El Campo del Sepulcro de Zaragoza era el lugar favorito para este deporte indígena. En aquella explanada se daban cita los aficionados al inocente juego que estuvo de moda mucho tiempo. La llegada de los globos aerostáticos acabó en Zaragoza con el milorcheo
Por José Antonio ADELL CASTÁN y Celedonio GARCÍA RODRÍGUEZ
Tras las especulaciones de Leonardo de Vinci sobre la posibilidad de imitar el vuelo de las aves, los primeros resultados satisfactorios fueron los obtenidos por los hermanos Montgolfier. En 1783 lograron elevar globos aerostáticos llenos de aire caliente (que denominaron montgolfier).
El invento lo desarrollaron después de comprobar cómo se elevaba un paralelepípedo de papel vitela, hinchado con aire caliente obtenido al quemar lana y paja húmeda.
El 19 de septiembre de 1783, en los jardines de Versalles, ante el rey y la corte francesa, los hermanos Joseph y Etienne lanzaron un globo esférico del que iba suspendida una jaula de mimbre con un cordero, un gallo y un pato, que soportaron perfectamente la ascensión.
A finales del siglo XIX surgieron los primeros aeroplanos, imitando el vuelo de las cometas o milorchas (milochas).
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