sábado, 31 de octubre de 2009

El bandido “Cucaracha y el barquero de Pina de Ebro

El bandido Cucaracha. Grabado (Huesca, 1936) de un niño de Plasencia del Monte, alumno del maestro freinetista Simeón Omella (unizar).Mariano Gabín y Suñén, más conocido con el apodo de “Cucaracha” (era pequeño, muy moreno y siempre vestía de negro), fue el bandolero más conocido de Aragón. Entre 1870 y 1875 “reinó” en un basto “imperio” que incluía la comarca de Los Monegros y se extendía desde el río Cinca hasta el Gállego, de Este a Oeste, y, por el Norte, desde la Hoya y Somontano de Barbastro, hasta el Ebro, por el Sur.

“Cucaracha” se movía continuamente de un lugar a otro, evitando la presencia de la Guardia civil. Tuvo que cruzar a menudo los ríos por las numerosas barcas que comunicaban las márgenes de los tres ríos más caudalosos de Aragón. Se cuentan muchas anécdotas.
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Habitualmente, los barqueros eran confidentes del bandolero y le ayudaban; uno de ellos fue el barquero de Albalate de Cinca. Pero también tuvo algún encontronazo con otros barqueros. Es el caso que traemos en el siguiente texto de A. Riera, con el título de “Cucaracha”, publicado en 1903 en la revista ilustrada Pluma y lápiz, editada en Barcelona.

“Se habla de bandidos, conversación que no es muy agradable ni tranquilizadora cuando se sostiene andando por campo y valles, pero que resulta entretenida e interesante después de haber comido y bebido en un buen restaurant y fumado un habano mientras se cumple el trabajo de la digestión, cuando la sangre parece circular con más viveza y avivar el pensamiento.

-Me da ira la estupidez humana, decía López -un López cualquiera; -la ha dado todo el mundo por creer en la caballerosidad de los bandidos, y no hay quien se los figure unos caballeros andantes o poco menos.

-La leyenda es merecida por lo que toca a varios de ellos, replicó Fanjul, el antiguo jefe republicano, famoso por sus discursos del Parlamento.

-¡Hombre, tiene gracia! ¿Hasta tú?...

-Sí, hasta yo. A un bandido célebre, que murió de un modo desastroso, debo la vida, o cuando menos el ahorrarme una encerrona de larga duración.

-Cuenta, hombre, cuenta.

-La aventura no es extraordinaria, pero prueba lo que dije, que hay cándidos que valen más que su fama. ¿Recordáis el nombre de Cucaracha?
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