domingo, 4 de octubre de 2009

Conflictividad social y bandolerismo en el siglo XIX (Comarca de los Monegros y 2)

Alcubierre, pueblo natal del bandolero Mariano Gabín "Cucaracha".
Foto: C. García

José Antonio Adell Castán
Celedonio García Rodríguez


Bandolerismo en los Monegros

Para combatir a los grupos de bandoleros, en aumento por el crecimiento de la población, que no pudo ser asimilada por la incipiente industria, Francisco Javier Girón, duque de Ahumada, creó en 1844 el cuerpo de la Guardia Civil.

En 1860 Joaquín Soler, apodado Chistavis, tenía aterrorizado con sus robos y secuestros a todo el “país de Sigena”. Una veintena de civiles iban en su persecución y los pueblos se habían levantado en somatén. Fue detenido por la policía de Zaragoza el 20 de abril de 1860. La misma policía también detuvo, el 10 de febrero de 1861, a otros dos famosos bandidos que aterrorizaban los pueblos de la sierra de Alcubierre y del Somontano, en cuya persecución iban varias partidas de la Guardia Civil.

El bandolerismo y las insurrecciones liberales, republicanas y carlistas, obligaron a las gentes de los Monegros a vivir en continuo sobresalto entre 1868 y 1873. A finales de agosto de 1870 apareció por la sierra de Alcubierre una partida de unos 12 hombres armados con trabucos, a cuyo mando iba “uno que vestía de negro”. Pocos días después una cuadrilla de unos 20 bandidos armados entraba, en pleno día, en Senés y robaba entre tres y cuatro mil duros en la casa de Pepe Chico. El robo llevaba la rúbrica del mítico “Cucaracha”, natural de Alcubierre, el bandolero más célebre en Aragón, que mantuvo en jaque durante cinco años a las gentes de los Monegros.

“Cucaracha” era el apodo de Mariano Gabín Suñén. Siempre vestía de negro, era muy moreno y pequeño de estatura. Una copla recuerda al bandolero:

“Se pasea el Cucaracha
por la sierra de Alcubierre,
un hombre como un tomillo,
y todo el mundo le teme”.

Vista de Alcubierre desde la sierra. Foto: C. García
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Según explicación de la época, se echó al monte porque quiso vivir sin trabajar. El escaso número de guardias civiles dedicados a la persecución de malhechores, más ocupados en la lucha política contra los carlistas, le permitió campear con su cuadrilla por la sierra de Alcubierre. Los bandoleros actuaban en pequeñas cuadrillas que se unían para cometer asaltos importantes. Los robos y secuestros a ricos propietarios de la comarca se fueron sucediendo durante estos años. Algunas de sus víctimas fueron: Sebastián Peralta, de Monegrillo; Mariano Peralta, de La Almolda; Martín Panzano, de Tramaced; Eusebio Laga y Gregorio del Ruste, de Pina; Faustino Escuer, regidor de Perdiguera; Mariano Casamayor, de La Almolda; Lucas Abadía, de Nuez de Ebro; Salvador Mata, Mariano Azara y Mariano Doz, de Farlete; “Casa Bastarás”, de Lanaja; José Calvo y Juan Ruata, de Alcubierre, y Joaquín Angas, de Ontiñena, entre otros.

La cuadrilla de Mariano Gabín supero el medio centenar de hombres, y más de un centenar de confidentes le informaban de los pormenores de todos los pueblos de la comarca. Según una crónica de la época, gastaba más de 3.000 reales diarios en confidencias. “Cucaracha” sentía un verdadero odio a los ricos y se jactaba de “asestar sus tiros a los hombres de posición y de fortuna”. Su personalidad se asociaba a las de un pragmático comunista, seguidor de las exaltadas ideas propugnadas por Owen y Saint Simón, pero su naturaleza inculta (su instrucción era escasa, apenas sabía escribir) y odiosa le llevaría por la senda del bandolerismo. Por su proceder, trataba de emular el romanticismo de otros dos célebres bandoleros, José María el “Tempranillo” y Jaime el “Barbudo” de Crivillente.

Las quejas recibidas en la prensa oscense a principios de 1873 por la inseguridad en los Monegros y las gestiones de personas influyentes, forzaron al Gobernador Militar de la provincia a ordenar que 30 guardias civiles, al mando de un capitán, se situaran a finales de marzo en Sariñena para perseguir el bandolerismo.

A la preocupación carlista se unía el problema del bandolerismo. Las incursiones carlistas habían sido escasas. A finales de abril de 1872, Joaquín Nasarre, natural de Sariñena, entraba en La Almolda y pagaba el gasto con los 1.600 reales que con anterioridad había exigido a José Buil, rico propietario de Castejón de Monegros. El 14 de mayo del mismo año también llegó a Lanaja una pequeña partida carlista al mando de Telesforo Monclús. Dos días después se presentaron a indulto la mayor parte de los que la componían, con sus armas, caballos y demás efectos. El jefe huyó a la Sierra.

"Cucaracha" encerró en la iglesia de Farlete a los vecinos y robó las casas de Salvador Azara y de Mariano Anoro. Foto: C. García

 
“Cucaracha” se aprovechó de la forma de actuar de las partidas carlistas para dar algunos de sus más famosos golpes. Haciéndose pasar por una partida carlista entró en Albalatillo, Castejón de Monegros, Villanueva de Sigena, Sena y Farlete. El asalto a Farlete se produjo el 15 de junio de 1873 a las nueve de la mañana. Dieciséis hombres, capitaneados por “Cucaracha”, se presentaron vestidos de carlistas, con sus trabucos y a cara descubierta. Aprovecharon que el pueblo estaba en la iglesia oyendo misa para retener a los vecinos. Robaron las casas de Salvador Azara y de Mariano Anoro y después huyeron, entablándose un tiroteo entre vecinos y bandoleros. En la huida abandonaron los uniformes que llevaban superpuestos a la vestimenta ordinaria.

Ocho voluntarios y seis guardias siguieron las huellas que habían dejado sobre el terreno humedecido por la lluvia. Al día siguiente detuvieron en Lanaja a dos ladrones, que dieron los nombres de sus compañeros. Con la ayuda de la Guardia Civil y voluntarios de Alcubierre, Lanaja, Grañén y Sena se detuvieron más de veinte implicados en el asalto, entre bandoleros y confidentes.

Dieron mucho que hablar las detenciones de personas acomodadas y de agentes de la autoridad. Fue significativa la captura del “Tuerto de Capdesaso”, que se encargaba de escribir las notas exigiendo a los labradores dinero, bajo la amenaza de quemarles la mies, y la de Ramón Lordán, apodado “Villanueva” por ser natural de Villanueva de Sigena. Lordán murió a causa de un tiroteo entablado con la Guardia Civil, tras ser localizado en una cueva del monte de Juvierre. Era el segundo de la cuadrilla y tuvo tanta importancia que al constituirse la cuadrilla se denominó de “Cucaracha” y “Villanueva”. El puesto de “Villanueva” fue ocupado por Antonio Sampériz, apodado el “Cerrudo” de Lalueza, que a finales de julio de 1873 se había fugado del penal de Cartagena aprovechando la insurrección separatista.

“Cucaracha” y su cuadrilla estuvieron implicados en muchos sucesos durante esta época. Se le responsabilizó de la muerte de Martín Rubira, de Zuera, el 31 de marzo de 1873. Tras este suceso, más de 200 hombres de Zuera, Perdiguera, San Mateo de Gállego, Leciñena, Farlete, Monegrillo, Alcubierre, Robres, Senés y Torralba dieron una batida por la sierra, sin resultados positivos. Los alcaldes, reunidos en el santuario de la Virgen de Magallón, acordaron medidas para perseguir a los malhechores.

Ermita de San Miguel en el monte de Juvierre, término de Castejón de Monegros. Foto: Javier Foncillas
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El 7 de julio de 1874 fue detenido el ermitaño de San Miguel, enclavado en el monte de Juvierre, en Castejón de Monegros, acusado de ser cómplice y encubridor de la cuadrilla de “Cucaracha”. Cuando una veintena de guardias lo llevaban a Sariñena, fueron acometidos por los bandoleros. El enfrentamiento dejó herido a un guardia y produjo la muerte del ermitaño. La tradición oral lo recuerda en esta copla:
“Cucaracha y los civiles
tuvieron un tiroteo;
ellos bien se divirtieron,
pero lo pagó el santero”.
El 28 de febrero de 1875 la Guardia Civil acabaría con la vida de “Cucaracha” y de cuatro de sus compañeros (Antonio Sampériz Peralta (a) el “Cerrudo”, de Lalueza, segundo jefe de la cuadrilla; Melchor Colomer y Ferrer (a) el “Herrero de Oso”; José Bernad Rivas (a) el “Molinero de Belver”, y José Solanilla y Lacambra, de Palo) en el corral de la “Nica”, cerca del poblado de Peñalveta, en el término de Lanaja.

Corral de la "Nica", en Peñalbeta, término de Lanaja, lugar donde murio "Cucaracha". Foto: C. García
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Las extrañas circunstancias de su muerte están rodeadas de leyenda. Según la tradición popular, los bandoleros bebieron vino envenenado y cuando la pócima surtió efecto los civiles acabaron con sus vidas.

La presencia de los carlistas

La muerte de “Cucaracha” no supuso el final del bandolerismo en los Monegros. Las detenciones de los miembros de su cuadrilla no cesaron y también hubo algunas muertes de bandoleros en enfrentamientos con la Guardia Civil: Manuel Isábal, de Almudáfar; Antonio Senar (a) “De Diego”, de Belver, o Demetrio Durango, capturado en Grañén. Unos se desperdigaron por la provincia formando pequeñas partidas, otros permanecieron en la comarca, y también surgieron imitadores de “Cucaracha”, como el “Manco”, de Villanueva de Sigena, o el “Peluca”, que resultaría herido en La Almolda.

Las incursiones carlistas se acentuaron a partir del verano de 1874, sin encontrar resistencia. El 30 de julio de 1874, la ronda de Fabara, llegó a Bujaraloz para cobrar contribuciones. Los tres primeros contribuyentes, Manuel Rozas, Gros y Joaquín Samper, tuvieron que aportar 2.000 reales cada uno y hasta 8.000 entre los demás vecinos. Después se dirigieron a La Almolda, exigiendo 6.000 duros.

En diciembre de 1874 las rondas carlistas del Ebro ampliaron el círculo de sus correrías; el día 18 entraron en Castejón de Monegros al mando de Aznar y pidieron 4.000 duros. Detuvieron al alférez de la Guardia Civil Francisco Bergua y a varios guardias civiles encargados de la persecución de “Cucaracha”, y se los llevaron presos junto con el alcalde y los contribuyentes que no aportaron la cantidad que les correspondía. En Valfarta cometieron el mismo expolio. El 23 de enero de 1875 la ronda de Fabara regresaba a Bujaraloz y a La Almolda.

Los bandoleros aprovecharon la presencia de carlistas para cometer nuevos saqueos en su nombre. A primeros de junio, una supuesta partida carlista de once o doce hombres llegó a Sena y obligaron al alcalde a que les acompañara a las casas de Lacruz, teniente alcalde, Castán, juez municipal, mosén Antonio Calvo y Blas Almerge. Después fueron a la casa de Fernando Galindo, que se negó a abrirles y comenzó a tocar la campana del oratorio; esto les puso nerviosos y con hachas trataron de abrir la puerta, pero al oírse tiros, los carlistas, que resultaron ser ladrones, tomaron los 4.000 reales exigidos a Castán y a mosén Antonio Calvo y huyeron.

En el verano de 1875 las tropas carlistas cruzaron los Monegros en un intento desesperado de tomar el Alto Aragón y acercarse a la frontera francesa. El 3 de julio entraban en Bujaraloz al mando de Dorregaray, Palacios, Gamundi, Boet, Pallés, García, Cucala, Adelantado y otros, procedentes de Cantavieja. Dorregaray se alojó en casa de Manuel Rozas y los otros jefes se repartieron en las principales casas del pueblo. La fuerza la componían unos 6.000 hombres. El día 4 llegaba la ronda de Pericón; al día siguiente, dos brigadas al mando de Álvarez, y por la noche el cura de Flix. Por último, el día 6 pasó la fuerza de Villalaín y la ronda de Muñoz; en total, unos 300 hombres a caballo que cerraban la marcha y se habían encargado de destruir las barcas del Ebro, en Chiprana y Caspe, para impedir el paso de las columnas del ejército. Todas aquellas tropas pasaron por La Almolda, Castejón de Monegros y Sariñena.

Descarrilamiento de un tren de la línea Zaragoza-Lérida en el viaducto sobre el Alcanadre en Sariñena, provocado por la partida carlista de Dorregaray en 1875. Grabado de la época publicado en La Ilustración Española y Americana
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Los carlistas cometieron diversos destrozos a su paso por los Monegros. En Sariñena quemaron la estación, lanzaron al río tres locomotoras, quemaron el Registro civil, el archivo del Ayuntamiento y soltaron de la cárcel a los presos, entre los que había ocho o diez cómplices de “Cucaracha”. También se llevaron algunos rehenes, entre ellos a Julio Monreal, Juez de primera instancia, al Registrador y a los señores Penén y Torres. Las exacciones continuaron en Poleñino, Lanaja, Farlete y Grañén.

A los pocos días desapareció el problema carlista, llevándose consigo un importante botín, pero persistió el del bandolerismo, aunque se iría debilitando al mismo ritmo que finalizaba el siglo.

Alteraciones de final de siglo

En el último tercio del siglo XIX el campo sufrió una crisis con importantes consecuencias sociales. La miseria por años de sequía afectó especialmente al pequeño campesinado, propietario o alparcero, poniendo en juego su propia subsistencia. También surgieron algunos conflictos entre segadores y propietarios.

Desde Robres se quejaban, en junio de 1876, del triste y angustioso cariz que presentaba el porvenir de la comarca. La sequía y las heladas afectaron a los cultivos y a la ganadería. Se preveía que los jornaleros tendrían que emigrar en busca del sustento. Ante este cuadro de desolación, los contribuyentes de la circunscripción de Sariñena demandaban una rebaja de la contribución. Noticias similares se repitieron en los últimos años del siglo. En enero de 1883 los municipios de Lanaja, Alcubierre y Robres suplicaban moratorias en el pago de contribuciones. Sequía y malas cosechas obligaban a los propietarios a desprenderse de las caballerías y aperos de labranza. Numerosos braceros ya habían emigrado por carecer de trabajo. Esta situación de desesperación propició el aumento de suicidios, de la delincuencia y del bandolerismo.

El 11 de agosto de 1875 una banda de cuatro salteadores secuestraba en La Almolda a Eusebio Samper Peralta y a Agustín Peralta con su criado. Otra cuadrilla había robado en la carretera de Barcelona, cerca de las ventas de Santa Lucía, a cuatro carreteros de Bujaraloz. El 12 de octubre de 1876 era asaltada por siete ladrones la casa de un propietario de Lalueza. Durante el robo murió Juan José Murillo, secretario municipal. En abril de 1877, cuatro hombres armados recorrían la sierra próxima a Monegrillo. En septiembre se presentaba por la comarca de Sariñena una cuadrilla de seis malhechores capitaneada por Agustín Alamán, apodado “Farineza”, el que fuera segundo de la partida de “Cucaracha”; habían llegado de Francia y eran conocidos por los actos criminales en aquel partido.


Lanaja también sufrió el fenómeno del bandolerismo


En junio de 1880 tres bandidos, dos de ellos hijos de Lanaja, tuvieron un encuentro a tiros con la Guardia Civil. En julio sería secuestrado Mariano Marcellán, de Lanaja. Los bandidos recorrieron los Monegros durante todo el verano, hasta que desaparecieron sin dejar rastro. El somatén de los pueblos de Lalueza, Poleñino, Marcén, Fraella y Capdesaso, junto con la Guardia Civil de Lanaja y Alcubierre (más de cien hombres), tuvieron que dar batidas para limpiar de malhechores sus jurisdicciones.

En el verano de 1881 el temor se apoderó de las numerosas personas que veraneaban en el santuario de Nuestra Señora de Magallón, por la presencia de gentes sospechosas que vagaban por las proximidades de Leciñena. El 16 de octubre de 1889 era secuestrado Manuel Buil, vecino de Castejón de Monegros. En febrero de 1891 merodeaban otros sospechosos por la sierra de Lanaja a los que se atribuía el incendio de una aldea. Este ambiente de inseguridad aumentó a primeros de 1894, por la fuga de ocho presos en Bujaraloz, al ser trasladados de Barcelona a presidios del Centro.

El 14 de julio de 1896, la Guardia Civil del puesto de Sena disolvía un conato de pandilla, capturando a Antonio Campos, su capitán, a Fernando Benavente y a Juan López. A finales de año por la sierra de Lanaja también pululaban cuatro hombres; al parecer, eran licenciados de presidio o desertores del ejército destinados a Cuba.

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  • VV.AA.: Historia contemporánea de Aragón. Editorial Heraldo de Aragón, Zaragoza, 1993.
*Publicado en el libro Comarca de Los Monegros, coordinado por Gonzalo Gavín González, de la Colección Territorio. Diputación General de Aragón, Zaragoza, 2005. Págs. 119 a 130.
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