jueves, 26 de julio de 2012

“Cucaracha”, un héroe popular

Alcubierre, localidad natal de "Cucaracha". Foto: C. García

José Antonio Adell Castán y Celedonio García Rodríguez

A finales de 1933, el escritor y periodista Felipe Aláiz de Pablo (Belver de Cinca, 1887 - París, 1959) glosaba en las páginas de La Revista Blanca sobre la vida de “un héroe popular que luchó denodadamente por la libertad”, según sus palabras. El artículo, dedicado a “Cucaracha”, lo titulaba: “Mariano Gavín, el guerrillero que murió de una vez”.
Su trabajo se basa fundamentalmente en la tradición oral, transformando al famoso bandido o bandolero en un auténtico guerrillero, aunque en su época también fuera considerado por muchos como un cabecilla carlista.
Según Aláiz, “Cucaracha” fue un insurrecto social contra la mansedumbre de sus semejantes, encarándose contra la autoridad y contra la rapacidad de Camacho el Rico (1); que no trataron de ejercer dominio alguno. “Dejaron ejemplo de dignidad y desinterés, y murieron asesinados por las fuerzas malditas”.
Felipe Aláiz tenía una sensibilidad especial por los héroes populares y reivindica a estos personajes, cuyas vidas quedan reducidas a leyendas y mentiras, frente a los personajes de relumbrón que aparecen en las biografías.
A continuación reproducimos su artículo aportando algunas notas, que clarifican algunos errores propios de la tradición oral y completan la información de su texto.
“Hacia el año 70 del siglo pasado, los Monegros eran las mismas tierras desoladas y esteparias de hoy (2). Extensión de términos comprendida entre el Ebro y el Cinca, la población vivía esperando siempre el agua del cielo. Sesenta o setenta mil campesinos se limitaban al cultivo de cereales y al pastoreo.
En medio de la miseria general he aquí que aparece por la sierra de Alcubierre, uno de los pueblos de los Monegros, el valiente guerrillero de manta y trabuco, Mariano Gavín.
Diez años seguidos anduvo rondando por la zona esteparia de Aragón que eran los Monegros (3). Hombre grato a la simpatía popular figuró en relatos y romances como personificación de valor, entereza y picardía. Diez años anduvo por montañas y llanos, vegas y poblados a salto de mata.
Su historia no salió del archivo comarcal. Con «dijendas»(4) y narraciones de viejos campesinos y valiéndome, además, de algún archivo no muy asequible por cierto, pude reconstituir la vida de Mariano Gavín, a quien llamaban por apodo «Cucaracha».
— ¿Conoció a Gavín?
— Sí, en Albalate.
— ¿Qué hacía allí?
— Estaba herido. Por cierto que el médico del pueblo, un tal Luis Valdaura, curaba a «Cucaracha» «de escondidas». Tenía mucho temple Gavín y era algo socarrón.
— ¿Y cómo se echó al monte?
—«Cucaracha» era cazador. Tenía mujer guapa y fantasiosa. Ella se dejó querer por un propietario rico, lo supo el marido y mató al seductor...
— Esa versión no es la verdadera, amigo. Gavín no mató al seductor porque no hubo seducción (5). Gavín no mató a nadie antes de echarse al monte ni después tampoco... Se apartó de la vida, conformado porque tal fue su voluntad...
Casa de Mariano Gavín en Alcubierre (reformada en la actualidad). Foto: C. García

Contaría a la sazón unos treinta y ocho años (6). Era de poca estatura y de no mucho cuerpo. Los mozos cantaban en el coro de ronda, años después de la muerte de Gavín:
Por la sierra de Alcubierre
se pasea «Cucaracha»,
siendo un hombre tan pequeño
¡cuánto respeto que causa! (7).
Tenía merecida fama de generoso. Daba trigo a los pobres y no acumulaba riqueza más que para apaciguar el hambre de los campesinos.
Otra copla clásica en aquella parte de Aragón dice así:
Aunque tenga mala fama
«Cucaracha» es un buen hombre,
porque el trigo de los ricos
lo reparte entre los pobres.
He aquí el relato de un viejo, chaval en la época de Gavín:
— En los Monegros, tierra de «Cucaracha», hay muchos años de escasez absoluta y pocos de escasez relativa. Hubo muchos años malos seguidos y los labradores tenían que comprar el trigo a medias talegas. Envió un aldeano a su hijo al molino para que comprara trigo y le dio el dinero de media talega. Encontró «Cucaracha» al mensajero.
— ¿Qué camino llevas, pequeño?
— Al molino voy.
— ¿A comprar trigo?
— Por «mandao» de mi padre.
— ¿Ya llevas los cuartos?
— Escondidos los llevo.
— ¿Por qué los escondes?
— Podría salir «Cucaracha» de cualquier barranco y «sácamelos».
— Tu padre te «malimpone...»
— ¡Y pobres que somos!
— Pues dile a tu padre que «Cucaracha» no les hace nada a los que trabajan. ¿Cuánto trigo has de comprar?
— Media talega.
— Pues toma esas monedas y puedes comprar talega entera.
Rasgos de este carácter eran frecuentes en la vida de Mariano Gavín. El viejo baturro hace una pausa corta. Pregunta:
— ¿Qué gente llevaba en la cuadrilla?
— Ferruchón el de Belver, el Zerrudo de Lalueza, un tal Valentín, el Porgadoraire de Albalate y Carlos el de Almudáfar. A Carlos lo mataron por la espalda en el camino viejo de Zaragoza (8).
— ¿Y no recuerdas el caso del «desorejao»?
Tengo oído que era un confidente.
— ¡Ya lo creo que recuerdo aquel caso! Se presentó a «Cucaracha» uno de esos sujetos echadizos que empleaban los enemigos del guerrillero contra este. Se alistó con Gavín con intención de matar a este; pero ¿sabes lo que consiguió?
— Quedarse sin orejas.
— ¡Justo! 
Cuevas de San Capasio. Por los alrededores se escondía “Cucaracha”. Foto: C. García

 — ¿Cómo fue?
— Estábamos en las trilleras. Era yo chulo (criado joven de labor, especie de aprendiz) de un propietario de cinco pares... Gavín y los que iban con él se acostaron al raso, a la luz de las estrellas. Cada cual se acostó donde quiso y como quiso. «Cucaracha» se hizo la cama junto a un montón de fajos de garba (mies segada), que en el país llaman «fajina». No se acostó. Algo turbio había visto en los ojos de un guerrillero. ¿Qué hizo? Pues se escondió detrás de la fajina, dejando la manta tendida sobre un hato de ropa, como si él estuviera debajo. Cuando calculó el hombre echadizo que dormían todos los guerrilleros se levantó con tiento, llegó hasta la cama de «Cucaracha» y disparó un trabucazo... Pero «el muerto» salió por detrás de la fajina. ¡Ya estaban frente a frente! En dos cuchilladas le cortó Gavín las dos orejas al echadizo, que escapó como lo que era.
— Como una liebre... ¿Sería un andarín «Cucaracha»?
— ¿Que si andaba? Doblaba las horas tres veces. Cuando tenía que pasar el Cinca, siempre a deshora, mandaba llamar al barquero del marqués de Ayerbe.
— ¿Ayerbe?
— Sí... tenía el marqués una barca de sirga y aún cobraba derecho de pago como hace cuatro siglos los antepasados. El barquero era un tal Salas, y se levantaba a la hora que fuera sin pereza... Los pobres querían a «Cucaracha» como a un buen hermano.
— ¿Y los cucaracheros?
— Eran los que sabían nadar y guardar la ropa sin exponer la piel, los que guardaban dobletas para emprender negocios cuando «Cucaracha» les daba alguna miseria a guardar...
No mató a nadie...
— ¿Y cómo murió?
— De una vez.
— ¿Cómo «de una vez»?
— Lo envenenaron. Ninguna tropa del Gobierno se atrevía con él, ningún civil se le acercaba, los chupatintas le temblaban. Si se quería ver correr a un escribano o a un alguacil sólo había que decir: «¡Que viene «Cucaracha»!» Tenía tan buena puntería, cazador de afición, que a cuarenta varas rompía un alambre de un balazo.
— ¿Y dice que murió envenenado?
— Fue un mozo a buscar vino a Alcubierre.
El vino era para «Cucaracha» y el mozo cometió la imprudencia de decirlo. Inmediatamente se prestó un boticario a «arreglar» el vino con narcótico en ausencia del mozo. Bebió «Cucaracha» y cayó dormido como un tronco, igual que la gente que iba con él en el corral de una «paridera» (majada). Llegaron los civiles al mando de un sargento que se llamaba Salanova, y dispararon contra los que dormían a una distancia de seis o siete metros (9). Los acribillaron a balazos...
El oír al viejo baturro evoca la muerte de Sacha Yegulev de Leónidas Andeief, el mismo salvaje encono, la misma cobardía.
— El cadáver de Gavín con los de cuatro que le acompañaban fue expuesto en la plaza de Lanaja —dice el viejo—. Cuatro días estuvieron allí con las armas que llevaban: cinco trabucos, una tercerola, un sable, cinco puñales, un zurrón de pastor lleno de cartuchos y un saco de pólvora y municiones.
Y el viejo entorna los ojos como si quisiera atalayar el tiempo.
En los Monegros, tierra frecuentada por «Cucaracha», hay grandes macizos montañosos que Gavín conocía a palmos, lo que le permitió burlar toda vigilancia en un período de diez años (3). Contaba, además, con la ayuda del estado llano: pastores, labradores, barqueros y cazadores. En la ribera del Cinca y en el monte, «Cucaracha» «mandaba a decir» lo que quería a sus perseguidores mediante carteles de desafío y fachenda. Fue un proscrito en todo. No acabó su vida en la cárcel como tantos guerrilleros convertidos la acaban cubiertos de papel sellado, indultos y hasta oraciones. No se hubiera dejado cazar vivo. Era áspero y socarrón cuando otros eran desleídos sentimentales. ¡Caso raro! En la vida de «Cucaracha» no hay lances amatorios ni novelería por entregas. Hubiera sido hoy un guerrillero admirable de la revolución social. Después de su vida entre riscos, rechazó toda invitación de indulto y murió de una vez”.

“Cucaracha” murió en el corral de La Nica, próximo a Peñalbeta, en el término de Lanaja. Foto: C. García

NOTAS
1.- “Camacho el rico” personaje que aparece en El Quijote, es el prototipo de la ostentación económica, basada en la posesión de grandes riqueza.
2.- El artículo lo escribe a finales de 1933.
3.- En realidad fueron cinco años, desde finales de agosto de 1870 hasta el 28 de febrero de 1875, fecha en la que muere en el corral de la Nica, perteneciente al poblado de Penalbeta, en el término de Lanaja.
4.- “Dijendas” o habladurías.
5.- Hemos recogido diversas explicaciones sobre los motivos que impulsaron a “Cucaracha” a echarse al monte. El hambre o el enfrentamiento con algún ricachón pudieran ser las verdaderas causas de su decisión.
6.- Mariano Gavín Suñén nació en Alcubierre en el año 1838 y murió el 28 de febrero en Lanaja. Cuando se fue a la sierra tendría 32 años.
7.- Era pequeño, muy moreno y vestía de negro. Habitualmente llevaba dos trabucos y en ocasiones una escopeta de dos cañones o una carabina Remington. Otra variante de la copla dice:
“Se pasea Cucaracha
por la Sierra de Alcubierre,
un hombre como un tomillo
y todo el mundo le teme”.
8.- Tras la muerte de “Cucaracha” siguieron los robos y asaltos por la comarca, hasta que poco a poco se fue desperdigando la cuadrilla; al mismo tiempo, muchos de sus secuaces e imitadores fueron cayendo en manos de la Guardia Civil. El 24 de marzo de 1875, una pequeña fuerza de seis guardias civiles llevaba preso a Manuel Isábal y Comín, desde el pueblo de Almudáfar, donde estaba avecindado, a las cárceles de Zaragoza. Se le acusaba de ser compañero de “Cucaracha” y de haber participado en el secuestro de D. Juan Ruata. Al llegar la patrulla al punto denominado Casa de Lasierra, lindante con el monte de Leciñena, les salieron diez o doce hombres armados que comenzaron a dar voces a la Guardia Civil para que soltasen al preso mientras disparaban. La fuerza pública consiguió ahuyentar a los bandidos e Isábal resultó muerto. El hecho tuvo transcendencia, ya que fue la propia Guardia Civil quien acabó con la vida del preso.
9.- Al mando de los guardias iba el capitán teniente Vicente Lafuente y Pueyo, le acompañaban el sargento segundo Carlos Rodríguez, cabo primero Francisco Salanova y los guardias José Pastor, Lorenzo Laclaustra y Fermín Catalán.

* Artículo publicado en la revista Guaraguás (Boletín informativo de la Asociación), Aguas, julio de 2012. Año XVI, Nº 24.
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