miércoles, 27 de abril de 2016

Tres meses en Bolivia compartiendo. Una universidad en uno de los barrios más pobres, Achachicala (2)

Grupo de alumnos de uno de los turnos de noche

Por José Antonio Adell

(Ver apartado anterior)

Una universidad en uno de los barrios más pobres, Achachicala

La universidad se ubica en el barrio de Achachicala en la zona Norte de la Paz, camino de El Alto, que se encuentra tan solo a cinco kilómetros. Esta ciudad ha crecido espectacularmente en los últimos treinta años y ahora llega al millón de habitantes.

La zona Norte de la capital de Bolivia es más pobre y la zona Sur, más moderna. Las casas de Achachicala son de ladrillo y no están pintadas. Los edificios se empiezan a construir pero nunca se terminan.

Le llaman a esta universidad “la joya del barrio” y asisten a ella muchos alumnos en turnos de mañana y noche, la mayoría tras haber trabajado ocho o más horas y algunos llegan cansados. La universidad realiza una gran labor social y académica con estos jóvenes.

Achachicala, en quechua, significa “la piedra vieja”. Algunas zonas del barrio son peligrosas en lo avanzado de la noche. En este barrio fue torturado y asesinado hace cuarenta años el sacerdote jesuita español Luis Espinal, que impartía clases en la Universidad Católica de La Paz.

A esta universidad acuden en torno a cinco mil alumnos que estudian cinco carreras. Yo colaboré en la de Sicomotricidad, Salud, Educación y Deportes, y también en los posgrados y maestrías de los docentes que luego se dedican a la docencia.

Impartí varias asignaturas siempre de forma altruista, pues esa era mi colaboración. Estas asignaturas formaban parte de un programa completo semestral, por lo que yo daba la parte del temario que consideraba el profesorado que podía aportarles a los alumnos nuevas ideas.

Grupo de alumnos de primero de Sicomotricidad del turno de mañana

Existen en esta universidad dos turnos. El de mañana comienza a las 7:30 y termina a las 12:30 y el de tarde se inicia a las 18:30 y concluye a las 22:30. Una buena parte de los alumnos trabajan en diversas ocupaciones, especialmente los del turno de tarde y deben compatibilizar su trabajo con la universidad. Con una parte de lo que ganan en su trabajo pueden pagar sus estudios. Normalmente los precios de las carreras no son altos, incluso los que no pueden llegar a pagar la matrícula entera se les da una beca a cambio de que colaboren en el mantenimiento de las instalaciones o en algún trabajo puntual.

En el turno de tarde, los alumnos cenan en el aula pues si no, no pueden hacerlo. Ellos se traen sus alimentos que consumen mientras se imparte la docencia. Sin embargo son muy respetuosos con el profesor. Hay jóvenes universitarias que han sido mamas y traen su bebes a clase, pues no lo pueden dejar con nadie. A veces el niño llora y en el aula las explicaciones del profesor se mezclan con los llantos del niño. Los compañeros les apoyan y se turnan, normalmente, las chicas en cuidar al bebe, además de la madre.

Recuerdo que una de estas chicas me comentó que el padre del niño se desentendió de él y que ella estaba sacando adelante al hijo trabajando y estudiando. Otro alumno de los Yungas me comentó que se pagaba sus estudios trabajando de minero en sus vacaciones.

A pesar de todas estas circunstancias, los alumnos son muy agradecidos y adoran a sus profesores. A mí me pidieron que me quedara más tiempo y puedo decir que en la despedida salí emocionado de todas las aulas. Además de todos los agradecimientos que expreso al final debo reconocer también la excelente colaboración y actitud de la profesora Miriam Cejas con la que compartí varias de sus asignaturas.

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