el Ayuntamiento de Grañén insertaba anuncios en la prensa, como el que recogemos a continuación, para atraer a los corredores:


La retirada de Sierra y García, acabaría también con esta prueba, perdiéndose así una de las carreras pedestres más tradicionales de Aragón.

CORRIDA DE BODAS

Siguiendo una típica costumbre del Alto Aragón, en las bodas se disputaban las denominadas “corridas de bodas”, o de la rosca, según observamos en la siguiente reseña de Grañén publicada en el diario zaragozano La Derecha (4 de noviembre de 1889):

“Anteayer, a las nueve de la mañana, al salir de la iglesia parroquial de dicha localidad, donde habían contraído matrimonial enlace dos jóvenes de la misma, hubo, según costumbre en tales casos, dos corridas llamadas de rosca.

En una de ellas salieron a disputar el premio dos vecinos, uno de 85 años y otro de 56; la distancia que habían de recorrer era de quinientos pasos, saliendo vencedor, con gran ventaja, el anciano de 85 años, a quien le fue adjudicada la rosca objeto de la carrera, llamando poderosamente la atención de todos el resultado, que acusa en un hombre de tan avanzada edad una resistencia y un vigor de que muchos jóvenes carecen.”

CORRIDA DE SANTA ÁGUEDA

El día en que las mujeres celebran la festividad de Santa Águeda se siguen celebrando las tradicionales “carreras de la rosca”. Las mujeres de la localidad corren por parejas una distancia corta (no llega a los 100 metros) y a la vencedora se la premia con un rosco, que luego reparte con su compañera.

BREVE HISTORIAL DEPORTIVO DE VALENTÍN RODELLAR
  • 1936: 3º en el “Campeonato de Aragón de Campo a Través”, como Independiente. 
  • 1940: Ficha por el Real Zaragoza.
  • 2º en el “Campeonato de Aragón de Campo a Través”.
  • 3º en la “X Vuelta a Zaragoza”.
  • 3º en el “Circuito de las Arboledas”. 
  • 3º en la “III Copa de Navidad”.
  • 19º en el “XXII Campeonato Nacional de Cross”, en Oviedo. 
  • 5º en la carrera “Sevilla-Dos Hermanas”, con motivo de la Feria de Sevilla. 
  • 1941: 33º en el “XXIII Campeonato Nacional de Cross”, en Zaragoza. La Federación Aragonesa se clasificó 2ª por equipos.
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lunes, 20 de abril de 2020

Manuel Ricol, el decano del ciclismo en España

Portada dedicada a Manuel Ricol por la revista Los Deportes de Barcelona con motivo de la visita del veterano ciclista al Dr. Barraquer (Barcelona, 9 de junio de 1901)

DEPORTES Y JUEGOS TRADICIONALES

Por José Antonio ADELL CASTÁN y Celedonio GARCÍA RODRÍGUEZ

Hace poco tiempo nos recordaba Mariano Amada, ligado por lazos familiares a la ciudad de Barbastro, que este año se cumplía el Ciento Cincuenta Aniversario del nacimiento de Manuel Ricol Giner, relojero barbastrense y pionero del ciclismo español.

Recientemente Francisco Lagardera publicaba un interesante artículo titulado “Ciclismo y modernidad en Barbastro durante el siglo XIX”, en la revista Somontano, y que, sin duda, era un homenaje a tan distinguido velocipedista.

Por nuestra parte, más modestamente, queremos contribuir con este y quizá con algún otro artículo, recordando alguna de las múltiples hazañas de Ricol; de esta manera nos unimos al homenaje que la ciudad del Vero está obligada a rendir a tan ilustre personaje.

Los inicios velocipédicos de Ricol

A Manuel Ricol se le considera el decano del ciclismo en España; nació en 1849, en Castellote (Teruel), trasladándose su familia a Barbastro cuando tenía ocho años. En 1869 ya montaba en velocípedo, a los pocos años de que fuera inventado por los hermanos Michaux (1860). En 1877 se estableció en Barbastro de relojero y poco después fundaría el primer Club Velocipedista de Aragón.

Los inicios de la historia del velocipedismo español están íntimamente ligados a su nombre. La memoria ciclista del oscense Eloy Pá también iba unida a este personaje:

“Yo recuerdo que todavía niño, y cuando ni siquiera sabía pronunciar la palabra velocípedo, veía un hombre de larga y sedosa barba negra, montado sobre un hierro sostenido por una rueda extraordinaria por lo grande y otra extraordinaria por lo pequeña, pasar con tal velocidad, que producía nuestro asombro y la admiración de los mayores. Creíamosle un ser diferente de los demás y nos parecía imposible que, andando el tiempo, aquel vehículo llegara a generalizarse hasta conseguir la importancia que hoy tiene; y a esto nadie ha contribuido como Ricol, poniendo sus consejos, sus conocimientos y su capital a disposición de sus numerosos amigos” (1).

Su nombre era conocido en toda España y en todas las regiones fueron testigos de su presencia, cuando era desconocido este medio de locomoción. Tuvo que aguantar las burlas de sus contemporáneos, los mismos que luego le aplaudían y felicitaban por su brillante carrera velocipédica.

El héroe del Vero

Ricol siempre mantuvo viva la afición al velocipedismo e impregnó de ciclismo a cuanto le rodeaba. Si en alguna época el ciclismo atravesó dificultades, aparecía el “héroe del Vero” anunciando algún récord asombroso y ponía en movimiento a todos los pueblos que atravesaba en su tránsito.

Prototipo de caballerosidad, Ricol fue espléndido con cuantos velocipedistas visitaron Barbastro. Su locura con todo lo que se relacionaba con el ciclismo, le hacía ser desprendido con el dinero y participaba en cualquier empresa que se le propusiera.

Siempre tuvo un grupo de discípulos que heredaron del maestro su resistencia y su carácter.

Algunos records de Ricol

El 14 de octubre de 1888 Ricol estableció el récord de doce horas, sin ser batido posteriormente en aquel año.

El 15 de marzo de 1889 realizó 253 kilómetros en 20 horas y 32 minutos, estableciendo otro récord, puesto que Enrique Marzo consiguió el de 24 horas en diciembre del mismo año, cuando iba a entregarse a Ricol el diploma de Campeón de resistencia de España.

Cien kilómetros sin desmontar

El primero de marzo de 1893 El Ciclista anunciaba que el conocido ciclista D. Manuel Ricol, a sus 44 años, pensaba batir el récord de 100 kilómetros sobre carretera, con la particularidad de hacer el recorrido sin desmontar una sola vez. El itinerario sería Barbastro a Huesca y regreso.

En realidad, el intento de este récord no era exclusivo de Ricol, sino que iban a participar otros velocipedistas barbastrenses. Para el control de estas pruebas, no exentas de originalidad, teniendo en cuenta las fuertes cuestas del recorrido, los ciclistas de Barbastro contaban con la participación de los oscenses para que actuasen de testigos.

Este anuncio pudo ser una más de las artimañas habituales en Ricol para mantener vivo el club ciclista barbastrense, afectado por la intromisión y predominio de socios ajenos al velocipedismo.

El «Club de Velocipedistas de Barbastro» desapareció, pero el reducido grupo de velocipedistas permaneció, si cabe, más unido que nunca.

El 10 de junio, por la noche, Peropadre y Llebot salieron para esperar a Ricol en Huesca; Palacián, Mateo, Ferrando y Regne se trasladaron a diferentes puntos del trayecto; asimismo, Conte, de Angüés, y Benabarre, Azara y Coll, de Lascellas, ocuparon otros puntos que de antemano tenían indicados.

El día 11, Cidraque, Ramis, Ester, Beso, Alba, Miranda, Gruas, Gargallo y Bellostas partieron con Ricol, quedándose en varios sitios para acompañarle en su regreso. Los primeros kilómetros los cubrió con facilidad, pero no tenía que reservarse para cumplir su objetivo, hacer la ida y vuelta a Huesca sin bajar del sillín. En tres horas recorrió 64 kilómetros, pero poco después se levantó viento de cara que estuvo a punto de desesperar a Ricol en alguna de las cuestas.

En estos momentos de pesimismo, perdiendo tiempo para no fracasar en su propósito, se encontró con la joven esperanza del ciclismo oscense, Juanito Dessy, que con su pesada máquina recorrió 60 kilómetros. A 14 kilómetros de Huesca les esperaba Campaña, que luego les acompañó en un largo tramo de regreso.

Al llegar Ricol a Huesca, mientras daba la vuelta por la plaza de Santo Domingo para emprender el regreso, pudo ver, entre otros, a Mateu (célebre conserje del «Club Velocipedista Oscense» y a Eloy Pá, y en la carretera, desde Angüés, a Portolés, Rasal, Ezquerra, Beltrán, Vidal y algunos más.

Al parecer, el joven Gargallo hizo el mismo récord que Ricol, aunque, como señalaba Eloy Pá, “sin pretensiones de enmendarle la plana”. Realmente, sólo podía apreciar el mérito de aquella carrera quien hubiera recorrido el estado de la carretera, sembrada de baches y alternada con rompedoras cuestas.

Polémica por el récord de Ricol

Los records conseguidos por Ricol fueron homologados por la “Sociedad de Velocipedistas de Madrid”, circunstancia que aprovechó el navarro Antonio Sanromá para criticarlo, ya “que no estando constituida la Unión Velocipédica Española, no hay ninguna Sociedad que tenga más autorización que las demás”.

Sanromá también se permitió opinar sobre el reciente récord de los 100 Km. de Ricol: “Debo advertir al señor Ricol que si quería que su récord de 100 kilómetros fuera difícilmente batido, podría haber escogido mejor carretera que la de Huesca a Barbastro. Sería una temeridad pretender batir de cincuenta minutos sobre el mismo terreno el récord de un recordman tan ventajosamente conocido como el señor Ricol” (2). Y, finalmente, Sanromá decía que estaba dispuesto a batir el récord del señor Ricol, en el mismo terreno que lo estableció o en el de Sanromá (paseo de carruajes del Parque). El ofrecimiento lo hacía extensivo a cualquier otro ciclista de Barbastro.

Toda la polémica surgió por los artículos publicados en el periódico La Bicicleta, de Pamplona, firmados por “Veloz de Carrera” y de los que nada tenía que ver Ricol. Sin embargo, Manuel Ricol no tardó en contestarle, replicándole a sus advertencias y, puesto que se trataba de demostrar si el Parque era carretera española, le propuso que fuera a la carretera de Barbastro a Huesca para hacer los 100 Km., concediéndole los velocipedistas barbastrenses treinta minutos y un premio. Ricol no obtuvo respuesta.

CITAS BIBLIOGRÁFICAS

(1) Eloy Pá: en El Ciclista, nº 31, Barcelona, 15 de junio de 1893.(2) Antonio Sanromá: en El Ciclista, nº 33, Barcelona, 15 de julio de 1893.


Publicado en “Domingo”, suplemento del Diario del Altoaragón, Domingo, 11 de abril de 1999

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El velocipedismo altoaragonés a finales del siglo XIX

Portada del nº 20 de la revista “El Ciclista”, año 1893

DEPORTES Y JUEGOS TRADICIONALES

Por José Antonio ADELL CASTÁN y Celedonio GARCÍA RODRÍGUEZ

Las crónicas velocipedistas de esta época nos muestran la “fiebre” de los entusiastas por las modernas máquinas, formando verdaderas camarillas de devotos.

La relación entre los ciclistas altoaragoneses era amistosa; los únicos clubes velocipedistas de aquella época, el de Barbastro y el de Huesca, colaboraban entre sí para establecer records, organizar carreras y también participaban en excursiones conjuntas. Estas últimas actividades, en las que reinaba la galantería y la caballerosidad, eran evidentes manifestaciones de “culto” al velocipedismo.

El velocipedismo en Barbastro

Tras el obligado descanso invernal, y después de haber ocupado el tiempo dedicado a la caza, los ciclistas del Somontano iniciaban la temporada velocipedista anunciando records, ambiciosas excursiones y otras actividades.

Todas estas noticias, en 1893, ocultaban una realidad poco prometedora para el «Club de Velocipedistas de Barbastro»; los socios no velocipedistas comenzaban a predominar sobre los aficionados al pedal, circunstancia que provocó el quebranto de la Sociedad.

En abril de 1893 se daba la triste noticia: “El Club de Velocipedistas de Barbastro, después de arrastrar algunos meses una vida lánguida, ha muerto de anemia; es decir, se ha disuelto”.

En El Ciclista se evocaban páginas de gloria, hasta aproximarse a la penosa realidad, y concluía con una celebre frase lapidaria:

“Faltábanle las energía y el entusiasmo del veterano de la velocipedia española, que a la fuerza de trabajo ímprobo y una perseverancia a toda prueba, llegó a constituir allí un grupo de ciclistas que contagiados de la imponderable afición del maestro, retaron a la España entera para un récord que entonces sólo en la semi locura sportiva de aquellos atrevidos con Ricol a la cabeza, podían llevar a cabo, dando días de gloria a nuestra terreta y al velocipedismo español.

Hay que desengañarse en todo lo que sea velocipedismo; Barbastro, sin Ricol, no puede tener vida; y decimos esto, que es sin duda la opinión de todos, porque quisiéramos ver levantarse nuestra Sociedad basada en la experiencia del pasado, que estuviera a la fama tan legítimamente adquirida.

Los velocipedistas de Barbastro deben exclamar, parodiando a los antiguos cortesanos: «¡El Club ha muerto! ¡Viva el Club!»” (1).

Pero Barbastro no podía quedarse sin un club que aglutinara a los aficionados al pedal. Una vez más, Manuel Ricol se convertiría en el adalid de los ciclistas, encabezando en noviembre de 1893 la constitución de una sociedad de velocipedistas, el “Cicle Club Barbastrense”, en los locales que anteriormente ocupaba su relojería.

Excursión a Sariñena

Mientras tanto, los velocipedistas de Barbastro mantenían viva su afición preferida y cualquier motivo era bueno para practicar con la bicicleta.

En El Ciclista (2) del 16 de abril de 1893, Ricol narraba una curiosa “excursión a Sariñena”. Todo surgió por la decisión de Ramis (padre e hijo) y de Gruas que, por negocios, debían ir a Sariñena el 24 de marzo, donde se celebraba la feria.

Los tres contaron a Ricol que habían acordado realizar el viaje en bicicleta. Para acortar el recorrido, decidieron llegar hasta Lascellas y cruzar todo lo más derecho posible por los caminos, para salir a la Venta de Ballerías. Ricol les pidió que cuando llegasen le escribieran dos líneas contándole cómo había transcurrido del viaje.

Al día siguiente Ricol recibía una carta de Gruas, en la que le decía lo siguiente: “El camino podía estar peor; nos hemos perdido y dado un buen rodeo, pero las máquinas han resistido”.

Con estas noticias tan incompletas, Ricol decidió hacer el viaje de ida y vuelta a Sariñena en el día. Se lo comunicó a sus amigos Gargallo, Llebot y Palacián, que también quisieron acompañarle.

Así lo hicieron, y el domingo, a las cinco y media de la mañana partieron por la carretera de Huesca, hasta el Km. 16, poniendo sus máquinas a prueba hasta Lacuadrada, donde hicieron un alto (allí, ante ruegos, Ricol, relojero de profesión, tuvo que arreglar un reloj). Con grandes suspiros por volver nuevamente a la carretera, llegaron a la Venta de Ballerías, y unos minutos antes de las diez a Sariñena; allí estrechaban las manos de sus amigos, sorprendidos de su llegada.

Todavía recorrieron la población y sus inmediaciones, viendo una bonita carretera con dirección a Castejón de Monegros, que todavía no estaba finalizada.

A la una y veinte minutos iniciaron el camino de regreso; en Lacuadrada hicieron parada y fonda; en Peraltilla se encontraron con Miranda y otros compañeros, y aún se reunieron con otros amigos en la casilla del Pueyo. Todos juntos llegaron a Barbastro, todavía con sol en la campiña.

Ramis (hijo) hizo el mismo recorrido en biciclo, aunque con descanso de tres días entre la ida y la vuelta.

Reunión de oscenses y barbastrenses

El 9 de agosto de 1893 Eloy Pá (3) describía el desarrollo de una concentración de velocipedistas oscenses, barbastrenses y de localidades próximas celebrada el 23 de julio, a la localidad de Angüés. La “aventura” comenzó para el narrador en Siétamo, donde le esperaban varios amigos oscenses, entre ellos, Campaña, Berned, Gascón y Dessy, y barbastrenses, encabezados por su admirado Ricol, dirigiéndose a continuación a la vecina localidad de Angüés.

Pá relataba la llegada a Angüés: “las gentes agolpábanse a nuestra llegada a las puertas y balcones, demostración palpable de las simpatías que tiene nuestro sport”. En el café fueron obsequiados con pastas, vinos, licores y cigarros, mientras esperaban otros velocipedistas.

Los 35 o 40 ciclistas reunidos marcharon con sus máquinas al Alcanadre, junto al largo puente sostenido con potentes maromas de alambre. Ricol, Palacián, Ubarro Campaña y otros aprovecharon para zambullirse en las aguas del río.

De regreso a Angüés, el medio centenar de ciclistas ocupó los tres salones de la venta que les servía de hospedaje. La mesa principal estaba presidida por Manuel Ricol, dado su carácter de invitante. Tras la comida y los discursos, en los que se destacó el entusiasmo por el velocipedismo y se ensalzaron las ventajas que ofrecía su práctica, desconocidas entre sus más sistemáticos detractores, los comensales abandonaron los salones para ver los alardes de fuerza que hacía Portolés tirando la barra.

El canto de la jota puso fin a la diversión, cuando la saeta del reloj anunciaba el momento de la despedida.

Los velocipedistas aragoneses vistos por Claudio Rialp

Claudio Rialp, director de El Ciclista, realizó un viaje por varias regiones de España en las que el “sport” ciclista había cuajado con fuerza. Rialp llegó a Selgua, donde le esperaba Manuel Ricol, a quien calificaba de “propagador ferviente del ciclismo en la región aragonesa”; también se hallaba allí el propietario de la fonda de la Perla de Barbastro, otro ciclista convencido.

El «Club Velocipedista de Barbastro» poseía dependencias muy bien decoradas. En honor del huésped, el «Club» organizó una excursión a la ermita del Pueyo, asistiendo entre 18 y 20 aficionados: Ricol, Bellostas, Gruas, Peropadre, Palacián, Lleot, Mateo, Ester, Ramiz (padre e hijo), Miranda, Cidraque, Albero, Ezquerra, Reñé, Beso, Gargallo y otros. Al mismo lugar acudieron, desde Lascellas, Coll, Azara y Benabarre.

Rialp valoraba la afición de los barbastrenses y su fortaleza. Las carreteras por las que podían practicar su deporte favorito eran escasas: la de Graus, la de Huesca y la que conducía a Monzón que estaba en construcción y nunca acababa de terminarse.

Tras su estancia en Barbastro partió hacia Huesca en coche de caballos, acompañado durante una parte del recorrido por Ricol y por Ester. En Lascellas le esperaban los cuatro velocipedistas locales, los tres que habían acudido el día anterior a la excursión de la ermita del Pueyo y Pedro Subías.

La accidentada carretera, de continuas cuestas y bajadas, hacía pensar a Rialp que era la menos apropiada para establecer los records de 50 y 100 kilómetros, tantas veces conseguidos por Ricol y Campaña.

En Siétamo paró la diligencia en la que viajaba Claudio Rialp, siendo acompañado a una posada en la que le esperaba Gregorio Campaña y Mauricio Berned, secretario del «Club Velocipedista Oscense», con una bicicleta Humber, para que la entrada a Huesca la hiciera en bicicleta. A 4 Km. de la capital les esperaban Eloy Pá, Blecua, Bescós, Gascón y Dessy. Después de tomar unos vasitos de dulcete (vino) se dirigieron al «Club Velocipedista Oscense» situado en el Coso.

El local de la Sociedad tenía con una gran sala con 50 ó 60 máquinas de todos los sistemas y un gimnasio con diversidad de aparatos. En el local también había salón para café y billar, y otros espacios para vestirse, lavabo y cocina.

De allí partió hacia Zaragoza, ciudad en la que después de haber existido el club más espléndidamente instalado de España, el movimiento velocipedista prácticamente había desaparecido a comienzos de la década de los años noventa. Ya no existía el club y los pocos velocipedistas que todavía no habían vendido su máquina, apenas hacían uso de ella y hasta parecía que les avergonzaba que les tuvieran como tales.

CITAS BIBLIOGRÁFICAS

(1) En El Ciclista, nº 29, Barcelona, 15 de mayo de 1893.
(2) M. RICOL: “Excursión a Sariñena y regreso (Más de 100 kilómetros)”, en El Ciclista, nº 27, Barcelona, 16 de abril de 1893.
(3) Eloy Pá: “Desde Huesca”, en El Ciclista, nº 35, Barcelona, 15 de agosto de 1893.
(4) Claudio Rialp: El Ciclista, del 16 de marzo de 1893.

Publicado en “Domingo”, suplemento del Diario del Altoaragón, Domingo, 6 de junio de 1999

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Eclosión del velocipedismo

Corredores de biciclos y triciclos en la puerta de la primera Sociedad de Velocipedistas de Zaragoza. Año 1882

DEPORTES Y JUEGOS TRADICIONALES

Por José Antonio ADELL CASTÁN y Celedonio GARCÍA RODRÍGUEZ

En la segunda mitad del siglo pasado surgió el sport velocipedista. En Huesca apareció con prontitud gracias a Joaquín Costa, que envió a sus amigos oscenses, Larruga, Beltrán, Lasierra y Larrosa, un papel de fumar con un dibujo del prototipo de velocípedo que los hermanos Michaux presentaron en la Exposición Universal de París de 1867.

Bizén D’o Río, en un articulo etnológico, señalaba que "en enero de 1868 don Mariano Catalán ya construía la segunda máquina, tras haber fabricado y probado la primera o prototipo" (1). Así, el Altoaragón se convertía en la cuna del ciclismo español. El 20 de marzo de 1868, según D’o Río, don Gregorio Barrio y don Mariano Catalán, partieron a Zaragoza, "siendo ésta sin duda alguna la primera excursión velocípeda realizada en España".

Otro de los pioneros del ciclismo fue Manuel Ricol, considerado el "decano de los velocipedistas nacionales" o "apóstol del pedal"; en 1969 ya montaba en velocípedo. En 1876 se estableció como relojero en la ciudad de Barbastro y al poco tiempo fundaría el primer club velocipedista de Aragón (2).

Clubes o sociedades velocipédicas

Otros clubes o sociedades surgirían para fomentar este nuevo sport en Aragón: la "Sociedad de Velocipedistas de Zaragoza", el "Club Velocipedista Oscense" (constituido el 21 de octubre de 1889), el "Cicle Club Barbastrense" (fundado por Manuel Ricol en diciembre de 1893, tras la disolución del "Club de Velocipedistas de Barbastro, en abril del mismo año), "Huesca Ciclista", la "Sociedad Velocipedista de Huesca" (surgió en 1899), el "Club Velocipédico Turolense" (sociedad constituida en agosto de 1896 y presidida por Federico Puig, cónsul de la Unión Velocipédica Española) o el "Club Velocipedista de Ejea de los Caballeros".

A finales de septiembre de 1889, se celebró una reunión de velocipedistas y aficionados en el teatro Principal de la capital oscense. Los congregados, unos cincuenta, trataron la conveniencia de crear una sola y numerosa sociedad, y para ello nombraron una Junta directiva, constituida por Juan Antonio Palá (presidente), Gregorio Campaña (vicepresidente), José María Susiac y Miguel Ángel Espluga (vocales), Ramón Duch (tesorero) y Luís Esteban (secretario). Además se nombró una comisión compuesta de Rafael Acebillo, Arturo Franco, Vicente Galbe y Juan José Guillén con objeto de reformar y redactar los estatutos que debían regir la naciente sociedad.

Luís Gracia, en el artículo citado, nombra a todos los fundadores del "Cicle Club Barbastrense", algunos vecinos de localidades próximas como Lascellas o Angüés. El Club estaba presidido por Manuel Ricol; el secretario era Benito Ferrando; tesorero, Luís Sambeat, y vocales, Antonio Grúas y Ramón Beso.

La primera junta directiva de la "Sociedad Velocipedista de Huesca" estaba formada por Gregorio Campaña, presidente; Rafael Acebillo, vicepresidente; contador, Juan José Guillén, y secretario, José Mª Álvarez.

Las primeras carreras

En 1886, durante las fiestas del Pilar de Zaragoza, se disputaron por primera vez en Aragón las espectaculares carreras con velocípedos (biciclos, bicicletas, triciclos, tricicletas y tandems), ante un inmenso gentío que se congregó en el paseo de Santa Engracia. Entre los vencedores ya comenzaron a destacar algunos afamados velocipedistas: Manuel Ricol, Mariano Bellostas y Manuel Jordán, los tres de Barbastro.

Bellostas venció en la carrera "Regional biciclista", de 2.000 metros, y se clasificó en segundo lugar en "Regional triciclista", también de 2.000 metros, y en la "De seguridad". Ricol obtuvo el primer lugar en la "Regional triciclista", y Jordán sería segundo en la "Regional biciclista".

En las carreras nacionales ("Gran nacional", de 4.000 metros; la "Nacional de triciclos", de 3.000 metros, y la "De seguridad") obtuvieron los primeros premios corredores de Madrid. Se esperaba que, además de los madrileños y barbastrenses, participasen en estas pruebas velocipedistas de los clubes existentes en Bilbao, Sevilla, Cádiz, Valladolid y Santander.

Dos de las carreras que se consideraban las más importantes, el "Gran handicap" y el "Gran concurso de agilidad y destreza" no pudieron celebrarse porque el público invadió la pista, siendo imposible contenerle. El "Gran handicap" era una carrera de 2.000 metros en la que participaban todos los corredores que habían tomado parte en las carreras anteriores.

En las Condiciones o normas que regían las carreras, se especificaba que se utilizaría el reglamento de la Sociedad de Madrid. Había que vestir "traje de rigor", no se exigía "matrícula" o tasa de participación y se reglamentaba el color del traje y la altura del velocípedo.

En 1887, siguiendo el ejemplo de la capital aragonesa, el paseo del Coso de Barbastro acogería las carreras de biciclos, bicicletas, tandems y de cintas. Participaron diecinueve corredores; diez de Barbastro y el resto de Zaragoza. Algunos de los barbastrenses fueron: Ricol, Bellostas, Pallás, Cáncer, Gimeno, Ferrer, Artero...

Al final de las carreras todos los velocipedistas participaban en la carrera de cintas; en esta ocasión las mujeres de Barbastro habían bordado sesenta cintas para que se las disputasen los corredores.

En 1888 también se organizaron pruebas similares durante las fiestas de San Lorenzo. Las presenció numeroso público, que de antemano había ocupado las tribunas levantadas en medio de árboles y en puntos elevados. Ganaron los primeros premios Campaña, de Huesca; Arnillos y Bellostas, ambos de Barbastro, y los zaragozanos Artier y Baraza. Otros premios fueron obtenidos por Bescós, Soteras, Ostalé, Miravete, Navarro, Ramos y Azcarazo. Al final, todos participaron en un carrousel o carrera de cintas muy animada, en la que se apreció que los velocipedistas del club de Zaragoza tenían más práctica.

Los grandes vencedores de estas carreras fueron Baraza y Gregorio Campaña, a ambos se les obsequió con una serenata.

Las carreras de velocípedos de 1888, en Huesca, despertaron una gran afición entre los jóvenes; ir en estos artilugios se consideraba una diversión y, a la vez, un ejercicio higiénico. A los pocos días, después de celebrarse las carreras de las fiestas de San Lorenzo, se constituyó un club velocipedista.

Otras pruebas

El 15 de marzo de 1889, según recogía Luís Gracia Vicién en el artículo citado, Ricol hace 252 kilómetros 700 metros en 20 horas y 32 minutos, al pretender batir el récord de 24 horas de Enrique Marzo, de 287 kilómetros; desgraciadamente Ricol abandonó la carrera antes de tiempo, pues equivocadamente creyó que el récord era solamente de 250 kilómetros; de otro modo tenía la convicción de alcanzar la distancia de 300 kilómetros en 24 horas.

Esta heroicidad debió tener trascendencia en el ambiente velocipedista, a juzgar por la noticia que recogía el diario La Derecha en septiembre del mismo año:

"El pasado domingo y con el objeto de disputar al señor Ricol de Barbastro el premio que otorga la sociedad de velocipedistas madrileña al que en menos tiempo recorriera 252 kilómetros 700 metros, salió de Huesca el velocipedista D. Gregorio Campaña, haciendo la trayectoria en 19 horas y 53 minutos, o sea en 39 minutos menos que su compañero de Barbastro; siendo de advertir que dicha carrera hubiera podido realizarla en mucho menos tiempo, a no impedirlo no solamente lo accidentado del terreno, sino también el viento huracanado que en muchas ocasiones le impedían dar toda la velocidad que deseaba a su máquina, originándole en una ocasión una fuerte caída que le produjo algunas contusiones, lo que no impidió que el señor Campaña continuara la carrera, aunque no pudo hacerlo con la celeridad que hasta entonces.

A pesar de estos accidentes el tiempo empleado por el señor Campaña, de Huesca a Canfranc, ha sido el de ocho horas y 41 minutos, incluyendo en ello el tiempo necesario para su alimentación y para recoger las firmas que atestiguaran su triunfo" (3).

Ricol aún establecería más records: 100 kilómetros en 5 horas 48 minutos (29 de junio de 1890); recorrido de 102 kilómetros de Barbastro-Huesca-Barbastro, en 5 horas 10 minutos (agosto de 1890), entre otros.

CITAS BIBLIOGRÁFICAS

(1) Bizén D’o Río: "La bici", en Cuadernos Altoaragoneses, nº 147, 6/V/90.

(2) Ver el artículo de Luís Gracia Vicién: "Manuel Ricol, un sportman barbastrense del siglo pasado", en Diario del Altoaragón, 10 agosto de 1897.

(3) "Noticias de Aragón", en La Derecha, 18 de septiembre de 1889.

Publicado en “Cuadernos Altoaragoneses” del Diario del Altoaragón, Domingo, 14 de abril de 1996

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El ideal del deporte universitario


Unión Deportiva Universitaria. De izquierda a derecha, de pie: Soralvos, Echevarría, Garzavarin, Moreno, Urbina, Gobeo;Paráis;Santías, Arrostegui. Sentados: Altolaguirre, Recondo, Albea. Foto: El Noticiero.

DEPORTES Y JUEGOS TRADICIONALES

Por José Antonio ADELL CASTÁN y Celedonio GARCÍA RODRÍGUEZ

A partir de una serie de artículos publicados en la prensa, en 1924, nos enteramos de cómo surge el deporte en la Universidad, especialmente el relacionado con Aragón; es decir, de la Universidad de Zaragoza, que, como veremos, repercute en la Universidad española. Estos textos también nos aportan información sobre el modelo que caracterizaba al deporte universitario.

Dos fenómenos influyen en la evolución inicial de este deporte: el excesivo protagonismo del fútbol y su profesionalismo.

La primera universidad deportiva

La Universidad de Zaragoza fue la primera en España en apoyar y proteger el deporte a través de la "Sociedad Deportiva Universitaria". La idea de fundar una sociedad deportiva, formada sólo por estudiantes, surgió de un grupo de jóvenes en junio de 1922. Se inspiraba en el ideal "amateur" o aficionado, incompatible con el que se empezaba a desarrollar en la mayoría de las sociedades deportivas de la época.

En los comienzos, unos pocos socios constituyeron una sociedad que llamaron "Iris", por reunir en su distintivo los colores de las diversas Facultades, que se fundían como los colores del éter en el blanco de sus camisetas. Estos jóvenes, que iniciaron su dedicación al deporte activo en las arboledas del Ebro, pronto serían reconocidos por la Universidad de Zaragoza, constituyéndose la "Sociedad Deportiva Universitaria".

El impulso de esta formación deportiva vino acompañado de hombres encomiables, como don Ricardo Royo, don Inocencio Jiménez, don Miguel Allué y el que fuera destacado deportista don José Mª Gayarre.

Los ideales que les unían podían simplificarse en dos propuestas: el triunfo del "amateurismo" y el mejoramiento de la raza. Para alcanzar estos objetivos se habían fijado un lema: "Sin feinn" (nosotros mismos).

Éxitos deportivos

La "Deportiva Universitaria" dedicó sus primeros esfuerzos a la práctica del fútbol, en contra de la opinión que algunos tenían de este deporte; había quien consideraba que el fútbol era apasionante y un poco brutal, y, por tanto, indigno de ser patrocinado por los centros de cultura, como son las Universidades. En su favor estaban los que concebían una universidad deportiva, similar a las célebres de Oxford, Cambridge, Yale o Harward.

En su segundo año de vida, con el fútbol se alcanzó el segundo puesto en la categoría más alta del fútbol aragonés, el Campeonato de la Primera Categoría, serie A, de 1923/24. No obtuvieron el primer puesto, que merecían, según la opinión de Castor y Polux (1), por "la desgracia y las intrigas".

Estas y otras razones (egoísmos, intrigas y profesionalismo) motivaron su separación de la Federación Aragonesa de Fútbol, ya que consideraban que todo esto era incompatible con la misión de la "Deportiva Universitaria".

Otro de los deportes que se iniciaron con relativa pujanza en la época fue el atletismo. Pocos universitarios lo practicaron en sus comienzos, pero los resultados fueron excelentes. En la "Gran Semana Deportiva", organizada por la Comisión de Atletismo de la Asociación de Cultura Física, coincidiendo con las fiestas del Pilar de 1922, participaron dos atletas: Tomás Indart logró ganar al veterano Aznar en los 100 m., quedando campeón, y Jesús Valdés venció en salto de altura, batiendo el récord, elevándolo a 1,62 m.

En 1923, en los primeros campeonatos oficiales de Atletismo, Valdés obtuvo el triunfo en salto de altura y 800 m., y representó a Aragón en los Campeonatos nacionales, disputando las pruebas de 400 m., 800 m., relevos, salto de altura y triple salto. En salto de altura se clasificó segundo en el Campeonato de España. En 1932 todavía se estimaba que sus marcas de altura (1,69 m.), salto de pértiga (2,89 m.) y triple salto (12, 13 m.) eran las mejores realizadas en Aragón hasta el momento.

También hubo participación universitaria en natación; Hilario de la Figuera triunfó en 1923 en una prueba de neófitos disputada en San Sebastián, consistente en la travesía del Urumea.

En "tennis" todavía no habían competido oficialmente, pero ya había muchos estudiantes que practicaban este deporte.

La Universidad se convirtió en poco tiempo en una cantera de deportistas, de la que se fueron nutriendo las sociedades deportivas. Frente a las discusiones en torno al profesionalismo ocioso del deporte, que se extendía por toda España, en la Universidad se trabajaba por una "labor educativa de la inteligencia deportiva del joven español en dos sentidos: el moral y el físico." Joaquín Mateo (2) lo justificaba diciendo que "los deportes, desgraciadamente en nuestras tierras, han caído en poder de especuladores, que abren sus productivos o ruinosos negocios -que de todo hay- con el nombre de entidades que merecían por sí solas el mayor respeto a que son acreedoras en sus empresas netamente altruistas, puramente románticas...".

La separación de la Federación, del equipo de fútbol de la "Universitaria", supuso que sus jugadores marchasen a otras sociedades; el equipo más beneficiado fue el "Iberia". Muchos creían que la causa de la "desfederación" había que buscarla en no disponer de campo de juego en condiciones. El verdadero motivo era el del "profesionalismo".

Castor y Polux lo dejaba bien claro; "había que huir del peligro por dos razones: porque nuestro ideal era con él incompatible; porque profesionales ya, no hubiéramos hecho más que lo que cualquier otra sociedad mal titulada deportiva: fútbol nada más" (3).

Proyectos de la Universidad de Zaragoza

La Universidad de Zaragoza, es decir, La "Deportiva Universitaria" preparaba en 1924 la creación de nuevas secciones deportivas: de "basket-ball", natación y remo.

Es la primera vez que encontramos una referencia al "basket", o baloncesto (4), en Aragón. La Universidad ya tenía terrenos para practicar este deporte y había conocedores del juego (5).

Para ejercitar la natación se pensaba en la construcción de una gran piscina universitaria, y mientras tanto el Ebro serviría de amplio campo de entrenamiento. Y para el remo se iba a solicitar permiso, con la intención de disputar regatas ese mismo año en el Ebro; sólo era necesario encargar yolas y esquifes.

También se pretendía reformar las secciones de "foot-ball", "tennis" y atletismo. Se estaban realizando reformas en un campo que se había arrendado en el Arrabal para jugar al fútbol, donde se jugarían partidos con otros equipos universitarios. Se proyectaba aumentar el número de pistas de tenis existentes en la Residencia de Estudiantes, y, respecto al atletismo, querían que su práctica se extendiera entre todos los socios, no con vistas a los campeonatos, sino a la cultura física, construyendo un gimnasio y pistas de carreras. A través del atletismo intentaban observar el desarrollo del organismo de sus practicantes, con controles al inicio y final del curso.

Otros proyectos, que llegarían a hacerse realidad, están vigentes en la actualidad, aunque no con el grado de cumplimiento que se pretendía: "Reunión de una Asamblea nacional de Universidades, en la que quedaría constituida la Federación Nacional Deportiva Universitaria, que laboraría intensamente favoreciendo las relaciones entre las universidades españolas y entre éstas y las extranjeras".

La lista de objetivos continuaba con otras intenciones: Organizar una gran semana deportiva. Intensificar la acción deportiva universitaria en las escuelas especiales, institutos y colegios. Y la creación de campeonatos nacionales universitarios de varios deportes.

Corazón y cerebro

Según las ideas expuestas por Castor y Polux (6), el hombre no sólo necesita la fuerza, la habilidad o la destreza para practicar debidamente el deporte; necesita además el corazón y el cerebro, factores que se encuentran desarrollados principalmente entre los estudiantes. "Corazón para luchar por la gloria del deporte, por el esplendor de la patria y por el triunfo del ideal; cerebro, para saber dar a sus empresas la prudencia necesaria, la sagacidad precisa que los haga triunfar en todos los obstáculos".

Estas trasnochadas ideas justificaban que los escolares fueran excelente materia para convertirlos en hombres fuertes, sanos y propagandistas entusiastas y desinteresados del deporte. Asimismo, se vinculaba el deporte a la raza y a la disciplina. Por último, toda esta labor debía llevarla a cabo el Estado y la Universidad, conjuntamente con Institutos, escuelas y colegios.

CITAS BIBLIOGRÁFICAS

(1) Castor y Polux: "La «Deportiva Universitaria» y sus triunfos", en El Noticiero, 12 de agosto de 1924.

(2) Joaquín Mateo Linares: "La Universidad y los deportes (I)", en El Noticiero, 9 de septiembre de 1924.

(3) Castor y Polux: "Cruzada deportiva III. Programa deportivo universitario", en El Noticiero, 16 de septiembre de 1924.

(4) El baloncesto fue inventado en 1891 por J. Naismith, en EE.UU. Los soldados americanos que participaron en la Primera Guerra Mundial lo dieron a conocer en Europa. En España se comenzó a practicar en 1922; el escolapio Eusebi Millán lo aprendió en Cuba y lo enseñó a sus alumnos del colegio Sant Antoni de Barcelona.

(5) Hasta 1925 se jugaba con equipos de siete jugadores y en terrenos de fútbol, con los paneles fijados encima de las porterías (F. Santos Vázquez Rabaz: Baloncesto básico. Alhambra, Madrid, 1986, p. 4.).

(6) Castor y Polux: "Cruzada deportiva IV y última. El porvenir de la raza y el deporte universitario", en El Noticiero, 30 septiembre de 1924.

Publicado en “Cuadernos Altoaragoneses” del Diario del Altoaragón, Domingo, 1 de marzo de 1998

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La reorganización deportiva con el franquismo

Saludo de rigor antes de la salida en el Campeonato de Aragón de Cross de 1940. Foto Sancho

DEPORTES Y JUEGOS TRADICIONALES

Por José Antonio ADELL CASTÁN y Celedonio GARCÍA RODRÍGUEZ

El Parte Oficial de Guerra del 1 de abril de 1939, firmado por el general Franco en Burgos, decía lo siguiente: “En el día de hoy, cautivo y desarmado el ejército rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos. La guerra ha terminado”.

A partir de este momento comenzaron a desarrollarse las diferentes actividades de la vida cotidiana, entre ellas el deporte, que cada vez ejercía mayor influencia en la sociedad moderna.

Durante los tres años de guerra el deporte había desaparecido casi en su totalidad. A mediados de 1938 comenzaron a jugarse algunos partidos de fútbol entre varios equipos militares. En los primeros días de 1939 ya se organizó un Campeonato Regional, con la participación del Zaragoza F.C., Huesca F.C., División 105 (se retiró por incorporarse al frente de Mahón), Aviación, Recuperación de Levante y 80 Compañía. El Aviación Zaragoza se proclamó campeón y el Zaragoza F.C. se clasificó para la Copa del Generalísimo (1).

Volver a empezar

Muchos deportistas aragoneses dieron su sangre y cayeron en el frente, unos para siempre y otros para apartarse del deporte (Marraco se despeñó entre la nieve de las montañas de Huesca; Prieto era una figura destacada del vuelo sin motor; Valero, defensa del Arenas, murió en la Ciudad Universitaria; Tomás, Ortuzar, Bilbao, Ruiz, Uriarte, Pelayo, Escosa, Primo, etcétera). Entre los atletas, muy recordado fue el menor de los Marqueta, muerto en Barcelona, o Agapito Guillén, el bravo corredor de Terrer, que también fue víctima de aquella absurda y cruel lucha entre hermanos, por citar algunos.

Pasados los tres trágicos años fratricidas, el deporte comenzó a reorganizarse. En los primeros días de julio de 1939 el fútbol ya estaba en marcha; se anunciaba el comienzo de la nueva temporada. El boxeo, el tenis, la natación..., seguían el mismo ritmo.

Regresaron los deportistas (entre otros, el boxeador Pepe Martín o Jesús, un conocido pelotari zaragozano que despertaba gran entusiasmo entre los aficionados) y los organizadores, como Chicot, de Helios, que se encargaba de los concursos de natación en el Ebro.

Las instalaciones deportivas también sufrieron las consecuencias de la guerra. El refugio que habían construido los montañeros en Valmadrid (Zaragoza) quedó destrozado por las necesidades de la vanguardia.

Inmediatamente la empresa del Frontón Aragonés comenzó su actividad, organizando partidos de pelota con las correspondientes quinielas.

Las instituciones deportivas

A primeros de mayo de 1939 mantuvieron las primeras reuniones el Comité Olímpico Español y el Consejo Nacional de Deportes, bajo la presidencia del general Moscardó y con asistencia del teniente coronel Villalba, el conde de Vallellano, el barón de Güel don Jacinto Miquelarena y don José Mesalles. En sustitución del capitán García Mayoral, tesorero del comité caído en el frente de Cataluña, se nombró al capitán Gastesi.

El general Moscardó había realizado un viaje a Berlín para conocer la organización del deporte y de la educación física en aquel país. También había sido invitado el Consejo Nacional de Deportes a visitar Alemania para observar in situ el esfuerzo realizado en favor de las juventudes.

En las citadas reuniones fueron nombrados los delegados del Comité en los diversos deportes y se estudió la labor de depuración que estos delegados debían realizar.

También quedaron aprobadas las normas para la reorganización del deporte nacional por medio de las nuevas federaciones, así como para encauzar el periodismo deportivo y de los sistemas que debían regir la educación física española.

Tres instituciones íntimamente unidas se encargarían de potenciar el deporte y otras actividades culturales, relacionadas con la propaganda política y moral adicta al régimen. Surgieron o se fomentaron el Frente de Juventudes, Educación y Descanso y el S.E.U. (Sindicato Español Universitario), actuando conjunta e independientemente y con las diferentes Federaciones deportivas.

Con esta estructura se intentaba abarcar a los diferentes sectores de la sociedad: a los jóvenes leales, que combinaban actividades deportivas con la iniciación militar; a los jóvenes universitarios, y a los obreros o personas integradas en el mundo laboral.

Una ley del 6 de diciembre de 1940 creaba la Delegación Nacional del Frente de Juventudes; tomaba como referencia a las organizaciones juveniles instituidas durante la guerra civil. Entre las misiones que se le atribuían se incluía la educación física y deportiva.

El S.E.U. era una organización estudiantil de Falange, fundada a finales de 1933; en diciembre de 1940 fue incluida por decreto en el Frente de Juventudes. Una de las actividades fundamentales era la práctica de los deportes.

Y para aprovechar el tiempo libre de los trabajadores, labor encomendada a la Organización Sindical, en diciembre de 1939 se creó “Alegría Sindical”, que poco después cambiaría su denominación por la Obra Sindical “Educación y Descanso”; uno de los puntos de la Ley de Principios del Movimiento Nacional ratificaba la actuación de la Organización Sindical en este sentido: “El Estado procurará por todos los medios a su alcance perfeccionar la salud física y moral de los españoles y asegurarles las más dignas condiciones de trabajo”.

La adición al régimen era obligatoria en cualquier manifestación deportiva, así como el saludo y los gritos de rigor.

El fútbol

Ajustándose a las normas del antiguo Campeonato de España, se comenzó a disputar la Copa del Generalísimo con la participación de los equipos aragoneses Aviación F.C. y Zaragoza F.C.

En Aragón, la Federación Aragonesa de Fútbol confirió el encargo de la Nacional de reorganizar el deporte del fútbol; para ello, a primeros de mayo de 1939 citó a todos los clubes que se hallaban federados el 18 de julio de 1936, para que en el plazo de 15 días comunicasen su solicitud de reingreso. Éste podía ser requerido, en defecto de la junta directiva del Club, por un miembro cualquiera de la misma que figurase registrado como tal en la citada fecha y que se hiciera responsable de cuantas obligaciones tuviera el club en sus relaciones con la Federación. En el mismo plazo se admitirían solicitudes de reingreso de clubes nuevos.

Los clubes que figuraban en la Federación en julio de 1936 eran: Zaragoza F.C., C.D. Español, C.D. Amistad, Tauste F.C., Arenas S.C., Club Discóbolo, U.D. Casetas, Utebo F.C., C.D. Monzalbarba, Hogar Pignatelli, Athletic Comín, C.D. Aragonés, C.D. Delicias, Unión Victoria, Olimpia F.C., C.D. Imperial, U.D. San Juan, Club Centro Obrero, C.D. Montañana, C.D. Alfajarín, C.D. Aurora, Club Bala Roja, C.D. Celta, C.D. Júpiter, C.D. La Salle, C.D. Nacional, Ranillas F.C., Betis, F.C. Club Sporting, Unión Pignatelli, Pedrola F.C., Lapuyade F.C., Juventud Comercial, Perdiguera F.C., C.D. Ejea, Euskalduna F.C., Zuera S.C. Juventud Obrera, C.D. Renacimiento, C.D. Alba, Peña Costa, S.D. Universitaria, C.D. Europa, C.D. Huesca, Monzón F.C., Barbastro F.C., S.D. Binéfar, C.D. Graus, A.D. Jaca, U.D. Tamarite, C.D. Calatayud, U.D. Calatayud, Halcón Rojo, Calatayud S.D., Brea de Aragón, C.D. Alhama de Aragón, Ariza, F.C., Alcañiz F.C., C.D. Calanda, C.D. Caspe, Híjar F.C. y C.D. La Puebla de Híjar.

El aragonés Julián Troncoso fue el encargado de regir la reformada Federación Nacional de Fútbol, menos numerosa y en la que ya no habría necesidad de hacer asambleas, congresillos y elecciones enojosas, según sus palabras.

Según la reorganización inicial, las federaciones tendrían gestoras compuestas por varios miembros, que encauzarían el fútbol siguiendo las instrucciones dictadas por la Nacional; los clubes estarían dirigidos por directivas poco numerosas, atendiendo las normas dictadas desde arriba, y los jugadores tendrían que pensar que la patria necesitaba de su esfuerzo y, por tanto, se acabarían sus grandezas y exigencias. Los clubes recibirían instrucciones de las ventajas económicas que podrían ofrecer a sus jugadores y en ningún caso se admitirían transgresiones.

Otros deportes

El Iberia reanudó la actividad ciclista con domingueras excursiones; pronto le seguiría el Club Ciclista Zaragozano, dispuesto a organizar carreras en las barriadas y en localidades próximas a la capital.

A primeros de julio ya se decidió la organización de la “I Vuelta Ciclista a Aragón” con carácter nacional, que se celebraría entre el 5 y el 12 de octubre.

El C.N. Helios también reanudó su actividad con la práctica de varios deportes: baskett-ball, pelota, atletismo y natación.

Se designó presidente de la Federación Aragonesa de Boxeo a don Mariano Fustel Lozano.

Manuel Orera reorganizó la sección de pesca de la Sociedad General, aunque en su primer año no tuvieron tiempo de llevar a cabo la “pescata benéfica” para obsequiar a los asilo de la Caridad.

En Atletismo Helios y el Zaragoza iniciaron los entrenamientos y competiciones. A mediados de octubre Eduardo Baeza fue nombrado presidente de la Federación Aragonesa de Atletismo.

La reorganización seguiría durante varios años elaborando, adaptando y modificando premisas propias de un estado autoritario.

CITAS BIBLIOGRÁFICAS

(1) Datos extraídos del libro de Ángel Aznar: El largo camino hasta la Recopa. Historia y anécdota del Real Zaragoza. Tomo I, Zaragoza, 1995, p. 144.

Publicado en el suplemento “Domingo” del Diario del Altoaragón, Domingo, 20 de junio de 1999

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sábado, 18 de abril de 2020

Atletismo pre-federado: Las sociedades deportivas


Alberto Murillo, de Leciñena, venciendo en una “Vuelta a Zaragoza”

DEPORTES Y JUEGOS TRADICIONALES

Por José Antonio ADELL CASTÁN y Celedonio GARCÍA RODRÍGUEZ

Las Sociedades deportivas, y algunas personas dedicadas a la Gimnástica o Educación Física, fueron las principales impulsoras del Atletismo Federado. Su labor tendría como fruto la aparición de la Federación Aragonesa de Atletismo en 1923; el camino hasta su constitución no sería fácil y sufrirían muchas vicisitudes.

Los festivales sportivos
Del mismo modo que en Huesca, con las fiestas de San Lorenzo, las fiestas del Pilar de Zaragoza fueron el marco más importante en el que se dieron a conocer las diferentes modalidades que aparecían en el incipiente deporte aragonés.

En las fiestas del Pilar de 1901, con motivo de celebrarse en la capital aragonesa la asamblea de la Federación Gimnástica Española, en la que participaba como delegado del comité provincial D. Santiago Ramón y Cajal, entre otros, dicha Federación Gimnástica organizó un amplio programa deportivo con tiro nacional, ciclismo y gimnástica (gimnasia escolar, higiénica-pedagógica, militar, artística o acrobática y un concurso individual).

En las pruebas de Gimansia militar, artística y en el concurso individual, se programaron algunas atléticas: carreras de obstáculos, de velocidad y de resistencia, saltos de altura y de longitud, lanzamiento de un peso, etc. Además, el concurso individual tenía categoría de Campeonato de España.

La programación de pruebas que podemos considerar relacionadas con el atletismo fue escasa en estos años, y las pocas que se celebraron estuvieron organizadas por sociedades deportivas dedicadas a otros deportes o por la Sociedad Gimnástica.

En 1906, en el programa de carreras ciclistas de las fiestas del Pilar, organizado por la Sociedad Velocipédica Zaragozana conjuntamente con la Comisión de festejos de Comercio, se incluía una carrera pedestre de velocidad para mayores de 16 años. La distancia era de 2.000 m., y obtuvo el primer premio, consistente en 30 pesetas, Sebastián Ruiz; en segundo lugar llegó José Ruiz.

En 1914, Julio Pérez Larrosa, vicepresidente de la Sociedad Gimnástica de Zaragoza, organizó un festival denominado "Juegos Olimpicos", subvencionado por la Comisión de Fiestas de Zaragoza. El jurado de las pruebas estaba constituido por miembros de la Sociedad Gimnástica, del Comité de Exploradores, de la sociedad ciclista "El Pedal Aragonés", del Tennis-Club, del presidente de la R. S. de San Sebastián (equipo de foot-ball que disputó un partido contra una selección de la Gimnástica) y representantes de los profesores de gimnasia.

Las pruebas atléticas que se programaron fueron: salto de longitud con impulso (1º, Manuel Rodríguez, 6’60 m.; 2º, José Ocáriz, 4’60 m., y 3º, Camilo Dalmau), salto de altura con trampolín (1º, Manuel Mingull, 2’21 m.; 2º, Eduardo Vecino, 2’16 m., y 3º, Rafael Codina, 2’10 m.), salto con pértiga (1º, Mariano Fustel, 2’65 m.; 2º, Angel Viñano, 2’50 m., y 3º, Carlos Pereira, 2’25 m.), carrera de velocidad de 100 m. (premio único, José Gómez Segura), carrera a la americana de 2.000 m. por parejas (1º, equipo amarillo formado por Gómez y Montagud, y 2º, equipo rojo, formado por Conde y Oscariz), lanzamiento de disco (1º, Fructuoso Orduna, 27 m.; 2º, Manuel Rodríguez, y 3º Rafael Montagud) y lanzamiento de barra (1º, Vicente González, 22 m.; 2º, Manuel Bazán, 21 m., y 3º, Andrés González, 19 m., con barra de 6’42 kilógramos).

Para algunos, estos "Juegos Olímpicos" fueron los que dieron impulso a la Federación. A ellos se hacía referencia cuando se constituyó en 1923. Durante este periodo todavía se disputaron otras pruebas atléticas. En septiembre de 1915 los exploradores de Zaragoza organizaron un concurso de carreras, saltos de altura y de anchura...

En agosto de 1919 Pepe de Miguel se proclamó campeón de Zaragoza en una carrera pedestre de 8.500 m., seguido de F. de la Torriente y de Dolset, Los tres fueron los únicos participantes en la prueba.

Federación de Sociedades Deportivas

En este año de 1919 se constituyó en Zaragoza la Federación Local de Sociedades Deportivas, con el fin de unificar voluntades y sin perder cada componente su independencia. Del atletismo se decía en la prensa que "estamos casi en mantillas". La idea era que esta Federación tratara de llevar a cabo una labor seria y efectiva para impulsar el deporte en Zaragoza y para que mereciera la atención y el favor del público, y de las entidades oficiales, como el que ya gozaban en otras capitales.

La justificación por la falta de atención que debía merecer el deporte, por quienes tenían el deber de hacerlo, parecía clara para los comentaristas deportivos: "Lo que pasa es que como no da votos, ni sirve para los trapicheos de la política...".

Con el profesor de gimnasia Julio Pérez Larrosa como presidente, se eligió el periodo de fiestas del Pilar de este año para comenzar su labor, organizándose una carrera pedestre de 5 kilómetros, el Campeonato ciclista de Aragón y un partido de Fútbol.

Goal, en las páginas de El Noticiero (7-10-1919) escribía: "Por ser la primera vez que se celebra una carrera de esta índole, revestirá los caracteres de un acontecimiento, porque además ponen todo su empeño en ello los organizadores". Se inscribieron más de treinta corredores, "entre ellos dos de Montañana que corren de veras".

Al mes siguiente, con motivo de la inauguración del "Campo Fuenclara", se preparó un programa deportivo y, entre las pruebas consideradas de atletismo, se compitió en: salto de altura, lanzamiento de barrón, ejercicios de paralelas, carrera a la americana y tiro de cuerda.

Sin embargo, la Federación de Sociedades Deportivas no funcionaba como se esperaba, según se observa en las críticas severas de Kor-ner, en el Heraldo de Aragón (1-1-1920): "Por falta de ánimo en ustedes se ve la Federación de Sociedades Deportivas, a la que dirigen sin entusiasmo alguno, sumida en un sueño que amenaza más largo que la huelga de tranviarios" (los tranviarios llevaban bastante tiempo en huelga).

Aragoneses al Campeonato Nacional de Cross

El II aniversario de la fundación de la "Sociedad Deportiva Fuenclara" se festejó, en septiembre de 1920, con un programa deportivo social de foot-ball y pruebas atléticas: pedestrismo, salto de altura y longitud con y sin impulso, velocidad, lanzamiento de peso y disco, y tración de cuerda.

En marzo de 1921 reinaba gran entusiasmo en las Sociedades Deportivas por celebrarse un cross-country de selección para asistir al VI Campeonato Nacional de Cross. Era la primera vez que se iba a participar en pruebas de categoría nacional.

El recorrido del cross era de 10 kilómetros y al final no acudieron algunos de los corredores que se esperaban, quizá debido al viento infernal que soplaba. Los tres primeros clasificados fueron José de la Fuente, del Fuenclara F.C.; José de Miguel, del Iberia S.C., y Vicente Sanjuán, del Fuenclara F.C.. Los otros representantes aragoneses que acompañarían a los anteriores al Campeonato Nacional, que se celebraría en Santander, fueron Dionisio Magén y Ricardo Oliván.

En 1921, el Ibero Sport Club y el Club Deportivo Fuenclara organizarían nuevos crosses. Con frecuencia, la influencia de Zaragoza hacía pensar que lo que se hacía allí era lo único que había en Aragón, y que se confundiera la actividad local con la regional.

El 27 de diciembre de 1921, en el Heraldo de Aragón, se criticaba nuevamente a la Federación: "Se da como cierto que se va a constituir nuevamente y por milésima la Federación Aragonesa de Clubs Deportivos". Entraban en los planes de los directivos el enviar representantes al VII Cross Nacional que se celebraría en Alicante.

Con motivo de las fiestas del Pilar de 1922, la comisión de Atletismo de la Asociación de Cultura Física (denominación que debió tomar la anterior Federación) organizó una competición de pruebas atléticas dentro de la denominada "Gran Semana Deportiva".

En el reglamento de las pruebas, el artículo segundo decía: Para estas pruebas podrán inscribirse: a) Todos los atletas de las Sociedades Federadas. b) Todo individuo que demuestre no ser profesional. Las pruebas eran: 100 m., 1.000 m. a la americana con relevos y por equipos de cuatro, salto de longitud, salto de altura, lanzamiento de disco y de barra, cross de 6.000 m. y 80 m. vallas.

Las mismas personas entusiastas, que ya venían dedicando su tiempo y trabajo por el fomento del atletismo, serían las que con su aliento y estímulo pusieran en marcha, al año siguiente, la Federación Aragonesa de Atletismo.

Publicado en “Cuadernos Altoaragoneses” del Diario del Altoaragón, Domingo, 9 de octubre de 1994

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75 Aniversario de la Federación Aragonesa de Atletismo



Selección Aragonesa de Cross en el Campeonato de España de Cross de 1945, celebrado en Lasarte. De izquierda a derecha, Paco Binaburo, Cipriano Romeo, Alberto Murillo, Tomás García, Pedro Sierra, Luis Royo, Rodolfo Antón, Rafael Bielsa y Sender.

DEPORTES Y JUEGOS TRADICIONALES

Por José Antonio ADELL CASTÁN y Celedonio GARCÍA RODRÍGUEZ

A finales de mayo de 1998 se cumplía el 75 Aniversario de la creación de la segunda Federación deportiva más antigua de las existentes en Aragón, la Federación Aragonesa de Atletismo. Poco más de un año separa el nacimiento de esta Federación con la pionera Federación Aragonesa de Fútbol.

Diversos acontecimientos contribuyeron a su fundación: los programas deportivos de la segunda década de este siglo (organización de carreras pedestres en grandes ciudades, festivales deportivos...), los resultados obtenidos por Dionisio Magén en los campeonatos nacionales de cross (que indirectamente influyeron en todos los deportes, incluido el fútbol), y el impulso dado por un puñado de directivos y aficionados a los deportes, creando sociedades deportivas, asociaciones o federaciones de sociedades y por último las federaciones deportivas.

Los inicios de la Federación de Atletismo no fueron fáciles; hubo cortas etapas de inactividad debido a la escasez de medios económicos, aunque también influyó en su medida la desidia y la falta de directivos. No obstante, la Federación fue superando todos los obstáculos, haciendo historia y aportando lo mejor de sí al Atletismo español.

El origen del atletismo aragonés

Hasta los primeros años de este siglo el atletismo, propiamente dicho, no existía en Aragón. A finales del siglo pasado comenzaron a surgir las primeras sociedades deportivas (Velocipédica, Gimnástica, Lawn-tennis, Exploradores, Pedal Aragonés, etcétera), colaborando u organizando carreras pedestres aisladas y festivales deportivos, en los que se incluían pruebas atléticas.

Al margen de estos "sports modernos", existía un "deporte popular" o tradicional que nutrió al incipiente, aportando sus especialidades (tiro de barra, tiro de soga, salto a pies juntos, triple salto aragonés...) y sus elementos, principalmente corredores de resistencia curtidos en las populares corridas de pollos que se disputaban por todo Aragón.

Del mismo modo que la historia del atletismo moderno se remonta a la Grecia Antigua y a los célebres juegos que se disputaban en Olimpia, la historia del atletismo aragonés debe retrotraerse siglos atrás, puesto que en Aragón ha habido personajes célebres y existen leyendas tan hermosas como la legendaria carrera del soldado Filípides, que dio origen a la prueba de la maratón.

La carrera a pie más antigua que conocemos se celebró en Monzón el año 1585, con motivo de la visita de Felipe II para celebrar las Cortes del Reino.

Varias carreras tienen su origen en bellas leyendas. En Aínsa todavía se conserva la "carrera de la cuchara", surgida de una leyenda medieval: los cristianos vencieron a los sarracenos y un soldado corrió a anunciar a la condesa la victoria, ésta se hallaba comiendo y agradecida por el esfuerzo del soldado le entregó su cuchara de plata.

La "carrera de las peras" de Adahuesca se basa en otra leyenda del siglo XVIII. Las dos últimas pobladoras de la Sierra de Sevil fueron recogidas en Adahuesca. Antes de morir pidieron dos favores y a cambio donarían al pueblo todas sus tierras; en uno pedían que el día de Santa Ana se celebrara el "corre peras": los niños corren por parejas para ganar las peras que previamente han sido bendecidas. En el siglo pasado se vivieron históricas carreras, como la celebrada en octubre de 1882 en la Plaza de Toros de Zaragoza, donde Mariano Bielsa y Latre, apodado "Chistavín" de Berbegal, vencería al italiano Aquiles Bargossi, considerado el mejor andarín del mundo.

En 1908 se celebró en Huesca el "Primer Campeonato Provincial de Carreras Pedestres", que, en 1913 pasaría a tener categoría de "Campeonato Regional".

Otras carreras similares se disputaron en Zaragoza con motivo de las fiestas del Pilar. También se organizaron festivales atléticos como el denominado "Juegos Olímpicos" de Zaragoza en 1914, que fueron creando una nueva conciencia deportiva.

Dionisio Magén, precursor se la Federación

Durante las zaragozanas fiestas del Pilar de 1919, la recién creada "Federación de Sociedades Deportivas" organizó una carrera pedestre de 5000 m. en la que se inscribieron más de 30 corredores, entre los que se destacaba a dos de Montañana, que, según se decía, "corren de veras".

Los organizadores obtuvieron un gran éxito y Dionisio Magén, uno de los de Montañana, hizo honor a la fama que le precedía al vencer una de las carreras más importantes de cuantas se habían celebrado en la capital.

A primeros de marzo de 1920, Goal, desde las páginas de El Noticiero, criticaba que, a pesar del éxito de la carrera del Pilar y de que se constituyera la Federación local de entidades deportivas, ningún aragonés figurase entre los inscritos al "V Cross-country Nacional", que se iba a celebrar el 28 de marzo de 1920 en Bilbao, y proponía que se entrenara a los dos corredores de Montañana para llevarlos a Bilbao.

La propuesta de Goal se puso en práctica y Dionisio Magén acudió a Bilbao, costeándole el viaje un grupo de entusiastas aficionados. Iba a ser la primera vez que un aragonés participaba en esta prueba.

Magén tuvo que luchar contra todo tipo de inconvenientes; falto de entrenamiento, corría por primera vez fuera de casa y en pruebas de tanto nivel, pero consiguió el séptimo lugar, compitiendo con las "estrellas" del pedestrismo: Muguerza, Domínguez, Lequerica, Macagera, Peña, Calvet y otros muchos.

Su triunfo hacía concebir esperanzas para el cross del año siguiente. Goal aprovechaba la ocasión para lanzar nuevas consignas: "La mejor manera de conmemorar el éxito obtenido debe ser levantar el espíritu y constituir inmediatamente el Comité Atlético (...). ¿Es mucho pedir que para el futuro «Cross-country» presentáramos un equipo y luchásemos como una Federación más?".

En mayo de 1920, durante las Fiestas de Primavera de Zaragoza, se celebró otro "cross-country" en el que volvió a vencer Magén. También se organizaron unos "Juegos Olímpicos" en los que Magén volvió a ser la principal atracción.

Estos éxitos no evitaron que la Federación de Sociedades deportivas se sumiera en continuos letargos; se aproximaba la fecha del "VI Cross Nacional" y nada se había vuelto a saber de los corredores. Las críticas obligaron a la Federación a organizar un cross una semana antes del Campeonato Nacional. Los tres primeros clasificados representarían a Aragón, completando el equipo Dionisio Magén.

Por falta de medios económicos se abrió una suscripción para recaudar dinero que cubriera los gastos del viaje a Santander. Los representantes de Aragón fueron: Dionisio Magén, José de la Fuente, Ricardo Oliván y Vicente Sanjuán.

La clasificación de los corredores aragoneses fue aceptable, aunque Magén y Ayuda, en quienes se habían puesto esperanzas halagüeñas, fueron totalmente desentrenados. Magén llegó en el puesto 21 y Ayuda en el 43.

A lo largo del año se celebraron varios croses en Zaragoza; también se organizaron carreras pedestres en el descanso de algunos partidos de fútbol. Los resultados del Cross Nacional animaron a las sociedades deportivas. Hasta llegó a plantearse la celebración de un campeonato regional de atletismo.

Las fiestas de primavera de Zaragoza de 1922 acogieron nuevas pruebas olímpicas y un cross-country, en el que volvió a vencer Dionisio Magén. Otras pruebas similares se celebraron para el Pilar (saltos de altura, con pértiga, triple salto aragonés, carreras de 100 m., de 80 m. con vallas, carrera americana de 1000 m., de 150 m., lanzamiento de disco, peso y barra, tracción de cuerda, campeonato regional de boxeo y cross-country infantil).

Triunfo de Magén y nacimiento de la Federación

El despertar atlético motivó la creación de la "Unión Atlética Aragonesa", una sección de Atletismo de la "Asociación Aragonesa de Cultura Física", que el 7 de enero de 1923 se disponía a celebrar sus primeras pruebas oficiales, consistentes en dos carreras de 100 y 5000 metros. Podían concurrir todos los atletas que pertenecieran a los clubes que integraban la U.A.A. y las marcas que se obtuvieran serían consideradas como "records" regionales.

Sin embargo, los principales esfuerzos de la novel U.A.A. se iban a centrar en preparar un equipo que representara a Aragón en el Campeonato Nacional de Cross. Con este fin se celebraron siete croses y el denominado Cross regional de Aragón.

En el "VIII Cross Nacional" Dionisio Magén volvió a tener una brillante actuación, clasificándose en séptima posición. Pero el resultado no colmó los anhelos de Magén, que lloraba con rabia al ver los puestos que había perdido durante la última parte del recorrido, en la que tuvo que pararse tres veces a causa de dolores agudísimos en el costado, impidiéndole llegar en segundo lugar.

Los corredores fueron homenajeados en Aragón, disputando varias carreras en los intermedios de los encuentros de fútbol. También hubo carreras de velocidad, saltos y lanzamientos.

El brillante resultado obtenido por Magén, y la buena clasificación del equipo en los campeonatos nacionales de Cross, contribuyó a que las sociedades deportivas fueran convocadas a junta a finales de mayo de 1923, constituyéndose la Federación Aragonesa de Atletismo, que se afiliaba a la Federación Atlética Nacional.

El comité directivo lo formaron los siguientes señores: Presidente honorario, don Julio Pérez Larrosa; presidente, Jesús Valdés, de la S.D. Universitaria; secretario, Carlos Aznar, del Iberia S.C.; vicesecretario, Amadeo Rey, del Fuenclara; Tesorero, Antonio Sánchez, del Aragón; contador, Silverio Mauleón, del Águila, y un vocal por cada una de las demás sociedades unidas a esta Federación.

Los fines que perseguía esta nueva Federación consistían en organizar pruebas y campeonatos, con objeto de que se tomara parte en concursos y pruebas nacionales, continuando la labor que empezaron los corredores en el último "cross country" nacional celebrado en San Sebastián. El comunicado de la Federación que daba a conocer estos fines concluía diciendo: "atletistas de Aragón los hay, quien lo duda; con que a entrenarse y a que sepan en España entera lo que son los atletistas aragoneses".

Publicado en “Cuadernos Altoaragoneses” del Diario del Altoaragón, Domingo, 7 de junio de 1998

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domingo, 12 de abril de 2020

La Semana Santa en Aragón II (Teruel)




Costumbres de Aragón es una sección del programa Esta es la nuestra, de Aragón Radio, que, con ayuda del etnógrafo José Antonio Adell, da a conocer curiosidades y detalles relacionados con las costumbres aragonesas. Esta semana se centra en las celebraciones de Semana Santa en la provincia de Teruel.
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miércoles, 1 de abril de 2020

La Semana Santa en Aragón I (Zaragoza y Huesca)



Costumbres de Aragón es una sección del programa Esta es la nuestra, de Aragón Radio, que, con ayuda del etnógrafo José Antonio Adell, da a conocer curiosidades y detalles relacionados con las costumbres aragonesas. Esta semana se centra en las celebraciones de Semana Santa en la comunidad.
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