domingo, 4 de octubre de 2009

Conflictividad social y bandolerismo en el siglo XIX (Comarca de los Monegros 1)

Aspecto actual del santuario de Nuestra Señora de Magallón en Leciñena, saqueado e incendiado porlos franceses en 1809. Foto: C. García
José Antonio Adell Castán
Celedonio García Rodríguez


En los últimos años del siglo XVIII se propagaron en Aragón las ideas revolucionarias que el 14 de julio de 1789 pusieron fin en Francia a siglos de dominio señorial. Una aguda crisis de cosechas vino a complicar la situación de los jornaleros, provocando gran agitación social y temor entre las clases burguesas de Zaragoza. Las crisis económicas y sociales originadas por años de escasez fueron un mal endémico a lo largo del siglo XIX. Proliferaron revueltas motivadas por el mal reparto de la propiedad, el hambre, las crisis políticas y el bandolerismo.

En este contexto, con malas cosechas en 1801-1802 y 1803-1804, estalló la Guerra de la Independencia, que también tuvo repercusiones en esta comarca.

La Batalla del Llano en Leciñena

Entre 1808 y 1814 la guerra de la Independencia asoló el territorio aragonés en diversas fases. Durante estos años la guerrilla constituyó un modo de vida que recordaba la larga tradición del bandolerismo rural aragonés. La guerrilla creó un clima de terror e inseguridad entre las tropas invasoras y alcanzó celebridad en Europa por su novedosa y efectiva forma de combatir. Cuando acabó la guerra muchas de estas partidas se convirtieron en auténticos bandoleros. Los guerrilleros no podían volver a sus lugares de origen, donde les aguardaba el hambre, la miseria o represalias.

A finales de 1808 y en los primeros días de 1809, en las proximidades de Alcubierre se organizó un Ejército Auxiliar con tropas dispersas y voluntarios reclutados por Felipe Perena, Teobaldo Rodríguez y Juan Pedrosa en el Alto Aragón. Su objetivo era romper el segundo Sitio de Zaragoza. En la sierra se prendieron hogueras visibles desde Zaragoza. Los franceses, temerosos, decidieron acabar con este ejército, cuyo cuartel general habían instalado en el santuario de Nuestra Señora de Magallón. Finalmente, el 24 de enero de 1809 unos diez mil franceses asaltaron Perdiguera y derrotaron a los aragoneses en el llano situado entre Leciñena y Perdiguera.

Perena cometió el error de aceptar el combate en campo abierto contra un ejército mucho más numeroso y mejor adiestrado. Las valerosas tropas aragonesas fueron arrolladas y dispersadas, dejando más de quinientas víctimas en el terreno. A continuación comenzó el asalto e incendio del santuario y saquearon Leciñena. Dos días después comenzaba el gran asalto a Zaragoza.

Entre 1810 y 1811, un antiguo contrabandista, Anselmo Alegre, apodado el “Cantarero de Monzón”, dominó con sus correrías la sierra de Alcubierre, desde Leciñena hasta Sena. En noviembre de 1809 atacó un destacamento francés en la sierra de Alcubierre, capturando a 12 soldados y 24 caballerías. Los franceses pondrían fin a sus pillajes al ser sorprendido en las llanuras de Villanueva de Sigena.

Las tropas francesas trataban a los guerrilleros como bandoleros y realmente algunos lo habían sido. De hecho, según el Reglamento de Partidas, a los bandoleros y contrabandistas que se presentaban con su cuadrilla se les perdonaba el delito cometido.
Localidades de Monegros en el siglo XIX según mapa francés de 1823 (Servicio Geográfico del Ejército)
El Trienio Liberal
La crisis económica motivada por la guerra persistió hasta 1819. El primero de enero de 1820, Rafael del Riego se levantó en armas contra el absolutismo de Fernando VII; el rey tuvo que ceder a las presiones de los liberales y el 7 de marzo publicaba un decreto restableciendo la Constitución de 1812. Comenzaba el Trienio Liberal. Las reformas religiosas, sociales y políticas provocaron el malestar de las capas populares, urbanas y campesinas. Pronto surgieron las primeras insurrecciones y se levantaron las primeras partidas absolutistas que aclamaban a Fernando VII como Rey absoluto, y pidiendo la derogación de la Constitución de 1812.

Ante la proliferación de partidas realistas, en julio de 1822 la Diputación Provincial de Huesca organizó las denominadas Partidas Patrióticas, para “perseguir facciosos, ladrones, malhechores y garantizar el orden y la tranquilidad pública”, pero tendrían escasa eficacia. Ramón Guirao describe el recorrido de una de estas partidas que el 24 de julio de 1822 se concentró en el molino de Juvierre y en la ermita de San Miguel, término de Castejón de Monegros. Los absolutistas se dirigieron a Pallaruelo y Lanaja, donde derribaron las lápidas de la Constitución, se incautaron de todas las armas y los caballos, y después marcharon a Peñalveta, cerca de Lanaja. Al día siguiente continuaron su camino hacia Monegrillo.


Juan Martín Díez, "El Empeinado", por Francisco de Goya
A finales de agosto, el general Juan Martín Díez, apodado el “Empecinado”, afamado guerrillero de la Guerra de la Independencia, se encontraba con sus tropas en Zaragoza, desde donde partió en dirección a Tardienta para reprimir una partida realista de más de cien hombres. Pasado Leciñena dividió su destacamento, dejando parte de sus fuerzas al mando de Froilán Mojón, mientras él se dirigía a Robres. Mojón persiguió a los realistas por Poleñino, Lalueza y Lanaja, hasta dar con ellos en la Cartuja de Nuestra Señora de las Fuentes. Allí fueron arrollados y dispersados.

En septiembre, la columna de Pablo Luis Bacigalupi perseguía a Bessières y Dumas. La partida de éste último fue localizada el día 12 en Sariñena y tras un breve combate se dio a la fuga. En esta acción destacó Miguel Torres Solanot, de Poleñino. Los liberales rescataron a Nicolás Joaquín Miller, prisionero de los realistas, que al año siguiente sería nombrado gobernador militar y político de la provincia de Huesca.

Las fuerzas de Bacigalupi y de Manuel Gurrea, reunidos en Sariñena, decidieron perseguir a las facciones de Dumas, Miralletas y otros cabecillas que se encontraban en la sierra de Alcubierre y sus aledaños. Los realistas, acosados, se dirigieron a Monegrillo, donde fueron derrotados por la caballería de Gurrea. Los restos de la partida realista se dirigieron a Sena; allí, Gurrea volvió a cargar, aniquilándolos. Algunos de sus componentes vagaron durante un tiempo por la sierra de Alcubierre.

Otros grupos realistas llegarían a los Monegros en octubre de 1822. A final de mes, una columna liberal que se dirigía hacia Sariñena para expulsar la partida de Miralletas sufrieron una emboscada, engañados por unos vecinos, de la que solamente se libraron unos veinte liberales. El gobernador de Huesca, Felipe Montes, impuso un castigo ejemplar; ordenó encarcelar y poner a disposición judicial a los miembros del Ayuntamiento de Sariñena y a los vecinos de tendencias realistas que habían cooperado con Miralletas, y multó con tres mil duros bajo la amenaza de expoliar la villa.
Iglesia parroquial de Poleñino. Foto: C. García

El 19 de noviembre Miguel Torres Solanot salió de Poleñino con cinco milicianos para observar los movimientos de una partida realista procedente de Mequinenza, que había estado la noche anterior en Robres. Siguió las huellas hasta Alcubierre, donde apresó a tres realistas; después se dirigió a Peñalveta y sorprendió a otros ocho de la retaguardia.

La transformación del Antiguo Régimen

Las nuevas relaciones de producción del capitalismo mantuvieron a los campesinos al margen de la propiedad de las tierras, aunque llevaba varias generaciones pagando rentas de carácter feudal. La desamortización de bienes comunales influyó en los recursos de la colectividad, que beneficiaba a los estratos sociales más pobres. Su desaparición provocaría conflictividad social, aumento de la delincuencia y pleitos, emprendidos por los pueblos durante años, que acabarían perdiendo.

En 1833, con la muerte de Fernando VII, se desencadenó en España un largo conflicto civil del que fue detonante, más que causa, la cuestión sucesora.

Entre 1830 y 1836 las malas cosechas y una epidemia de cólera favorecieron la formación de algunas bandas armadas, partidarias de D. Carlos, que recorrieron los Monegros. Una de estas partidas, la de Blas Nerín, vecino de Pina, entró con unos treinta hombres en Monegrillo el 8 de diciembre de 1834 y después marchó a la sierra.
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La Almolda fue una de las poblaciones que sufrió las incursiones carlistas.
Foto: C. García

Monegrillo sufrió otra incursión en 1835; los carlistas se llevaron de rehén a Sebastián Peralta hasta que entregó la cantidad exigida por su rescate. Bujaraloz, La Almolda, Monegrillo y Farlete fueron las únicas poblaciones de los Monegros que soportaron la presencia esporádica de los carlistas durante la primera guerra civil.

En septiembre de 1837, se formó en el distrito de Pina una columna volante de Voluntarios de la Diputación, cuya finalidad era perseguir a las gavillas de facciosos, malhechores y gentes de mal vivir, como también se calificaba a los carlistas.

Durante 1838 el Boletín Oficial publicaba la relación de numerosas ventas de bienes nacionales por subasta; entre otros, del Monasterio de Sigena, de las Carmelitas de Sariñena, de la Cartuja de las Fuentes o de San Francisco de Sariñena. Las leyes desamortizadoras se tradujeron en un aumento de superficie cultivada y de producción agraria. Pero las clases más desfavorecidas no mejoraron su situación, que se agravaba en los años de sequía. La consecuencia fue el aumento de robos y secuestros en despoblado, cometidos por grupos armados que aglutinaban a los más desesperados.

En septiembre de 1869 Froilán Noguero proclamó la República en Sariñena; liberó a los presos, dedujo a la Guardia Civil y se apropió de las armas de la Milicia Nacional. Noguero, natural de Sariñena, era diputado republicano por Huesca, y se había distinguido por solicitar la abolición de las quintas y de los impuestos de consumos de Sariñena, Poleñino, Ontiñena, el Tormillo, Capdesaso, Sena y Lalueza.

Ante la amenaza del ejército, Noguero con sus hombres marchó a la sierra, pasó por Castejón de Monegros y después se dirigió a Fraga. Viéndose acosado, no le quedó otro remedio que acogerse a indulto, presentándose al alcalde de Berbegal.

*Publicado en el libro Comarca de Los Monegros, coordinado por Gonzalo Gavín González, de la Colección Territorio. Diputación General de Aragón, Zaragoza, 2005. Págs. 119 a 130.
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